sábado, 28 de febrero de 2009

Homilía de S.S. Benedicto XVI en la Santa Misa del Miércoles de Ceniza

PRIMERA ESTACIÓN CUARESMAL Y PROCESIÓN PENITENCIAL DESDE LA IGLESIA DE SAN ANSELMO
A LA BASÍLICA DE SANTA SABINA EN EL AVENTINO

SANTA MISA, BENDICIÓN E IMPOSICIÓN DE LA CENIZA
HOMILÍA DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI
Basílica de Santa Sabina
Miércoles de Ceniza, 25 de febrero de 2009

Queridos hermanos y hermanas:

Hoy, miércoles de Ceniza, puerta litúrgica que introduce en la Cuaresma, los textos establecidos para la celebración trazan, de forma sumaria, toda la fisonomía del tiempo cuaresmal. La Iglesia se preocupa de mostrarnos cuál debe ser la orientación de nuestro espíritu, y nos proporciona los subsidios divinos para recorrer con decisión y valentía, iluminados ya por el esplendor del Misterio pascual, el singular itinerario espiritual que estamos comenzando.

"Convertíos a mí de todo corazón". El llamamiento a la conversión aflora como tema dominante en todos los componentes de la liturgia de hoy. Ya en la antífona de entrada se dice que el Señor olvida y perdona los pecados de quienes se convierten; y en la oración colecta se invita al pueblo cristiano a orar par que cada uno emprenda "un camino de verdadera conversión".

En la primera lectura, el profeta Joel exhorta a volver al Padre "de todo corazón: con ayuno, con llanto, con luto (...), porque es compasivo y misericordioso, lento a la cólera, rico en piedad, y se arrepiente de las amenazas" (Jl 2, 12-13). La promesa de Dios es clara: si el pueblo escucha la invitación a convertirse, Dios mostrará su misericordia y colmará a sus amigos de innumerables favores. Con el salmo responsorial la asamblea litúrgica hace suyas las invocaciones del Salmo 50, pidiendo al Señor que cree en nosotros "un corazón puro", que nos renueve por dentro "con espíritu firme".

Luego, en el pasaje evangélico, Jesús, poniéndonos en guardia contra la carcoma de la vanidad que lleva a la ostentación y a la hipocresía, a la superficialidad y a la auto-complacencia, reafirma la necesidad de alimentar la rectitud del corazón. Al mismo tiempo, muestra el medio para crecer en esta pureza de intención: cultivar la intimidad con el Padre celestial.

En este Año jubilar, para conmemorar el bimilenario del nacimiento de san Pablo, resultan especialmente significativas las palabras de la segunda carta a los Corintios: "En nombre de Cristo os pedimos que os reconciliéis con Dios" (2 Co 5, 20). Esta invitación del Apóstol resuena como un estímulo más a tomar en serio la exhortación cuaresmal a la conversión. San Pablo experimentó de modo extraordinario el poder de la gracia de Dios, la gracia del Misterio pascual, de la que vive la Cuaresma misma. Se nos presenta como "embajador" del Señor. Así pues, ¿quién mejor que él puede ayudarnos a recorrer de modo fructuoso este itinerario interior de conversión?

En la primera carta a Timoteo escribe: "Cristo Jesús vino al mundo a salvar a los pecadores; y el primero de ellos soy yo"; y añade: "Por eso se compadeció de mí: para que en mí, el primero, mostrara Cristo toda su paciencia, y pudiera ser modelo de todos los que habían de creer en él para obtener la vida eterna" (1 Tm 1, 15-16). Por tanto, el Apóstol es consciente de haber sido elegido como ejemplo, y esta ejemplaridad se refiere precisamente a la conversión, a la transformación de su vida que se produjo gracias al amor misericordioso de Dios. "Yo antes era un blasfemo, un perseguidor y un violento —reconoce—, pero Dios tuvo compasión de mí (...). Y la gracia de nuestro Señor sobreabundó en mí" (1 Tm 1, 13-14).

Toda su predicación y, antes aún, toda su existencia misionera estuvieron sostenidas por un impulso interior que se podría explicar como la experiencia fundamental de la "gracia". "Por la gracia de Dios soy lo que soy —escribe a los Corintios— (...). He trabajado más que todos ellos (los apóstoles). Aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo" (1 Co 15, 10). Se trata de una conciencia que aflora en todos sus escritos y que fue como una "palanca" interior con la que Dios pudo actuar para impulsarlo hacia adelante, siempre hacia nuevos confines, no sólo geográficos, sino también espirituales.

