miércoles, 31 de octubre de 2007

Fiesta de todos los Santos - 1ero de Noviembre


Acercándose el término del ciclo litúrgico, la Iglesia que durante el año sólo puede honrar determinadamente algunos de sus hijos más preclaros, quiere en la Fiesta del 1 de noviembre congratularse con todos los millones de almas redimindas con la sagre del Cordero, ensalzando a aquella "gran muchedumbre que nadie puede contar". Esta fiesta se celebra ya en el siglo V con el título "Todos los Mártires". En Roma S.S. Bonifacio IV consagró el panteón pagano al culto de María y de todos los Mártires el día 13 de mayo. Más tarde, en el siglo IX, el Papa Gregorio IV mandó que se celebrara en toda la Iglesia la fiesta de Todos los Santos, para que ninguno quedase sin la debida veneración trasladándose al 1 de noviembre.
Aconseja el Kempis que no discutamos sobre cuál es el mayor de los Santos. Ya dijo Jesús que Juan Bautista era el mayor entre los nacidos de mujer -por su tarea, por su misión- pero, aun así, añadió que el más pequeño en el reino de los cielos es, puede ser, mayor que Juan. Pues será más santo el que tenga más amor, el que se deje poseer más por Dios. Y eso sólo Dios lo sabe.
El Apocalipsis nos dice que son innumerables los santos, los marcados con el sello de Dios en sus frentes: doce mil de cada una de las doce tribus de Israel. Estas doce tribus representan a la Iglesia, a todo el pueblo de Dios. Y en cuanto a los números, el doce se interpreta como plenitud, y el mil como solidez. El mismo autor sagrado dice que se trataba de una muchedumbre ingente de toda nación, pueblos y tribus.
Es la confirmación de la vocación universal a la santidad de que nos habla Jesús mismo cuando dice: “Sed perfectos como perfecto es vuestro Padre celestial. (Mateo 5:48)
Una vez un catequista preguntó a un niño qué era un santo. El niño, antes, estando un día en la iglesia, preguntó a su mamá qué eran aquellas figuras que veía en las vidrieras de la iglesia y que brillaban tanto cuando salía el sol. Su mamá le había dicho que eran santos. Y ahora el niño contestó al catequista con rapidez y precisión: Un santo es un hombre por donde pasa la luz. Preciosa definición.
Eso son los santos: seres transparentes, espejos de la luz de Dios, que se purifican constantemente para captarla mejor y reflejarla más perfectamente.
San Bernardo nos enseña cómo celebrar la fiesta de Todos los Santos: «la veneración de su memoria redunda en provecho nuestro, no suyo. En cuanto a mí, confieso que, al pensar en ellos, se enciende en mí un fuerte deseo».

viernes, 5 de octubre de 2007

¡¿Aló?!, ¿Vaticano?, ¿Hay alguién allá?

Estimados Hermanos: Como no se holandés, titulé este mensaje en inglés, pues por lo que sé los holandeses son prácticamente multilingües, esta información aparece en Chiesa

Pero antes permítaseme una reflexión:

Hasta hace poco, si un sacerdote quería decir Misa Tradicional debía pedir permiso a su Obispo, y en el 95% de los casos, este se lo negaba por motivos pastorales o por cualquier razón administrativa, hoy, con motu proprio de por medio, ya hay varios prelados que prestamente le han reinterpretado y buscado resquicios disciplinarios y pastorales para decir “Misa Tridentina bienvenida sea pero no en mi diócesis”, o bien, simple y llanamente, han dicho que no, ni aquí ni en la diócesis de la quebrada del ají. Pues bien, unos sacerdotes holandeses han inventado una Misa, y dado sus recetas al mundo que quiera escucharla y practicarla, y estos mismos obispos o dicen poco o dicen mucho sin decir nada. Auto demolición galopante con el beneplácito de los siempre callados modernistas.


