domingo, 4 de mayo de 2008

Un caso americano: dar o no la comunión a los políticos católicos pro aborto

En los Estados Unidos ha estallado la polémica por la comunión que recibieron durante las misas papales Nancy Pelosi, John Kerry, Ted Kennedy y Rudy Giuliani. Dura reprimenda del cardenal Egan al ex alcalde de Nueva York. Las tesis de Joseph Ratzinger sobre el tema

por Sandro Magister

ROMA, 2 de mayo del 2008 – Como ocurre después de cada viaje papal, Benedicto XVI ha dedicado su primera audiencia pública después de retornar a Roma a una reflexión sobre su visita a los Estados Unidos.

El Papa Joseph Ratzinger recorrió momento por momento su viaje, dando nuevamente una prueba fuerte de simpatía por el país que visitó:

"... un gran país que desde los albores ha sido edificado sobre la base de una feliz conjugación entre principios religiosos, éticos y políticos, y que hasta ahora constituye un válido ejemplo de sana laicidad, donde la dimensión religiosa, en la diversidad de sus expresiones, no solamente es tolerada, sino que es valorizada como ‘alma’ de la nación y garantía fundamental de los derechos y deberes del hombre”.

Pero la reflexión de Benedicto XVI no ha sido la única cola del viaje. Un contragolpe ruidoso e inesperado se ha desatado en los Estados Unidos una semana después del regreso del Papa a Roma.

La causa ha sido la comunión eucarística recibida durante las misas papales por algunos importantes políticos católicos “pro choice”, o sea partidarios del libre aborto.

En Washington, en la misa en el Nationals Park, comulgaron la presidenta de la cámara Nancy Pelosi y los senadores John Kerry, Edward Kennedy y Christopher Dodd, mientras que en Nueva York, en la misa en la catedral de San Patricio, comulgó el ex alcalde de la ciudad Rudolph Giuliani. El gesto de ellos ha sido evidenciado por los medios también porque algunos de ellos lo habían preanunciado.

Por algunos días la comunión de los políticos católicos “pro choice” no ha provocado particulares reacciones. Pero rompió el silencio un comentario aparecido en el “Washington Post” del lunes 28 de abril, con la firma de un batallador columnista conservador, Robert Novak.

Novak ha hecho notar que los cinco habían recibido la comunión no del Papa sino del nuncio apostólico en los Estados Unidos, el arzobispo Pietro Sambi. Ha recordado que en el 2004, Ratzinger, como cardenal, había escrito que los políticos católicos “pro choice” no debían recibir la comunión. Ha reafirmado, citando anónimas “fuentes vaticanas”, que, como Papa, no ha cambiado de opinión al respecto. Y por lo tanto concluye que el gesto de los cinco “refleja la desobediencia a Benedicto XVI de los arzobispos de Nueva York y de Washington”, sus protectores.

Pocas horas después de la aparición del artículo de Novak en el “Washington Post”, uno de los dos arzobispos involucrados en la discusión, el cardenal de Nueva York, Edward Egan, difundió el siguiente comunicado:

“La Iglesia católica enseña con claridad que el aborto es una ofensa grave contra la voluntad de Dios. Durante mis años como arzobispo de Nueva York he reafirmado esta enseñanza en sermones, artículos, discursos y entrevistas sin dudas ni componendas de ningún tipo. Por este motivo acordé con Rudolph Giuliani, cuando fui nombrado arzobispo de Nueva York y él estaba en funciones como alcalde de Nueva York, que él no recibiría la eucaristía por su conocida posición favorable al aborto. Estoy profundamente disgustado por el hecho que Giuliani haya recibido la eucaristía durante la visita papal a Nueva York. Trataré de reunirme con él y de insistir para que sigua respetando nuestro acuerdo”.

Al comunicado de Egan la portavoz de Giuliani, Sunny Mindel, replicó poco después de la siguiente manera:

"El alcalde Rudy Giuliani seguramente desea reunirse con el cardenal Egan. Como ha dicho anteriormente, la fe del alcalde Giuliani es un tema profundamente personal y debe permanecer en la confidencialidad”

Con este ida y vuelta de respuestas entre el cardenal y el ex alcalde de Nueva York, ha vuelto al primer plano la cuestión que desde hace años atormenta a la Iglesia católica americana, y que tuvo su pico en el verano del 2004, año de las últimas elecciones presidenciales.

Aquel año, el candidato a la Casa Blanca por los demócratas era el católico “pro choice” Kerry. El arzobispo de St. Louis, Raymond Burke, rechazó darle la comunión, mientras otros obispos se comportaron de manera diferente.

Los primeros días de junio del 2004, desde Roma, el entonces cardenal Ratzinger envió al cardenal Theodore E. McCarrick, arzobispo de Washington y jefe de la comisión para la “domestic policy” de la conferencia episcopal de los Estados Unidos, una nota con indicaciones precisas sobre el asunto.

La nota era reservada, pero www.chiesa difundió el texto completo.

Esa nota de Ratzinger se reproduce de nuevo más abajo. Su tesis es inequívoca: ninguna comunión eucarística a los políticos católicos que hace campaña sistemática por el aborto.

Pero los obispos de los Estados Unidos, reunidos en asamblea general, deliberaron a mayoría que correspondía a cada obispo decidir si dar o no la comunión a los políticos católicos abortistas. Ratzinger no se opuso a este modo de aplicar la norma. Más aún, escribió que consideraba esa deliberación “very much in harmony” con sus indicaciones.

Reelecto George W. Bush para la Casa Blanca, la cuestión entró en la sombra. Y no reapareció ni siquiera en el curso de la actual campaña por las nuevas elecciones presidenciales, dada la ausencia de candidatos católicos.

Pero ahora que ha vuelto a estallar, la impresión es que entre los obispos de los Estados Unidos se está imponiendo una línea más severa. Ha impresionado que el cardenal Egan no se haya limitado a recordar principios generales, sino que haya criticado directamente a un famoso hombre político, por lo demás acusándolo de haber violado un acuerdo reservadamente asumido con él.

En Europa y en Italia ni siquiera se plantean estas cuestiones. El hecho que políticos católicos “pro choice” reciban la comunión no suscita particulares reacciones. Su opción se deja a la conciencia personal.

El hecho de que por el contrario en los Estados Unidos la cuestión sea tan inflamable es otro signo de la diversidad de los paisajes político-religiosos de este lado y del otro lado del Atlántico: una diferencia varias veces evidenciada por Benedicto XVI en el curso de su viaje y en la audiencia final del 30 de abril.

En los Estados Unidos la religión es un hecho público mucho más y de modo diferente que en Europa. Con las consecuencias que de ello se derivan.
  1. http://chiesa.espresso.repubblica.it/articolo/200122?sp=y

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