Desde "Panoráma Católico Internacional", reproducimos la opinión de su editor, don Marcelo González, comentando la carta de S.S. Benedicto XVI en que explica a los obispos del mundo su decisión de levantar las excomuniones de los 4 obispos consagrados por Mons. Marcel Lefevbre.¿Era y es realmente una equivocación, también en este caso, salir al encuentro del hermano que "tiene quejas contra ti" (cf. Mt 5,23s) y buscar la reconciliación?
(Benedicto XVI, Carta sobre la Remisión de la Excomunión a los Obispos de la FSSPX)
La carta de Benedicto XVI a los obispos sobre la remisión de la excomunión a los obispos de la FSSPX es un interesantísimo documento que conviene analizar con cierta fineza, a riesgo de caer en una aceptación o un rechazo meramente emocional, tanto de parte de los sectores progresistas (quienes han manifestado ya abiertamente su prescindencia del instituto Petrino, como de parte de los defensores de la Tradición, quienes no suelen ver los progresos graduales ciertamente obsesionados por el reclamo de una definición al estilo Syllabus. Esta definición, por deseable que sea, no parece viable bajo las actuales circunstancias eclesiásticas y por la forma mentis del Santo Padre, un hombre que en muchos aspectos sostiene opiniones divergentes de la concepción tradicional.
El primer punto de análisis, sin duda, es el hecho mismo de la carta. Se puede justificar fácilmente por la envergadura del escándalo mediático vivido en las últimas semanas. Pero no es tan simple la cosa. En otro tiempo, no habría habido remisión de las excomuniones, y en caso de habérlasela intentado, se habría dado marcha atrás. Es fundamental estar ciertos de este punto: fue un acto bien pensado y deliberado del papa y su entorno de confianza. Lo sostuvo contra todo, a pesar de la concurrencia del escándalo suscitado por las declaraciones de Mons. Williamson, hecho no deseado por nadie -tampoco por Mons. Williamson- salvo por los enemigos de la Iglesia.
Escribe Marcelo González
Ahora el Papa justifica su decisión. Los papas habitualmente no dan explicaciones sobre sus decisiones de gobierno, inclusive sobre las erróneas. Pero la mentalidad democratista de las últimas décadas ha hecho transitar caminos impensados. Más allá de esto, el papa ha puesto a la FSSPX como protagonista absoluta de los hechos, reconociéndole una importancia como a pocas congregaciones católicas se le ha reconocido en mucho tiempo.
Naturalmente, no es una carta apologética. ¿Cabría esperar esto? Pero no es una carta condenatoria, sino más bien diríamos paternal y "en defensa", más allá de las necesidades y convicciones del Santo Padre sobre puntos prudenciales que trataremos de analizar a continuación.
¿Aceptación acrítica del Concilio?
"A la luz de esta situación, tengo la intención de asociar próximamente la Pontificia Comisión "Ecclesia Dei", institución competente desde 1988 para esas comunidades y personas que, proviniendo de la Fraternidad San Pío X o de agrupaciones similares, quieren regresar a la plena comunión con el Papa, con la Congregación para la Doctrina de la Fe. Con esto se aclara que los problemas que deben ser tratados ahora son de naturaleza esencialmente doctrinal, y se refieren sobre todo a la aceptación del Concilio Vaticano II y del magisterio postconciliar de los Papas. (...) No se puede congelar la autoridad magisterial de la Iglesia al año 1962, lo cual debe quedar bien claro a la Fraternidad. Pero a algunos de los que se muestran como grandes defensores del Concilio se les debe recordar también que el Vaticano II lleva consigo toda la historia doctrinal de la Iglesia. Quien quiere ser obediente al Concilio, debe aceptar la fe profesada en el curso de los siglos y no puede cortar las raíces de las que el árbol vive".