En Holanda inventan otra misa. Con el copyright de los dominicos

El experimento ya está en curso. En lugar del sacerdote hay hombres y mujeres designados por los fieles. Y todos juntos pronuncian las palabras de la consagración, que también se varían a voluntad. Según los dominicos holandeses, eso es lo que quiere el Concilio Vaticano II
por Sandro Magister

ROMA, 3 de octubre del 2007 – En el volver a darle plena ciudadanía al rito antiguo de la misa, con el motu proprio “Summorum Pontificum”, Benedicto XVI ha mencionado su intención de reaccionar también al exceso de “creatividad” que en el nuevo rito “llevó a menudo a deformaciones de la liturgia al límite de lo soportable”.
Ateniéndose a lo que ocurre en algunas áreas de la Iglesia, esta creatividad incide no sólo sobre la liturgia sino también sobre los mismos fundamentos de la doctrina católica.
En Holanda, en Nijmegen, en la iglesia de los frailes agustinos, cada domingo la misa es presidida conjuntamente por un protestante y por un católico, que se turnan entre la liturgia de la Palabra y el sermón, y la liturgia eucarística. El católico es casi siempre un simple laico, y frecuentemente una mujer. Para la plegaria eucarística, en vez de los textos del misal se prefieren los textos compuestos por el ex jesuita Huub Oosterhuis. El pan y el vino lo comparten todos.
Ningún obispo ha autorizado jamás esta forma de celebración. Pero el P. Lambert van Gelder, uno de los agustinos que la promueve, está seguro de estar en lo correcto: “En la Iglesia son posibles diferentes formas de participación, nosotros somos parte de la comunidad eclesial a todos sus efectos. No me considero para nada cismático”
Siempre en Holanda, los dominicos han hecho más, con el consenso de los provinciales de la orden. Dos semanas antes de que entrara en vigor el motu proprio “Summorum Pontificum” distribuyeron en todas las 1300 parroquias católicas un opúsculo de 38 páginas titulado “Kerk en Ambt”, Iglesia y ministerio, en el cual proponen transformar en regla general lo que en varios lugares ya se practica espontáneamente.
La protesta de los padres dominicos es que, a falta de un sacerdote, sea una persona escogida por la comunidad quien presida la celebración de la misa: “No importa que sea hombre o mujer, homo o heterosexual, casado o célibe”. La persona escogida previamente y la comunidad son exhortados a pronunciar juntos las palabras de la institución de la eucaristía: “Pronunciar estas palabras no es una prerrogativa reservada a los sacerdotes. Esas palabras constituyen la consciente expresión de fe de la comunidad entera”.
El opúsculo se abre con la explícita aprobación de los superiores de la provincia holandesa de la orden de los predicadores y dedica las primeras páginas a una descripción de lo que sucede el domingo en las iglesias de Holanda.
Por escasez de sacerdotes, no en todas las iglesias se celebra la misa. Desde el 2002 al 2004 el número total de las misas dominicales en Holanda ha descendido de 2200 a 1900. En cambio, en el mismo periodo ha aumentado de 550 a 630 el número de “servicios de Palabra y comunión”: es decir, liturgias que la sustituyen, sin el sacerdote y por tanto sin celebración sacramental, en las cuales la comunión se hace con hostias consagradas antes.
En algunas iglesias la distinción entre la misa y el rito que la sustituye es percibida claramente por los fieles. Pero en otras no, las dos cosas son consideradas de igual valor, intercambiables en todo. Más aún, el hecho de que sea un grupo de fieles el que designe al hombre o mujer que guía la liturgia sustituta consolida en los mismos fieles la idea de que su elección “desde abajo” es más importante que el envío de un sacerdote de afuera y “desde arriba”.
Y lo mismo ocurre para la formulación de las plegarias y para el ordenamiento del rito. Se prefiere dar libre campo a la creatividad. Las palabras de la consagración, en la misa, son frecuentemente sustituidas por “expresiones más fáciles de entender y más en sintonía con la moderna experiencia de fe”. En el rito sustituto, sucede frecuentemente que a las hostias consagradas se agregan hostias no consagradas y se distribuyen todas juntas para la comunión.
En estos comportamientos los dominicanos holandeses distinguen tres expectativas difundidas:

