Desde "Pontifex" traducido por "La Buardilla de Jerónimo:
Entrevista realizada por Bruno Volpe a Monseñor Nicola Bux.
“Pero… ¿qué fiesta? La Liturgia es un drama”: lo afirma Monseñor Nicola Bux, teólogo y liturgista de reconocida fama. Con él, hemos afrontado el tema del sentido de lo sagrado en la Liturgia.
Creo que este sentido de lo sagrado se podrá recuperar cuando comprendamos que la Misa no es nunca un espectáculo, un entretenimiento o una propiedad de cada sacerdote, sino un verdadero y propio drama. A menudo nos llenamos la boca con la palabra “fiesta”, pero… ¿qué fiesta? En la Misa recordamos el sacrificio de Cristo, ésta es la verdad. Cristo se ha inmolado por nosotros y luego se usa la palabra fiesta… Es correcto hablar de fiesta sólo después de haber comprendido y aceptado el concepto de que Cristo ha dado la vida por nosotros. Sólo entonces es lícito hablar de fiesta, pero nunca antes.
Luego añade:
Una buena Liturgia debe tener en su centro la cruz pero, al ser colocada frecuentemente a un lado o en lugares poco visibles, ésta ha perdido su significado verdadero y auténtico. Parece mucho más un objeto accesorio que un centro de adoración. A veces tengo la sensación de que una cruz en el centro del altar produce fastidio, casi incomodidad. Para ser duros: la mayoría de las veces, no la mira nadie.
Monseñor Bux habla del concepto de devoción:
Para volver a dar a la Liturgia el sentido de lo sagrado, es necesaria la devoción. Basta de Misas celebradas como acontecimientos mundanos y entretenimiento. Es necesaria la devoción, el encuentro con el rostro de Dios. Pero desgraciadamente esto ocurre muy pero muy raramente. Sin un encuentro con el verdadero rostro de Dios, sin devoción, la Misa se convierte en un ritual, en una auto-celebración del sacerdote que no tiene ningún sentido.
Provocadoramente, monseñor Bux plantea una pregunta:
Entrevista realizada por Bruno Volpe a Monseñor Nicola Bux.
“Pero… ¿qué fiesta? La Liturgia es un drama”: lo afirma Monseñor Nicola Bux, teólogo y liturgista de reconocida fama. Con él, hemos afrontado el tema del sentido de lo sagrado en la Liturgia.
Creo que este sentido de lo sagrado se podrá recuperar cuando comprendamos que la Misa no es nunca un espectáculo, un entretenimiento o una propiedad de cada sacerdote, sino un verdadero y propio drama. A menudo nos llenamos la boca con la palabra “fiesta”, pero… ¿qué fiesta? En la Misa recordamos el sacrificio de Cristo, ésta es la verdad. Cristo se ha inmolado por nosotros y luego se usa la palabra fiesta… Es correcto hablar de fiesta sólo después de haber comprendido y aceptado el concepto de que Cristo ha dado la vida por nosotros. Sólo entonces es lícito hablar de fiesta, pero nunca antes.
Luego añade:
Una buena Liturgia debe tener en su centro la cruz pero, al ser colocada frecuentemente a un lado o en lugares poco visibles, ésta ha perdido su significado verdadero y auténtico. Parece mucho más un objeto accesorio que un centro de adoración. A veces tengo la sensación de que una cruz en el centro del altar produce fastidio, casi incomodidad. Para ser duros: la mayoría de las veces, no la mira nadie.
Monseñor Bux habla del concepto de devoción:
Para volver a dar a la Liturgia el sentido de lo sagrado, es necesaria la devoción. Basta de Misas celebradas como acontecimientos mundanos y entretenimiento. Es necesaria la devoción, el encuentro con el rostro de Dios. Pero desgraciadamente esto ocurre muy pero muy raramente. Sin un encuentro con el verdadero rostro de Dios, sin devoción, la Misa se convierte en un ritual, en una auto-celebración del sacerdote que no tiene ningún sentido.