Recordemos la jerarquía de este documento: es una carta apostólica. El estilo es el característico del magisterio conciliar y posconciliar: más sugerente que definitorio. El hecho mismo del uso de la primera persona singular (yo) parece indicar el deseo de poner estas consideraciones en el plano de una opinión calificada, y no bajo la protección de la infalibilidad magisterial, que requiere otras formalidades. En este contexto, veamos un punto esencial: se reconoce que el problema es doctrinal y no disciplinario. Con lo cual cae la teoría del acuerdo práctico como solución. Esta ha sido siempre la posición de la FSSPX. En el documento del 21 de enero el Papa preveía incluir una regularización canónica. Para lo cual ofreció a la FSSPX diversas alternativas, llegando a último momento, el viernes 23 por la noche, a pedir un compromiso mínimo. La FSSPX no aceptó. Según sus autoridades, este compromiso prácticamente sin exigencias hubiera impuesto una dinámica más orientada a los acuerdos que a las definiciones doctrinales.
Así, canónicamente, la FSSPX y la Santa Sede quedan en la paradójica situación de que sus obispos están libres de toda pena canónica (remitida la excomunión cae la suspensión) pero sus sacerdotes siguen suspendidos... por seguir a sus superiores no suspendidos... Volveremos sobre el tema al hablar de la ilicitud del ejercicio del ministerio.
Cerrando este punto: el papa mismo lleva las cosas al terreno doctrinal, exigiendo a la FSSPX reconozca que no hay un "congelamiento del Magisterio" (cosa que no tiene objeción en ser reconocida, con matices sobre algunos puntos del Concilio y de la praxis posconciliar que son los que se propone discutir). En cambio se exige a los progresistas que acepten que el Concilio no puede entenderse excluyendo la historia doctrinal de la Iglesia. Esto último es inaceptable para muchos. ¿Quién queda en la situación más incómoda?
Los progresistas en estado de cisma tácito.
Otra parte notable de la carta es el señalamiento del cisma tácito (por momentos expreso) que plantean los episcopados más progresistas, y que quedó en evidencia patentemente por medio de las declaraciones contrarias al papa en oportunidad de la remisión de las penas de excomunión. Afirma el papa:"Se desencadenó así una avalancha de protestas, cuya amargura mostraba heridas que se remontaban más allá de este momento". Nótese: cuya amargura mostraba heridas que se remontaban más allá del momento... más claro imposible.
Y más adelante: "Me ha entristecido el hecho de que también los católicos, que en el fondo hubieran podido saber mejor cómo están las cosas, hayan pensado deberme herir con una hostilidad dispuesta al ataque". No se refiere a los lefebvristas, como es evidente.
Negación del ejercicio lícito del ministerio
"El hecho de que la Fraternidad San Pío X no posea una posición canónica en la Iglesia, no se basa al fin y al cabo en razones disciplinares sino doctrinales. Hasta que la Fraternidad no tenga una posición canónica en la Iglesia, tampoco sus ministros ejercen ministerios legítimos en la Iglesia. Por tanto, es preciso distinguir entre el plano disciplinar, que concierne a las personas en cuanto tales, y el plano doctrinal, en el que entran en juego el ministerio y la institución. Para precisarlo una vez más: hasta que las cuestiones relativas a la doctrina no se aclaren, la Fraternidad no tiene ningún estado canónico en la Iglesia, y sus ministros, no obstante hayan sido liberados de la sanción eclesiástica, no ejercen legítimamente ministerio alguno en la Iglesia".
Ahora bien, si sus ministros han sido liberados de la sanción eclesiástica ¿qué dificultades se oponen al ejercicio lícito del ministerio? La respuesta es paradójica. Podemos adivinar el pensamiento del papa: He remitido las penas, pero esta gente no quiere que se los legalice sin antes poner en claro ciertos puntos del Concilio, etc. Les ofrezco todo por nada y lo rechazan... Ahora tienen a su jerarquía libre de toda pena y a sus subordinados bajo suspensión a divinis... contra toda lógica disciplinaria. Es evidente que no negocian para obtener ventajas, quieren ir al terreno doctrinal. Al menos así pensaría yo en lugar del papa.