– que los hombres y las mujeres a quienes se les confía que presidan la celebración eucarística sean escogidos “desde abajo”;
– que se espera que “esta elección sea seguida de una confirmación o bendición, u ordenación por parte de la autoridad de la Iglesia”;
– que las palabras de la consagración “sean pronunciadas tanto por quienes presiden la eucaristía, como por la comunidad de las que ellos son parte.

A juicio de los dominicanos holandeses, estas tres expectativas tienen pleno fundamento en el Concilio Vaticano II.
La movida decisiva del Concilio, a su juicio, ha sido la de introducir en la constitución sobre la Iglesia el capítulo sobre el “pueblo de Dios” antes que el de “la organización jerárquica constituida desde lo alto hasta lo bajo, desde el Papa y desde los obispos.
Esto implica sustituir una Iglesia “pirámide” con una Iglesia “cuerpo”, con el laicado como protagonista.
Y esto implica también una visión diferente de la eucaristía.
La idea que la misa sea un “sacrificio” – sostienen los dominicos holandeses – está también ligada al modelo “vertical”, jerárquico, en el cual sólo el sacerdote puede pronunciar válidamente las palabras de la consagración. Un sacerdote varón y célibe, como está prescrito por “una antigua teoría de la sexualidad”.
En cambio, del modelo de la Iglesia “pueblo de Dios” deriva una visión de la eucaristía más libre y paritaria: como simple “compartir el pan y el vino entre hermanos y hermanas en medio de lo cual está Jesús”, como “mesa abierta también a gente de diferentes tradiciones religiosas”.
El opúsculo de los dominicos holandeses termina exhortando a las parroquias a escoger “desde abajo” las personas a las cuales hacer presidir la eucaristía. Si por motivos disciplinarios el obispo no confirmase a tales personas – porque están casadas, o porque son mujeres – las parroquias seguirán igualmente su camino: “Sepan que ellas de todos modos están habilitadas para celebrar una real y genuina eucaristía cada vez que se reúnen en oración y comparten el pan y el vino”. Los autores del opúsculo son el padre Harrie Salemans, párroco de Utrecht, Jan Nieuwenhuis, ex director del centro ecuménico de los dominicos de Ámsterdam, André Lascaris y Ad Willems, ex profesor de teología en la universidad de Nijmegen.
En la bibliografía citada por ellos sobresale otro, más famoso, teólogo dominico holandés, Edward Schillebeeckx, 93 años, que en los años ochenta terminó bajo el examen de la congregación para la doctrina de la fe por tesis cercanas a las que ahora confluyen en el opúsculo.
La conferencia episcopal holandesa se reserva replicar oficialmente. Pero ya ha hecho saber que la propuesta de los dominicos se presenta “en conflicto con la doctrina de la Iglesia católica”. Desde Roma, la curia general de los predicadores ha reaccionado débilmente. En un comunicado del 18 de setiembre – no publicado en el sitio web de la orden – ha definido el opúsculo como una “sorpresa” y ha tomado distancia de la “solución” propuesta. Pero ha señalado que comparte “la inquietud” de los hermanos holandeses sobre la escasez de sacerdotes: “Puede ser que sientan que la autoridad de la Iglesia no haya tratado suficientemente este asunto y, como consecuencia, empujen así a un diálogo más abierto. [...] Creemos que a esta inquietud se debe responder con una reflexión teológica y pastoral prudente entre la Iglesia interna y la orden dominicana”. Desde Holanda, los dominicos han anunciado una próxima reimpresión del opúsculo, cuyas primeras 2500 copias se agotaron rápidamente.

  1. Información desde el sitio Chiesa
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