lunes, 15 de febrero de 2010

La Santa Cuaresma

I. Introducción
II. Miércoles de Ceniza
III. Mensaje se S.S. Benedicto XVI para la Santa Cuaresma 2010 (link externo)


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El Miércoles de Ceniza

El austero pregón que en este día hace la Santa Iglesia da comienzo a los ayunos y abstinencias de la Santa Cuaresma, en el día de hoy el cristiano debe tener presente su muerte corpórea, que volverá a la tierra de donde fue hecho, y debe meditar las horribles consecuencias del pecado, la vida sin Dios, el desenfreno de la carne y la ausencia de misericordia para con sus hermanos.
Antes de la Santa Misa se bendice la ceniza, sacada de los ramos benditos el año anterior. Tanto los textos como el canto que acompaña son una exhortación a la compunción del corazón y a la enmienda de los errores de la vida cotidiana. Al recibir las cenizas, inclina humildemente tu cabeza, con la Antífona que tú corazón diga: "Escúchanos, Señor, ya que tu misericordia es benigna: vuelve a nosotros, Señor, tus ojos, inmensamente compasivo como eres y bondadoso", y al recibir las cenizas que tus oídos oigan la sentencia: "Meménto, homo, quia pulvis es, et in púlverem revertéris" - "Acuérdate, hombre, que eres polvo, y que en polvo has de convertirte". Polvo somos, puesto que del limo de la tierra salió Adán y de Adán descendemos todos, y en polvo hemos de convertirnos, ¿de que presume tanto el hombre?, ¿por qué idolatra tanto su cuerpo?, ¿por qué ordena toda su vida en complacerlo?.
La vida del hombre ha de ser milicia sobre la tierra, en la que el cristiano verdadero debe combatir al demonio, al mundo y a la carne; y para ello, es preciso la penitencia y el ayuno, pero no toda forma de ayuno es meritoria; el ayuno cuaresmal, para ser agradable a Dios y provechoso a nuestras almas debe revestir, según el Santo Evangelio de hoy (San Mateo VI, 16-21) las siguientes cualidades: humilde sinceridad de corazón, santa alegría espiritual y ausencia de vana ostentación.

domingo, 14 de febrero de 2010

La Santa Cuaresma - Introducción

La Cuaresma propiamente dicha empieza el primer domingo de Cuaresma, pero en cuanto a los ayunos y abstinencias comienza el Miércoles de Ceniza. Su objeto es preparar dignamente la celebración anual de la Pasión, Muerte y Resurección del Salvador, y prepararlas con una más intensa oración, con prácticas de penitencia, con exhortaciones apremiantes a la conversión, con obras de misericordia y con lecturas Bíblicas y patrísticas conmovedoras, de las que ofrecen un riquísimo mosaico tanto el Breviario como el Misal. Antíguamente preocupábala especialmente a la Iglesia, durante Cuaresma, la preparación de los catecúmenos para el bautismo solemne y la reconciliación de los pecadores y penitentes públicos; hoy su preocupación principal es el Cumplimiento Pascual y la recristianización de la sociedad cristiana, tendiente siempre a paganizarse. A estos efectos, la Santa Misa de cada día de Cuaresma, Misa nueva y fecunda en hondos pensamientos, puede servir de eficaz programa.

martes, 14 de julio de 2009

El átomo de Jesús Hostia, Poesía de la Floresita

Soy solo un grano de polvo,
Mas quiero tener mansión
En las sombras del santuario
Junto al padre del amor.
Por la hostia mi alma suspira,
Le amo y no quiero otro don.
El dios oculto me atrae,
¡oh, jesús!, Tu átomo soy.

Quiero estar en la ignorancia
Y olvido de lo creado,
Y consolar en silencio
Al huésped del copon sacro.

Quisiera salvar las almas
Y de impíos hacer santos,
¡dale corazón de apóstol,
Dulce jesús, a tu átomo…!
Si es que el mundo me desprecia
Y me mira como nada
Me inunda una paz divina
Si estoy en la hostia anclada.
Cuando me acerco al copón,
Mis penas son escuchadas…
Ser nada es, jesús, mi gloria
Ser tu átomo me encanta.

Cuando el cielo esta sombrío
Y volar no puede el átomo,
Quiere esconderse en la sombra
A la puerta del sagrario.

Entonces la luz divina,
Que regocija a los santos,
Calienta aquí en esta tierra
De jesús al pobre átomo…
Bajo la luz de la gracia
Queda el átomo radiante;
Cuando la ligera brisa
Pasa, el sonríe tremante…
¡oh, qué inefable delicia!
¿que bienes no son tu parte…?
Hasta la hostia-jesús
El pobre atomo se abate…

Ante la hostia consumiéndose,
Del sagrario al vivo amor,
Asi pasara mi vida
Del fin a la expectación.

Cuando la prueba termine,
Volando al seno de dios,
¡de la eucaristía el atomo
Brillará ante su señor…!
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Fines, Valor y Frutos de la Santa Misa

La Santa Misa se ofrece para cuatro grades fines:

1. Para dar a Dios Culto supremo de adoración.
2. Para agradecerle todos sus inmensos beneficios.
3. Para pedirle todos los bienes espirituales y temporales.
4. Para satisfacerle por todos nuestros pecados.

Cuando se asiste a la Santa Misa se debe tener presente estos cuatro fines o intenciones generales, a los cuales cada uno puede añadir otros particulares. Por eso la Santa Misa llena todas las necesidades y satisface todas las aspiraciones del alma y resume en sí toda la escencia de la Verdadera Fe

El Valor de la Santa Misa, en cuanto a su suficiencia, es infinito, tanto en la extención como en la intensidad, y ello a causa de la dignidad del Pontífice y de la Hostia, que es el mismo Jesucristo. Por consiguiente, la Misa es por si misma suficiente para borrar los crímenes de todos los hombres, para satisfacer por todas las deudas y para alcanzar de Dios todos los bienes espirituales y materiales, en relación a la salvación. En cuanto a eficacia práctica, el valor latréutico (o de adoración) y el valor eucarístico (o de acción de gracias) de la Misa es tambien infinito, ya que una sola Misa procura a Dios una gloria que sobrepuja a todas las alabanzas de todas las criaturas visibles e invisibles, sin embargo, la eficacia impetratoria y satisfactoria de la Santa Misa es finita y limitada, y proporcionada a nuestra capacidad y disposiciones.

Los frutos de la Santa Misa son los bienes que reporta el Sacrificio de Cristo, y pueden reducirse a estos tres:

1. El fruto general, del cual participan todos los fieles no excomulgados, vivos y difuntos, y especialmente los que asisten a la Misa y toman en ella parte mas activa.
2. El fruto especial, del cual dispone el Sacerdote-Celebrante en favor de determinadas personas e intenciones.
3. El fruto especialísimo, privativo del Sacerdote celebrante.
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