Al contrario de los institutos tradicionales que llegaron a acuerdos canónicos con la Santa Sede, la FSSPX quiere una aclaración doctrinal. En eso no transige, ni aún cuando haya quedado bajo las iras de las potestades civiles amenazando sus obras apostólicas, lo cual se sanaría fácilmente con el reconocimiento de la Iglesia. Reconocimiento que ya está redactado en varias versiones, una más benigna que la otra. Evidentemente la FSSPX plantea su lucha en el plano doctrinal y solo doctrinal.
En esta perspectiva, se hace muy difícil establecer la ilicitud del ejercicio del ministerio apostólico, porque es evidente que subsiste un estado de necesidad. ¿Qué hace la FSSPX con sus miles de sacerdotes, religiosos, y fieles, con los miembros de institutos asociados mientras se procede a la discusión doctrinal? ¿Dejarlos en el desamparo espiritual? Nada sería más contrario a la ley suprema de la Iglesia: la salvación de las almas, que es la que inspira toda disposición canónica lícita. Esto el papa lo sabe, porque es esencial a su oficio de Pastor Universal.
La cuestión es doctrinal, por lo tanto se toman medidas
A lo dicho se puede sumar la decisión del papa de incorporar Ecclesia Dei bajo la órbita de Doctrina de la Fe. No sabemos exactamente como, aunque lo lógico sería que Ecclesia Dei pasara a formar parte de la Congregación del Clero o de los Obispos. Así lo anuncia el papa:
"A la luz de esta situación, tengo la intención de asociar próximamente la Pontificia Comisión "Ecclesia Dei", institución competente desde 1988 para esas comunidades y personas que, proviniendo de la Fraternidad San Pío X o de agrupaciones similares, quieren regresar a la plena comunión con el Papa, con la Congregación para la Doctrina de la Fe. Con esto se aclara que los problemas que deben ser tratados ahora son de naturaleza esencialmente doctrinal, y se refieren sobre todo a la aceptación del Concilio Vaticano II y del magisterio postconciliar de los Papas".
Doble lectura: les impondremos el Concilio. Segunda, discutiremos sus objeciones sobre el Concilio. En la más alta instancia: Doctrina de la Fe, cuyo titular nato es el propio Sumo Pontífice. Los hechos dirán...
Afirmación de que el concilio tiene toda la historia de la Iglesia en sí.
"Pero a algunos de los que se muestran como grandes defensores del Concilio se les debe recordar también que el Vaticano II lleva consigo toda la historia doctrinal de la Iglesia. Quien quiere ser obediente al Concilio, debe aceptar la fe profesada en el curso de los siglos y no puede cortar las raíces de las que el árbol vive".
Este enunciado es un eco de la "hermenéutica de la continuidad". El papa hoy (tal vez no Ratzinger hace algunos años) no concibe que el Concilio Vaticano II pueda contradecir la historia doctrinal de la Iglesia, la fe profesada en el curso de los siglos. Esto puede tener una resolución no satisfactoria si se siguen los criterios neomodernistas que ignoran el principio de no contradicción. Pero es evidente que plantea un desafío muy claro a las desviaciones del llamado "espíritu del Concilio" y a la letra de varios de los documentos conciliares. El mayor problema del CVII es su ambigüedad. Definidos los puntos imposibles de leer de un modo tradicional, el resto es tan farragoso como desconocido. Además de que en la práctica ha caído en desuetudo. Todos lo citan, nadie lo lee, nadie lo aplica. Lo importante es la praxis de aquí en más, sobre la base clara de este saneamiento doctrinal absolutamente necesario.
Paraguas protector a la FSSPX
"Que el humilde gesto de una mano tendida haya dado lugar a un revuelo tan grande, convirtiéndose precisamente así en lo contrario de una reconciliación, es un hecho del que debemos tomar nota. Pero ahora me pregunto: ¿Era y es realmente una equivocación, también en este caso, salir al encuentro del hermano que "tiene quejas contra ti" (cf. Mt 5,23s) y buscar la reconciliación? ¿Acaso la sociedad civil no debe intentar también prevenir las radicalizaciones y reintegrar a sus eventuales partidarios –en la medida de lo posible- en las grandes fuerzas que plasman la vida social, para evitar su segregación con todas sus consecuencias?"
