miércoles, 28 de mayo de 2008

16 lecciones sobre el Verbo Encarnado, Parte V, Cristo es verdadero hombre

Parte I: 16 lecciones sobre el Verbo Encarnado, Parte I, Introducción
Parte II: 16 lecciones sobre el Verbo Encarnado, Parte II, Cristo es Verdadero Dios
Parte III: 16 lecciones sobre el Verbo Encarnado, Parte III, Propiedades del cuerpo glorificado
Parte IV: 16 lecciones sobre el Verbo Encarnado, Parte IV, Cristo es verdadero Dios Segunda Parte

CRISTO ES VERDADERO HOMBRE

En la clase pasada dije que Renán había escrito una pentalogía en realidad una heptalogía: son siete obras, siete tomos.

Yo encontré en la Historia de la Literatura Francesa de Tribaudet un capitulo entero sobre Renán y allí nombré cinco obras componentes de la principal obra de Renán. Pero después, una amable señora me mandó las obras de Renán traducidas al castellano y editadas acá en la Argentina por una Editorial Anauta hace unos 40 años. Un libro todo amarillo ya.

Era la época del auge, de la fama de Renán acá. Después se apagó, como les dije el otro día. Entonces, hay dos obras más que yo no sabía y que las voy a leer poco a poco, cuando tenga tiempo. Empecé a leer la vida de Jesús. Es la historia de la persecución de Nerón en los primeros tiempos del cristianismo. La Vida de Jesús la leí durante mis estudios pero no entera porque llegó un momento en que me di cuenta qué era la Vida de Jesús de Renán.

Era una novela histórica, con los datos del Evangelio que él escogió, porque lo que no le convenía él no lo tomaba; y una gran imaginación é información de todo. De literatura antigua, de geografía de la Palestina, de todo. E hizo una novela histórica que se tiene en pie firmemente; de manera que es muy fácil que un hombre que no tenga versación en estas materias (de la exégesis del Evangelio) o bien no tenga mucha fe y lee eso, quede atrapado.

Hay que leer esto como obra de astucia, de insidia. Y ahora lo he vuelto a leer y veo que no me equivoqué. Es una novela histórica como la de "Doña Blanca de Navarra" de Navarro Villoslada, que tiene poquísimos datos acerca de la historia de Blanca de Navarra y hace sin embargo una novela en que uno la ve en vida a la desdichada princesa. Pero no era historia. Y así hay muchas novelas históricas que con pocos o muchos datos históricos del protagonista hacen obras que tienen una fuerza grandísima de persuasión porque parecen vivos los personajes.

Hemos visto la mitad del enjambre de herejías cristológicas que empiezan casi inmediatamente después de la muerte de Cristo, con los Ebionitas que eran judíos, y cuyo nombre significa "pobres", quienes negaban la divinidad de Cristo. Estos Ebionitas llegan —sin proponérselo— a un resultado excelente porque logran que —para combatirlos— San Juan escribiera su Evangelio que es el mejor de todos, tendiendo todo él a mostrar que Cristo era Dios.

Después de las herejías cristológicas que ya hemos visto, vienen las herejías trinitarias, puesto que la afirmación de que Cristo era Dios trae la pregunta: Bueno, ¿entonces Dios bajo del cielo y se hizo hombre? Resulta que una de estas corrientes heréticas que se llamó de los Petripasíanos afirmaba que quien murió en la cruz fue el mismo Padre. Que el mismo Dios que se llamaba Padre bajó y se llamó Hijo, padeciendo en la cruz en la figura de Simón Cireneo.

Las cosas más extrañas inventaron estos herejes. Hubo tantas herejías que ni los historiadores de la Iglesia las saben todas. No quedaron escritos de los herejes, salvo una que otra obra. Conocemos lo que decían por los escritos de los Santos Padres y por las refutaciones que en ellos les hacían.

De las herejías cristológicas, la mitad niega que haya sido verdadero Dios y la otra mitad niega que haya sido hombre. Existieron herejes que negaron la humanidad de Cristo. Unos decían que había tenido un cuerpo fantástico, ficticio, solo aparente. Se llamaron "doquetas" que significa aparentadores y había otros que se llamaban "apolinaristas" porque Apolinar, un obispo de Calcedonia, decía que Cristo no había tenido alma y que Dios, para unir al Verbo de Dios con el cuerpo de Cristo le quitó el alma y la sustituyó.

Esas son las dos maneras como negaban la humanidad de Cristo. Yo les dije en la primera clase que la razón humana no quiere aceptar cosas que no entiende, que le repugnan a su entendimiento, a su razonamiento.