San Pablo reconoce que todo en él es obra de la gracia divina, pero no olvida que es necesario aceptar libremente el don de la vida nueva recibida en el Bautismo. En el texto del capítulo 6 de la carta a los Romanos, que se proclamará durante la Vigilia pascual, escribe: "Que el pecado no siga dominando vuestro cuerpo mortal, ni seáis súbditos de los deseos del cuerpo. No pongáis vuestros miembros al servicio del pecado como instrumentos del mal; ofreceos a Dios como hombres que de la muerte han vuelto a la vida, y poned a su servicio vuestros miembros, como instrumentos del bien" (Rm 6, 12-13). En estas palabras se contiene todo el programa de la Cuaresma según su perspectiva bautismal intrínseca.

Por una parte, se afirma la victoria de Cristo sobre el pecado, obtenida una vez para siempre con su muerte y su resurrección; por otra, se nos exhorta a no poner nuestros miembros al servicio del pecado, o sea, por decirlo así, a no conceder espacio de revancha al pecado. El discípulo de Cristo debe hacer suya la victoria de Cristo y esto se realiza ante todo con el Bautismo, mediante el cual, unidos a Jesús, "de la muerte volvemos a la vida". Ahora bien, el bautizado, para que Cristo pueda reinar plenamente en él, debe seguir fielmente sus enseñanzas; nunca debe bajar la guardia, para no permitir que el adversario de algún modo recupere terreno.

Pero, ¿cómo realizar la vocación bautismal?, ¿cómo vencer en la lucha entre la carne y el espíritu, entre el bien y el mal, una lucha que marca nuestra existencia? En el pasaje evangélico de hoy, el Señor nos indica tres medios útiles: la oración, la limosna y el ayuno. Al respecto, en la experiencia y en los escritos de san Pablo encontramos también referencias útiles.

Con respecto a la oración, exhorta a "perseverar" y a "velar en ella, dando gracias" (Rm 12, 12, Col 4, 2), a "orar sin interrupción" (1 Ts 5, 17). Jesús está en el fondo de nuestro corazón. La relación con Dios está presente, permanece presente aunque estemos hablando, aunque estemos realizando nuestros deberes profesionales. Por eso, en la oración, está presente en nuestro corazón la relación con Dios, que se convierte siempre también en oración explícita.

Por lo que atañe a la limosna, ciertamente son importantes las páginas dedicadas a la gran colecta en favor de los hermanos pobres (cf. 2 Co 8-9), pero conviene subrayar que para él la caridad es la cumbre de la vida del creyente, el "vínculo de la perfección": "Por encima de todo esto —escribe a los Colosenses— revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección" (Col 3, 14).

Del ayuno no habla expresamente, pero a menudo exhorta a la sobriedad, como característica de quienes están llamados a vivir en espera vigilante del Señor (cf. 1 Ts 5, 6-8; Tt 2, 12). También es interesante su alusión a la "carrera" espiritual, que requiere templanza: "Los atletas se privan de todo —escribe a los Corintios—; y eso por una corona corruptible; nosotros, en cambio, por una incorruptible" (1 Co 9, 25). El cristiano debe ser disciplinado para encontrar el camino y llegar realmente al Señor.

Así pues, esta es la vocación de los cristianos: resucitados con Cristo, han pasado por la muerte, y su vida ya está escondida con Cristo en Dios (cf. Col 3, 1-2). Para vivir esta "nueva" existencia en Dios es indispensable alimentarse de la Palabra de Dios. Para estar realmente unidos a Dios, debemos vivir en su presencia, estar en diálogo con él. Jesús lo dice claramente cuando responde a la primera de las tres tentaciones en el desierto, citando el Deuteronomio: "No sólo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios" (Mt 4, 4; cf. Dt 8, 3).

San Pablo recomienda: "La palabra de Cristo habite en vosotros con toda su riqueza; instruíos y amonestaos con toda sabiduría; cantad agradecidos a Dios en vuestro corazón con salmos, himnos y cánticos inspirados" (Col 3, 16). También en esto el Apóstol es, ante todo, testigo: sus cartas son la prueba elocuente de que vivía en diálogo permanente con la Palabra de Dios: pensamiento, acción, oración, teología, predicación, exhortación, todo en él era fruto de la Palabra, recibida desde su juventud en la fe judía, plenamente revelada a sus ojos por el encuentro con Cristo muerto y resucitado, predicada el resto de su vida durante su "carrera" misionera".

