San Juan Bautista recibió el mayor elogio que Nuestro Señor Jesucristo hizo: “Os digo: Entre los nacidos de mujer no hay ninguno mayor que Juan” (S. Lucas, 7-28).
En este mes en que la Iglesia celebra su fiesta, es oportuno recordar la actitud que San Juan Bautista tuvo en relación al rey Herodes por su adulterio con Herodías, la mujer de su hermano Filipo:
“Y fue así que por entonces Herodes, habiendo prendido a Juan, le había encadenado y echado en la prisión con motivo de Herodías, la mujer de Filipo, su hermano. Porque decíale Juan: No te es lícito tenerla.” (S. Mateo, 14, 3-5)
Las palabras de Juan y el elogio de Nuestro Señor, nos muestran cuál debe ser la actitud de un católico delante del adulterio y por lo tanto del divorcio, que no pasa de ser un adulterio a plazos.
Juan no tuvo falsas prudencias, ni contemporizaciones tolerantes, ni sonrisas dubitativas. El increpó al rey su pecado: “No te es lícito”.
En este “No te es lícito”, reconocemos el timbre de voz de todos aquellos que delante del vicio no dudan en enfrentarlo y llamarlo por su nombre. Es la voz de la coherencia y la luz de la verdad. Es la misma voz que siglos más tarde, en circunstancias similares, pronunció Santo Tomás Moro al rey Enrique VIII, fundador de la iglesia anglicana, “No te es lícito”.
En estos días que vivimos en que los nuevos “reyes” del dinero o del poder político, ostentan el vicio del adulterio y consagran leyes para que todos lo practiquen, ¡cuán necesario sería oír la voz y el timbre de un Juan Bautista! “No te es lícito”.
Hacemos votos para que San Juan Bautista suscite almas con la rectitud de conciencia y la fortaleza de voz, que delante de las leyes contra la familia que se van aprobando, se levanten con la gravedad que las circunstancias exigen y la autoridad que les da las enseñanzas de Nuestro Señor Jesucristo y proclamen sin temor: “No te es lícito”.
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