Solamente la fe puede superar, vencer esa repulsión. Y en los primeros siglos que se hicieron cristianos a montones, sin mayor formación, cayeron fácilmente en la herejía, suprimiendo uno de los dos términos de la naturaleza de Cristo: o la divina o la humana y con esto suprimían el misterio. Porque que lo infinito se haya unido a lo finito esto ya es difícil de creer, aunque no es contradictorio. Pero decir en abstracto que lo infinito se hizo lo finito, no puede ser, es contradictorio. Lo infinito y lo finito son contradictorios entre sí. Los cristianos dicen que Dios se hizo hombre y eso no quiere decir que lo infinito se haya reducido a un hombre, se haya achicado, por decir así, sino que la Divinidad, sin ningún perjuicio ni menoscabo asumió a un hombre, a Jesús de Nazareth y la unió a la Divinidad, porque Dios puede todo; para Dios no hay nada imposible y eso no es imposible.

De manera que los "doquetas" se llamaron también "fantasistas" porque decían que el cuerpo de Cristo era fantástico o fantasmal. Los "apolinaristas" que siguieron a Apolinar, no se redujeron a la obediencia de la Iglesia, aunque éste sí se retractó. Aquellos siguieron diciendo que Cristo no tenía alma.

Apolinar el joven, escribió varios libros que se han perdido y juntó muchos prosélitos. Fue condenada su doctrina en el Concilio de Calcedonia (año 451) y en otros muchos concilios y él, repito, se sometió. La negación del alma de Cristo era muy tentadora porque resuelve enseguida la dificultad de la unión. No era un hombre, era un cuerpo humano. La dificultad mayor viene ahora y esta dificultad ha ocupado a los teólogos hasta nuestros días.

Los que negaron el cuerpo de Cristo se pueden dividir en tres herejías: los gnósticos, los doquetas y los maniqueos, que algunos estiman que son una misma, pero en rigor no lo son.

Los gnósticos tienen una cantidad de herejías bajo un solo nombre provenientes del paganismo, algunas de las cuales negaban la realidad del cuerpo de Cristo. Los "doquetas" negaban la humanidad y los "maniqueos" daban las razones por las cuales consideraban que había que negar esa humanidad. Fueron la causa, la raíz de esta negación y la causa era que creían que el cuerpo humano era malo. Por lo tanto Cristo no podía tener cuerpo humano.

La maniquea es una herejía sumamente curiosa que pone dos principios creadores de todo; uno bueno y otro malo. Viene de la Persia, donde creían en el dios del mal y el dios del bien. Un persa, Manes, hijo de reyes, entró en el cristianismo e introdujo esa idea del doble principio. Ellos constataban el mal en la tierra y no podían aceptar que ese mal viniera de Dios.

Ello resuelve el problema del mal en el mundo; aceptamos el mal pero no se lo atribuimos a Dios. Esta es la dificultad que pretenden superar. Piensan, pues, los maniqueos, que toda la parte visible del universo la creó el diablo y toda la parte invisible, o sea las almas, las creó Dios (y también los ángeles). Por eso en el Credo de Nicea, para combatirlo, se pone al referirse a Dios: "creador de todo lo visible e invisible".

Los doquetas tienen muchas variaciones, muchas escuelas diferentes, porque seguían el capricho de su imaginación, de manera que Basílides decía que Cristo no padeció; que el que fue azotado, coronado de espinas, crucificado fue Simón Cireneo con el aspecto de Cristo. Así como los patripasianos decían que el que sufrió y murió en la cruz fue el Padre Celestial, con el aspecto de Cristo.

La maniquea es una herejía singular porque ha llegado hasta nuestros días, como dando saltos en la Historia de la Iglesia. Primero, los maniqueos pelearon mucho tiempo, a –

los cuales perteneció San Agustín, quien después de convertido escribió nada menos que siete obras dedicadas a refutar a los maniqueos.

La más importante es "Contra Pautam maniqueum", que fue jefe en Roma cuando él era joven; un hombre de grandísima elocuencia que había propagado el maniqueísmo en Roma. Después saltamos a los albigenses en la Edad Media, que fueron exterminados por el Rey de Francia. Eran maniqueos también. Eran biprincipiantes. Y después esta herejía (la maniquea) saltó al calvinismo.

Calvino fue maniqueo de una manera especial. No dijo que existiera un dios del mal, pero puso el mal en la esencia del Dios cristiano, de manera que en el fondo incurría en el maniqueísmo porque dijo que Dios crea a algunos hombres con el fin de que se condenen y a otros con el fin de que se salven. Llaman a esto "la predestinación".