A él le fue revelado que Dios pronunció en Jesucristo su Palabra definitiva, él mismo, Palabra de salvación que coincide con el misterio pascual, el don de sí en la cruz que luego se transforma en resurrección, porque el amor es más fuerte que la muerte. Así san Pablo pudo concluir: "En cuanto a mí ¡Dios me libre gloriarme si nos es en la cruz de nuestro Señor Jesucristo, por la cual el mundo es para mí un crucificado y yo un crucificado para el mundo!" (Ga 6, 14). En san Pablo la Palabra se hizo vida, y su único motivo de gloria era Cristo crucificado y resucitado.

Queridos hermanos y hermanas, mientras nos disponemos a recibir la ceniza en nuestra cabeza como signo de conversión y penitencia, abramos nuestro corazón a la acción vivificadora de la Palabra de Dios. La Cuaresma, que se caracteriza por una escucha más frecuente de esta Palabra, por una oración más intensa, por un estilo de vida austero y penitencial, ha de ser estímulo a la conversión y al amor sincero a los hermanos, especialmente a los más pobres y necesitados. Que nos acompañe el apóstol san Pablo y nos guíe María, atenta Virgen de la escucha y humilde esclava del Señor. Así renovados en el espíritu, podremos llegar a celebrar con alegría la Pascua. Amén.

© Copyright 2009 - Libreria Editrice Vaticana

jueves, 26 de febrero de 2009

Una misa de carnaval o el carnaval de una misa.

Texto e imagen desde "la Cigueña de la Torre":


Me parece absolutamente inadmisible. Y pienso que el obispo de Mondoñedo-Ferrol debería decir algo.

Sobre el cura carnavalero vale la pena leer este artículo de La Voz de Galicia de 2002. Sigo pensando que el obispo de Mondoñedo-Ferrol debería decir algo.

El párroco Luis Ángel Rodríguez Patiño prepara una fiesta con sus feligreses en la que demandará un nuevo concilio, el celibato opcional y la jubilación del Papa

CÉSAR TOIMIL Después de sus numerosos antecedentes de rebeldía parroquial, no cabe duda de que el párroco de Xestoso, Luis Ángel Rodríguez Patiño, es un incómodo compañero de viaje para su obispo, el conservador Gea Escolano. Y como culminación de su disidente trayectoria eclesiástica, el próximo 20 de octubre oficiará un triple desafío que a buen seguro sacudirá los cimientos de la diócesis. Ese día, amparado por su feligresía, organizará un acto muy parecido a un mitin-fiesta, que en su caso será una misa-fiesta, en la que reivindicará la celebración del Concilio Vaticano III, el celibato opcional y -agárrense- la jubilación del Papa.

El órdago queda bien claro en la última edición de la hoja parroquial de Xestoso y Cambás, argumentos teológico-populares incluidos. Para la celebración de un nuevo concilio que acabe con la tendencia conservadora del Vaticano, aduce: «Nuestros mayores recuerdan cuando la misa se hacía en latín, de espaldas al pueblo, había que llevar velo, comulgar sin comer un día y los sacerdotes debían llevar sotana. ¿Quién les iba a decir que cambiaría?».

El ya famoso Bispo de Xestoso celebra una misa anual con curas casados. Sus argumentos por el celibato opcional no tienen pérdida: «Nuestros mayores hablan de hijos no reconocidos del cura, de las criadas del cura, y todos ellos eran buenos sacerdotes», escribe.

Por si fuera poco, Rodríguez Patiño también reclama el retiro del pontífice, bajo el epígrafe Sí a una decisión humilde del Papa. «Nuestros mayores -argumenta- comprendieron que hay que ser humildes y dejar paso a los jóvenes, que cada edad tiene su ritmo de vida».

El cura escenificará su triple ofensiva en una comida «bajo carpa» que costará dos euros a unos parroquianos que le siguen hasta el fin del mundo, aunque haya dado positivo en los controles de alcoholemia por culpa del vino de la eucaristía o, contra la opinión de la jerarquía, deje entrar a las caretas de Carnaval en la Iglesia.
  1. http://blogs.periodistadigital.com/laciguena.php/2009/02/23/una-misa-de-carnaval-o-el-carnaval-de-un

El rabino Lefevbrista

Desde el Blog "El Sacristán Serrano"