Provocadoramente, monseñor Bux plantea una pregunta:
¿Cuántos actualmente, celebrando la Misa, dirigen la mirada a Dios y a la cruz? Pocos. Y por eso el sentido de lo sagrado va disminuyendo en nuestras Misas.
Y entonces, ¿qué se puede hacer?
Pienso que una buena idea podría la ser siguiente: en la segunda parte de la Misa, desde el ofertorio en adelante, el sacerdote podría celebrar dirigido hacia la cruz, ad orientem.
¿Por qué razón ad orientem?
De este modo, los fieles no verían ya la figura del sacerdote, que no es el protagonista, sino que junto con él contemplarían la cruz, el misterio.
Por lo tanto, una posición ad orientem en la segunda parte de la Misa…
Me parece conveniente. De esta manera, la Liturgia adquiriría un valor mucho más escatológico, de misterio y adoración; la gente misma comenzaría a comprender y apreciar el valor escatológico, por usar una palabra difícil, de la Liturgia. Mirar a oriente equivale a contemplar al Señor que viene. Pienso que esta posición, que por otro lado es la que usan los orientales, puede ayudar a encontrar mayor recogimiento. He aquí mi modesta propuesta para una reforma gradual y sensata: mirar a oriente en la segunda parte de la Santa Misa.
En una entrevista que nos ha concedido algunos días atrás, el historiador Franco Cardini ha hablado de crisis del sentido de lo sagrado…
Es necesario ver en qué sentido ha dicho esta afirmación. Pero el sentido de lo sagrado es Dios. Aparentemente, este sentido de lo sagrado, es decir, de cercanía y de búsqueda de Dios, hoy parece ofuscado, es cierto. Pero yo no sería tan pesimista. En el fondo, el hombre busca siempre, por naturaleza, a Dios. Muchas veces también por comodidad personal o con formas corrompidas y equivocadas como la superstición o la magia, pero a fin de cuentas ese contacto es buscado. La alianza con Dios, incluso egoístamente, es conveniente para el hombre.
Y entonces, ¿qué se puede hacer?
Pienso que una buena idea podría la ser siguiente: en la segunda parte de la Misa, desde el ofertorio en adelante, el sacerdote podría celebrar dirigido hacia la cruz, ad orientem.
¿Por qué razón ad orientem?
De este modo, los fieles no verían ya la figura del sacerdote, que no es el protagonista, sino que junto con él contemplarían la cruz, el misterio.
Por lo tanto, una posición ad orientem en la segunda parte de la Misa…
Me parece conveniente. De esta manera, la Liturgia adquiriría un valor mucho más escatológico, de misterio y adoración; la gente misma comenzaría a comprender y apreciar el valor escatológico, por usar una palabra difícil, de la Liturgia. Mirar a oriente equivale a contemplar al Señor que viene. Pienso que esta posición, que por otro lado es la que usan los orientales, puede ayudar a encontrar mayor recogimiento. He aquí mi modesta propuesta para una reforma gradual y sensata: mirar a oriente en la segunda parte de la Santa Misa.
En una entrevista que nos ha concedido algunos días atrás, el historiador Franco Cardini ha hablado de crisis del sentido de lo sagrado…
Es necesario ver en qué sentido ha dicho esta afirmación. Pero el sentido de lo sagrado es Dios. Aparentemente, este sentido de lo sagrado, es decir, de cercanía y de búsqueda de Dios, hoy parece ofuscado, es cierto. Pero yo no sería tan pesimista. En el fondo, el hombre busca siempre, por naturaleza, a Dios. Muchas veces también por comodidad personal o con formas corrompidas y equivocadas como la superstición o la magia, pero a fin de cuentas ese contacto es buscado. La alianza con Dios, incluso egoístamente, es conveniente para el hombre.
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