Y los que deben condenarse no tienen nada que hacer, es decir, pueden hacer lo que quieran, que de todos modos se condenarán. Están condenados antes de ser creados, de tal manera que esto es poner el mal en Dios. Esa doctrina es tremenda. Fue la que adoptaron los puritanos, los cuáqueros.

Una expedición de puritanos fue a Norteamérica y todavía hay muchos puritanos en Norteamérica, quizás más que en Inglaterra. Ahora bien esta herejía después saltó a los jansenistas. Y de éstos saltó a muchos escritores modernos, que los llaman pesimistas.

Creen más en el poder del diablo que en el poder de Dios. Hay un maniqueísmo más atenuado que el persa (que decía que hay un dios bueno que crea las cosas buenas y un dios malo que crea las malas) que dice que el mal es sustancial en la Creación. Hay otros más atenuados aún, que podrían llamarse semimaniqueístas, que simplemente dan demasiado valor a las cosas del mal en el mundo. De éstos hay una cantidad enorme, por ejemplo, muchísimos escritores ingleses.

Para los puritanos

􀂾 la materia es mala,

􀂾 el cuerpo del hombre es malo,

􀂾 el matrimonio es malo,

􀂾 el vino es malo,

􀂾 las diversiones son malas,

􀂾 la alegría es mala,

􀂾 la belleza es mala,

􀂾 las bellas artes son malas,

􀂾 la autoridad y el estado es malo.

􀂾 Incluso el viento es malo,

􀂾 el lenguaje humano es malo, pero como es una especie de aliento del alma en parte es bueno y en parte es malo.

Los dos grandes apologistas ingleses, Chesterton y Belloc, se pasaron la vida combatiendo la idea pesimista.

En Inglaterra hay tres grandes novelistas pesimistas: Thomas Hardy, Galworsty y Beresford que fue un novelista estupendo. Es al mismo tiempo que maniqueo o pesimista, modernista —que es otra herejía moderna—. En Francia se han anotado como semimaniqueos tres novelistas católicos; Bemanós, Mauriac y Julien Green.

Bernanós es sumamente pesimista en una obra maravillosa que se llama "Bajo el sol de Satanás". Pero después, en el curso de la vida, se fue moderando en sus ideas pesimistas. Su última obra "Diario de un cura de campaña" es equilibrada o por lo menos no es pesi

mista exagerada.

Hillaire Belloc y San Pío X

Cuando empezó a novelar tenía una idea tétrica de la Creación. En Alemania debe haber muchos; yo no conozco la literatura alemana.

Schopenhauer y Niestche parecen maniqueos, tienen una idea de la sustancialidad del mal, pero no son cristianos; los dos son ateos.

Schopenhauer Nietzsche Heidegger Martin

Hay un dibujante, Huekeí, que hizo una novela en historietas, en que muestra la vida de una mujer que ya estaba condenada de antemano. Era un calvinista. Va cayendo ella de desastre en desastre, hasta una muerte miserable, hasta el suicidio.

Julien Green es un pesimista al máximo. Yanqui o Irlandés, educado en Francia, su especialidad son los problemas teológicos en ambientes sombríos. En su novela "Moira" (esta es la mejor de sus novelas, según dicen) el tema está dado en una frase de Green: "la religión en estado salvaje". El protagonista de la novela tiene la religión en ese estado. El héroe es un estudiante yanqui, que no tiene una religiosidad primitiva sino una religiosidad alocada y destornillada. En la novela da el retrato de una universidad yanqui de provincia; esquemático, pero verdadero. Dibuja con precisión sus tres o cuatro caracteres y da el clima; da también la sensación de "lo maligno impalpable". Escribió un panfleto en contra de los católicos de Francia.

Esta ha sido la posición de los que sostienen que Cristo no fue verdadero hombre. En la Escritura hay una gran cantidad de textos que hablan de la carne de Cristo o simplemente del hombre de Cristo. Todos los Evangelios prueban esa tesis porque los Evangelios son la historia de un hombre.

Son crónicas de un hombre no ficticio o aparente, sino de un hombre como todos, que nació como un hombre, vivió como un hombre, tuvo todas las etapas de un hombre: infancia, adolescencia, vida pública, predicación, tuvo dolor, alegría, se enojó, se entusiasmó.

Todas las cosas del hombre las mostró Cristo en su vida. No vale la pena que lea un montón de textos cuando todos los Evangelios muestran este aspecto. Desde que comenzó la Iglesia ha sido tenido por hombre. El otro día les leí una de las cartas de San Ignacio de Antioquía, en las que se ve el entusiasmo casi delirante que tenía por Jesucristo y todos los santos han tenido un amor a Jesucristo hombre. Como Dios lo adoran, pero como hombre le tienen un amor enorme.