Publicamos esta interesante nota de LifeSiteNews.Com, algo vieja ya, pero no por eso menos válida y fascinante. Mientras por ahí algunos intentaban defender lo que según su conciencia parecía indefendible e incomprensible (pero tanto aggiornamiento hasta les ha quitado la posibilidad de actuar según lo que creen o piensan) y explicaban "al mundo" que el levantamiento de las excomuniones de los obispos de la FSSPX era un acto de una generosidad casi quijotesca de un Papa que "buscaba la unidad" (según esta interpretación - considerando el aftermath de la decisión papal: destrucción de las relaciones del Papa con los "Rabinatos" de Israel e Italia, sublevación taimada de los obispos austriacos, acusaciones contra el Papa y la curia desde adentro, etc...- nuestro Santo Padre sería un incompetente y un ingenuo casi senil), el Rabino Levin sí comprende "The Big Picture": los tradicionalistas son NECESARIOS (oíd, monsieur Bermúdez) y tienen mucho qué aportar. Acá se cumple aquello de "las piedras gritarán...". Salud al Rabino Levin, que posee sabiduría muy rara en estos tiempos de slóganes y estupideces, incluso dentro de la Sponsa Christi.

La Izquierda en la Iglesia Católica está destruyendo la Fe, declara Rabino Ortodoxo
Por Hilary White, corresponsal en Roma

ROMA, 11 de febrero del 2009 (LifeSiteNews.com) El movimiento izquierdista disidente en la Iglesia Católica ha debilitado severamente las enseñanzas morales católicas sobre la vida y la familia durante los últimos cuarenta años, declaró a LifeSiteNews.com un prominente rabino ortodoxo de E.E.U.U.. El rabino Yehuda Levin, que encabeza un grupo de 800 rabinos ortodoxos, además restó importancia a las acusaciones de que la Santa Sede no se ha distanciado lo suficiente de los comentarios hechos sobre el Holocausto por Monseñor Richard Williamson, de la Sociedad de San Pío X (SSPX).

"Apoyo esta medida" para reconciliar a la facción tradicionalista en la Iglesia, dijo, "porque entiendo el panorama mayor, que es que la Iglesia Católica tiene un problema. Hay un ala izquierda poderosa en la Iglesia que está haciendo un daño inconmensurable a la fe".

El rabino Levin dijo que entiende "perfectamente" porqué esta reconciliación es vital para la lucha contra el aborto y el movimiento homosexualista.

"Me doy cuenta que es muy importante llenar los bancos de la Iglesia Católica no con católicos culturales o izquierdistas que contribuyen destruir a la Iglesia y corromper sus valores." Esta corrupción, declaró, "tiene un efecto contagioso en todas y cada una de las comunidades religiosas en el mundo."

"¿Qué está haciendo el Papa? Está intentando traer de regreso a los tradicionalistas porque tienen muchas cosas muy importantes para contribuir para el bien del catolicismo. Ahora, si en medio de este proceso, incluye inadvertidamente a alguien prominente en el movimiento tradicionalista que dice cosas muy extrañas sobre el Holocausto, ¿es esa una razón para tirar al bebé de la tina y condenar al Papa Benedicto? ¡Absolutamente no!".

Durante una visita a Roma a fines de enero, el Rabino Levin contó a LifeSiteNews.com que considera que el furor mediático sobre el levantamiento de las excomuniones de los cuatro obispos de la Sociedad de San Pío X es una "cortina de humo". Consideró como "ridículas" las acusaciones que tachan de "antisemitas" al Papa Benedicto XVI o a la Iglesia Católica, y describió como "muy fuertes" las declaraciones de distanciamiento de los comentarios de Williamson por parte de la Santa Sede y del Papa .

El Rabino Levin estuvo en Roma ocupado en diversas reuniones con funcionarios de alto nivel del Vaticano, proponiendo una "nueva corriente de pensamiento" para el diálogo interreligioso de la Iglesia, basada en las doctrinas morales compartidas, particularmente en el derecho a la vida y la santidad del matrimonio natural.

"El asunto más importante", reiteró, es el trabajo que la Iglesia realiza "para salvar bebés del aborto y proteger las mentes de los niños y jóvenes, ayudándolos a distinguir el bien del mal en asuntos de vida y familia."

"Hacia allí es donde debe apuntar el ecumenismo y el diálogo religioso." (....)

Cómo estamos hoy, ¿no? El buen rabino Levin -tenía que ser un rabino, no podría ser jamás un jerarca católico, porque le harían el "apanado"- nos enseña el camino del único diálogo interreligioso posible. Ojalá no lo espante Kasper...

