Últimamente, parece que los políticos, y especialmente ciertos gobernantes, están haciendo agua.
El Presidente Sarkozy, fue elegido con una expresiva mayoría para gobernar Francia por causa de su promesa de volver a las tradiciones francesas y abandonar el camino hacia la anarquía, iniciado en el Mayo francés (1968).
Los políticos tienen mala memoria. Al poco tiempo, el Presidente olvidó sus promesas y creyó poder gobernar a Francia como un déspota antiguo, sin respetar la orientación de la opinión pública, especialmente del sector que le dio sus votos.
Así, con un estilo agitado, precipitado y febril, fue superponiendo propuestas y tomando actitudes, tanto en el terreno nacional como en el internacional.
Y creyó que Francia lo seguiría en todo. Entonces, comenzó a mostrar, de forma desdeñosa, una vida privada poco consonante con su perfil un tanto conservador de la campaña electoral. La caída vertiginosa de su prestigio fue casi inmediata.
Hombre lleno de recursos, y quizá asesorado por alguien que conoce bien las actuales tendencias de la opinión pública, acaba de realizar un viaje-show a Inglaterra para ponerse bajo el manto secularmente prestigioso de la monarquía inglesa. Y, podríamos agregar, un prestigio que cubre a las viejas monarquías europeas. Si no, que lo diga Chávez. Creo que no es necesario recordar el “¿Por qué no te callas?”.
Sarkozy no se equivocó en sus cálculos. El resultado del viaje fue una rápida ascensión de su prestigio en Francia.
Otros gobernantes, que se encuentran flotando en la oscuridad o en mares tempestuosos, parecen estar tomando nota de la receta: existe un salvavidas inglés. Entre ellos, la Presidenta chilena.
El Presidente Sarkozy, fue elegido con una expresiva mayoría para gobernar Francia por causa de su promesa de volver a las tradiciones francesas y abandonar el camino hacia la anarquía, iniciado en el Mayo francés (1968).
Los políticos tienen mala memoria. Al poco tiempo, el Presidente olvidó sus promesas y creyó poder gobernar a Francia como un déspota antiguo, sin respetar la orientación de la opinión pública, especialmente del sector que le dio sus votos.
Así, con un estilo agitado, precipitado y febril, fue superponiendo propuestas y tomando actitudes, tanto en el terreno nacional como en el internacional.
Y creyó que Francia lo seguiría en todo. Entonces, comenzó a mostrar, de forma desdeñosa, una vida privada poco consonante con su perfil un tanto conservador de la campaña electoral. La caída vertiginosa de su prestigio fue casi inmediata.
Hombre lleno de recursos, y quizá asesorado por alguien que conoce bien las actuales tendencias de la opinión pública, acaba de realizar un viaje-show a Inglaterra para ponerse bajo el manto secularmente prestigioso de la monarquía inglesa. Y, podríamos agregar, un prestigio que cubre a las viejas monarquías europeas. Si no, que lo diga Chávez. Creo que no es necesario recordar el “¿Por qué no te callas?”.
Sarkozy no se equivocó en sus cálculos. El resultado del viaje fue una rápida ascensión de su prestigio en Francia.
Otros gobernantes, que se encuentran flotando en la oscuridad o en mares tempestuosos, parecen estar tomando nota de la receta: existe un salvavidas inglés. Entre ellos, la Presidenta chilena.
¿Qué hace la Señora Bachelet en Windsor?
Es claro. Ella ha ido a Inglaterra a la Cumbre de Gobiernos Progresistas, para proponer más igualitarismo. Pero ha aprovechado la ocasión para cubrirse un tanto con el prestigio de la Monarquía.
Según informa el diario “El País”, de España (4 de abril de 2008), la Presidenta Bachelet ha asumido un nuevo papel: el de ideóloga. En un artículo de opinión en ese diario, titulado “Un Nuevo Progresismo”, ella se sitúa a sí misma entre los nuevos líderes de la centroizquierda internacional (sic!).
Es claro. Ella ha ido a Inglaterra a la Cumbre de Gobiernos Progresistas, para proponer más igualitarismo. Pero ha aprovechado la ocasión para cubrirse un tanto con el prestigio de la Monarquía.
Según informa el diario “El País”, de España (4 de abril de 2008), la Presidenta Bachelet ha asumido un nuevo papel: el de ideóloga. En un artículo de opinión en ese diario, titulado “Un Nuevo Progresismo”, ella se sitúa a sí misma entre los nuevos líderes de la centroizquierda internacional (sic!).
¿Qué proponen estos “líderes”?
“Hacer más explícita nuestra vocación igualitaria. Estamos llamados a hacer más visible nuestra pasión por los temas de siempre, por la equidad, por la justicia social. Los progresistas también debemos hacernos cargo de los nuevos temas y más que antes, debemos enfrentarlos con mayor coordinación entre Estados”.
En otras palabras: más de lo mismo, sumado a la presión de los acuerdos internacionales, pacientemente construidos a espaldas de la opinión pública por los socialistas y sus “compañeros de viaje”.
Volvemos a preguntar, ¿qué hace una Señora Bachelet en Windsor, cuando viene a proponer más igualitarismo? Quizá se quiera utilizar el prestigio de la tradición para dar un paso más para acabar con ella.
“Hacer más explícita nuestra vocación igualitaria. Estamos llamados a hacer más visible nuestra pasión por los temas de siempre, por la equidad, por la justicia social. Los progresistas también debemos hacernos cargo de los nuevos temas y más que antes, debemos enfrentarlos con mayor coordinación entre Estados”.
En otras palabras: más de lo mismo, sumado a la presión de los acuerdos internacionales, pacientemente construidos a espaldas de la opinión pública por los socialistas y sus “compañeros de viaje”.
Volvemos a preguntar, ¿qué hace una Señora Bachelet en Windsor, cuando viene a proponer más igualitarismo? Quizá se quiera utilizar el prestigio de la tradición para dar un paso más para acabar con ella.
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