Conocemos ya dos textos en los cuales Cristo está afirmado como hombre. Cuando los Evangelios dicen que el Verbo se hizo carne. De esto, los "apolinaristas" dicen que se hizo carne, pero no dicen que haya tenido alma. San Pablo dice: "A semejanza de la carne de pecado se hizo y fue reconocido hombre". De manera que la conducta de, Cristo hacía ver que era un hombre. Cuando San Pablo dice que tomó "carne de pecado" no quiere decir qué Cristo haya cometido pecados.

El dijo: ¿"Quién de ustedes podrá en Mí mostrar algún pecado?".

Otra cosa, aparte del pecado: que Cristo no tuvo como hombre, es la enfermedad. El no se enfermó, a no ser las quince horas de su Pasión; pero allí no se enfermó; lo enfermaron, lo deshicieron. Parece que no se rió nunca. Los Evangelio no lo dicen. Seguramente se sonrió muchas veces; hay muchas frases del Evangelio que requieren una sonrisa.

Cuando el joven rico se le presentó y el dijo: "Maestro bueno, ¿qué tengo que hacer para salvarme?" y El le contesto —"¿Por qué me llamas bueno? No más bueno que Dios"

Ahí parece que Cristo negó que fuera Dios, pero lo que quiso decir fue: "Si crees que Yo soy un hombre no me debes llamar bueno, porque los hombres no son buenos. Sólo Dios es bueno. De esa manera enigmática le dijo que El era Dios. Entonces Cristo le dijo que cumpliera los mandamientos y se los puso a enumerar salteados, como le iban saliendo.

Y el chico dijo: "Todo eso lo he cumplido desde mi niñez". Entonces Cristo lo miró con amor, dice la Vulgata latina, pero el texto griego pone "Cristo le sonrió". Esta es la única vez que dice el Evangelio que Cristo sonrió. Y El añadió que si quería ser perfecto debía ir y vender todo y darlo a los pobres y así tendría un tesoro en el cielo. El joven no quiso porque tenía muchas posesiones, dice el Evangelista. Entonces Cristo se entristeció. Allí les dijo a los Apóstoles: "Es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el Reino de los Cielos".

San Pedro dijo en seguida: "Entonces nadie se puede salvar". Pero nada hay imposible para Dios. Este es el episodio de la sonrisa de Cristo.

La principal objeción contra la idea de que Cristo fue humano es el problema del mal, como he dicho. Los maniqueos y todos los que de ellos derivaron hasta hoy día. Santo Tomás resolvió el problema. San Agustín ya había dado la solución en una fórmula un poco obscura. Dijo: "Si Dios no fuera tan poderoso y tan bueno qué puede convertir el mal en bien, no lo hubiera dejado existir": Santo Tomás, con mucho trabajo, dio la solución completa a la teoría del mal, que es muy larga, pero voy a decir tres conceptos principales.

Estaba comiendo en la mesa del Rey de Francia (San Luis de Francia); estaba muy pensativo en la mesa; hasta que de pronto dio un puñetazo y dijo: "esto es decisivo contra los maniqueos".

Las proposiciones de Sto. Tomás son las siguientes:


1. el mal no es una sustancia, sino una privación. Es la privación de algo debido en alguna cosa. Por ejemplo un ciego no tiene una cosa que debe tener, que es la vista. Una piedra, por ejemplo, no tiene una privación sino una negación de la vista. Hay tres cosas diferentes que son: la sustancia, la privación y la negación.

2. La segunda proposición es: por lo tanto, el mal no tiene causa eficiente, sino causa deficiente. Es decir, que si Dios no causa el mal ¿quién lo causa? Lo causa la deficiencia de los ángeles y de los hombres. Igualmente el pecado es deficiencia del recto orden de la Creación. El desencaminamiento recto de las acciones es el pecado. El mal no lo puede causar Dios. Ha permitido que el hombre fuera libre. Y así vino el pecado de los ángeles que desviaron el camino para el cual habían sido creados y se desviaron de la razón misma y quisieron ser lo que nunca podían ser. Así cayeron. De manera que no tiene causa el mal; es una deficiencia en una acción de una criatura. También es una deficiencia en las cosas, como la enfermedad, que es una deficiencia de la salud.

3. El mal está en el ser como en un sujeto. El mal no puede existir solo; debe existir algo que lo soporte, que lo sostenga. Es decir que el mal está siempre en alguna naturaleza o en alguna sustancia, inerte o viviente. Esa es la solución del problema del mal de Sto. Tomás, de manera que no se puede achacarle a Dios el origen del mal.

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