  1. http://sacristanserrano.blogspot.com/2009/02/imperdible-el-rabino-lefebvrista.html
  2. http://www.lifesitenews.com/ldn/2009/feb/09021112.html

Miercoles de Ceniza

Benedicto XVI recuerda que “para ser victoriosos en la lucha entre la carne y el espíritu, el bien y el mal, el Señor nos indica la oración, la limosna y el ayuno”

Miércoles, 25 feb (RV).- Benedicto XVI recordó en su homilía de este Miércoles de Ceniza que “la promesa de Dios es clara: si el pueblo escuchara la invitación a la conversión, Dios hará triunfar su misericordia y sus amigos serán colmados de innumerables favores”. La celebración eucarística presidida por el Santo Padre, esta tarde, en la Basílica romana de Santa Sabina fue precedida por la tradicional procesión penitencial, en forma de estaciones romanas que se desarrolló en la Iglesia de San Anselmo en el Aventino.

En efecto, el Pontífice partió del Vaticano poco después de las 4 de la tarde, en dirección a una de las siete colinas de Roma, el Monte del Aventino, donde se encuentran ambos templos, que tradicionalmente son el escenario de esta tradicional visita del Papa justamente en el primer día del tempo de la Cuaresma. Luego de presidir un momento de oración animado por los cantos de los monjes benedictinos de la Iglesia de San Anselmo, el Papa presidió la celebración eucarística en la Iglesia de Santa Sabina, dedicando particularmente su homilía a la herencia de San Pablo y su llamado a la reconciliación con Dios.

No obstante, al introducir sus palabras el Papa aludió a los textos de la liturgia de hoy, en los que el llamado a la conversión es el tema dominante. Desde la antífona de entrada en la que se recuerda que el Señor olvida y perdona los pecados de cuantos se convierten, pasando por la oración colecta donde se invita al pueblo cristiano a orar para que cada quien emprenda un camino de conversión hasta el salmo responsorial donde la asamblea invoca al Señor pidiéndole un corazón puro y un espíritu sólido. Pero en particular, el Santo Padre se refirió a las palabras de Jesús en evangelio de hoy.

“En la página evangélica, Jesús nos pone en guardia ante la insidia de la vanidad que lleva a la ostentación y a la hipocresía, a la superficialidad y al autocomplacencia, reafirma la necesidad de nutrir la rectitud del corazón. Él nos muestra al mismo tiempo el medio para crecer en esta pureza de intención; cultivar la intimidad con el Padre celeste”.

Benedicto XVI recordando el año jubilar que estamos conmemorando por el bimilenario del nacimiento de San Pablo recorrió algunos de sus textos, donde el Apóstol llama a la conversión. “Pablo experimentó de manera extraordinaria la potencia de la gracia de Dios” – afirmó el Papa, invitando a recorrer el fructuoso itinerario interior del apóstol. El Santo Padre explicó que Pablo era consciente de haber sido elegido como ejemplo de conversión, pues como él mismo aseguraba, era un perseguidor y un violento, que reconoce que la transformación de su vida ocurrió gracias al amor misericordioso de Dios.

“San Pablo reconoce que todo en él es obra de la gracia divina, pero no olvida que es necesario adherir libremente al don de la vida nueva recibida en el Bautismo”. El Papa explicó que la perspectiva bautismal de la Cuaresma, que podemos encontrar en la Carta a los Romanos de San Pablo, por una parte, afirma que la victoria de Cristo sobre el pecado ocurre, de una vez por todas, con su muerte y si resurrección, pero por otra parte, nosotros somos exhortados a no concedernos al pecado y darle un espacio a su posible victoria.

“La victoria de Cristo espera que el discípulo la haga suya, y esto sucede ante todo con el bautismo, mediante el cual, unidos a Jesús, nos hemos hecho vivientes que han regresado de entre los muertos”. Pero el bautizado, para que Cristo pueda reinar plenamente en él, debe seguir fielmente sus enseñanzas; no debe nunca bajar la guardia, para no permitir al adversario recuperar terreno de ninguna manera.

Benedicto XVI subrayó que para llevar adelante el cumplimiento de la vocación bautismal y ser victorioso en la lucha entre la carne y el espíritu, entre el bien y el mal, lucha que signa nuestra existencia, el Señor nos indica, en el pasaje evangélico de hoy, tres útiles medios: la oración, la limosna y el ayuno.