El hermano que tiene quejas contra ti... La frase es fuerte. Hay una admisión implícita de la legitimidad de esas quejas. Y también esta otra que aparece más adelante:
"A veces se tiene la impresión de que nuestra sociedad tenga necesidad de un grupo al menos con el cual no tener tolerancia alguna; contra el cual pueda tranquilamente arremeter con odio. Y si alguno intenta acercársele –en este caso el Papa- también él pierde el derecho a la tolerancia y puede también ser tratado con odio, sin temor ni reservas".
¿No es esto un paraguas protector del Santo Padre a la FSSPX?
Reconocimiento del valor de la FSSPX
"¿Puede dejarnos totalmente indiferentes una comunidad en la cual hay 491 sacerdotes, 215 seminaristas, 6 seminarios, 88 escuelas, 2 institutos universitarios, 117 hermanos, 164 hermanas y millares de fieles? ¿Debemos realmente dejarlos tranquilamente ir a la deriva lejos de la Iglesia? Pienso por ejemplo en los 491 sacerdotes. No podemos conocer la trama de sus motivaciones. Sin embargo, creo que no se hubieran decidido por el sacerdocio si, junto a varios elementos distorsionados y enfermos, no existiera el amor por Cristo y la voluntad de anunciarlo y, con Él, al Dios vivo. ¿Podemos simplemente excluirlos, como representantes de un grupo marginal radical, de la búsqueda de la reconciliación y de la unidad? ¿Qué será de ellos luego?"
Además de una solicitud paternal desconocida hasta ahora en la relación FSSPX - Santa Sede, el papa pone en evidencia el valor de esos sacerdotes que han dado el paso de aceptar sanciones canónicas y una exclusión, una suerte de "muerte eclesiástica" como miembros de la Iglesia en razón de sus convicciones. Puede haber elementos distorsionados o enfermos, de hecho los hay en algunos pocos. Pero el resto es válido y valioso.
Críticas al tono de algunos miembros de la FSSPX y a los progres.
El Papa se queja de haber sido maltratado algunos miembros de la FSSPX. Pero agradece también testimonios de gratitud.
"Ciertamente, desde hace mucho tiempo y después una y otra vez, en esta ocasión concreta hemos escuchado de representantes de esa comunidad muchas cosas fuera de tono: soberbia y presunción, obcecaciones sobre unilateralismos, etc. Por amor a la verdad, debo añadir que he recibido también una serie de impresionantes testimonios de gratitud, en los cuales se percibía una apertura de los corazones. ¿Acaso no debe la gran Iglesia permitirse ser también generosa, siendo consciente de la envergadura que posee; en la certeza de la promesa que le ha sido confiada? ¿No debemos como buenos educadores ser capaces también de dejar de fijarnos en diversas cosas no buenas y apresurarnos a salir fuera de las estrecheces?
Pero no todo viene por el lado de los tradicionalistas:
¿Y acaso no debemos admitir que también en el ámbito eclesial se ha dado alguna salida de tono?
Más que alguna, por cierto. La mesura es el tono del lenguaje romano.
Concluyendo: si se lee esta carta con buen espíritu, no se puede menos que concluir que el papa actúa con recta intención, según su leal saber y comprometiendo su autoridad y su prestigio en bien de la FSSPX. Ahora bien, algunos pueden disentir sobre cuál sea el "bien" práctico. En este terreno corremos el riesgo de quedar eternamente empantanados. Oración, sacrificios y confianza en las autoridades es el único camino. Lo demás es vía muerta...
- http://panodigital.com/salir-al-encuentro-del-hermano-que-tiene-quejas-contra-ti-carta-a-los-obispos-perplejos
No hay comentarios:
Publicar un comentario