Volviendo a San Pablo, el Santo Padre explicó que en sus escritos de San Pablo hace referencia a estos caminos. Con respecto a la oración, él exhorta a “perseverar” y a “permanecer en ella, dando gracias”. En lo que concierne a la limosna, el Apóstol dedica algunas páginas a la gran colecta en favor de los hermanos pobres, y subraya que para él es la caridad, el ápice de la vida del creyente, su “vinculo de perfección”. En cuanto al ayuno, el Papa reconoció que no hay una referencia concreta, sin embargo, Pablo exhorta a la sobriedad como característica de quien está llamado a vivir en una vigilante espera del Señor. Retomando las palabras del Apóstol, el Papa recordó que la vocación de los cristianos, es que “resucitados en Cristo, ellos pasan a través de la muerte y así la vida está escondida con Cristo en Dios” (cfr Col 3,1-2). Para vivir esta nueva existencia en Dios – agregó, es indispensable nutrirse de la palabra de Dios.

“También en esto, el Apóstol es sobre todo testigo: sus Cartas son prueba elocuente del hecho de que el vivía de la Palabra de Dios: pensamiento, acción, oración, teología, predicación, exhortación, todo en él era fruto de la Palabra, recibida desde la juventud en la fe hebrea, plenamente revelada a sus ojos por el encuentro con Cristo muerto y resucitado, predicada para el resto de su vida durante su “carrera” misionera. A él fue revelado que Dios pronunció en Jesucristo su Palabra definitiva, Palabra de salvación que coincide con el misterio de la Cruz.

Al concluir su homilía, Benedicto XVI invitó a los fieles a recibir las cenizas como signo de conversión y de penitencia abriendo el corazón a la acción vivificadora de la Palabra de Dios. Pero también invitó vivir la Cuaresma con la escucha de la Palabra, una intensa oración y un estilo de vida austero y penitencial, que sea un estimulo para la conversión y el amor sincero hacia los hermanos, especialmente aquellos más pobres y necesitados. E invocando a San Pablo y a la Virgen María, humilde sierva del Señor, el Papa impartió su bendición apostólica.

  1. http://www.oecumene.radiovaticana.org/SPA/Articolo.asp?c=268788

miércoles, 25 de febrero de 2009

Un infierno light, por Rev. P. Carlos Miguel Buela i.v.e III

Continuamos con nuestra entrega de "un infierno light" del Rev. P. Carlos Miguel Buela i.v.e., las partes I y II de este texto pueden consultarse utilizando los enlaces al finalizar las notas del texto.

III. La eternidad de las penas.

El tercer elemento que configura la realidad del infierno es que sus penas son eternas. Si sus penas fuesen temporales estaríamos en presencia de un falso purgatorio. Al respecto es curioso que muchos protestantes que niegan la realidad del purgatorio, practicamente lo aceptan al sostener que las penas del infierno son temporales.

¿Por qué razón las penas del infierno son eternas? Dice Santo Tomás: "La pena del pecado mortal es eterna, porque por él se peca contra Dios, que es infinito. Y como la pena no puede ser infinita en su intensidad, puesto que la criatura no es capaz de cualidad alguna infinita, se requiere que, por lo menos, sea de duración infinita"[45].

Los que niegan la eternidad del infierno lo suelen hacer por alguna de las siguientes hipótesis:

-O porque el pecador repara sus faltas y se rehabilita, hipótesis condenada por la Iglesia[46]y totalmente absurda ya que, fuera del tiempo, es imposible el cambio con relación al último fin.

-O porque Dios lo perdona sin que se arrepienta el condenado, lo cual contradice a la justicia de Dios, a su infinita sabiduría y al amor mismo de Dios.

-O porque Dios lo aniquila volviéndolo a la nada, lo cual tambien contradice la sabiduría de Dios y a su justicia.

Esta última hipótesis parece ser la que sostiene el teólogo progresista Eduardo Schillebeeckx, OP. Sostiene literalmente que: "No se sabe si hay hombres que hagan el mal con voluntad definitiva, rechazando la gracia y el perdón de Dios; pero si hay hombres -es una hipótesis- que no tienen relación teologal con Dios, éstos no tienen ni siquiera el fundamento de la vida eterna. El infierno es el final de quienes hacen el mal de forma definitiva. Su muerte física es también su final absoluto. Por tanto, desde el punto de vista escatológico, sólo existe el cielo.

Es una cosa totalmente distinta de la apocatástasis o recapitulación general de Orígenes y otros. Repito: no sé si existirán hombres tan perversos que rechacen la gracia y el perdón de Dios. Es posible que todos los hombres estén destinados al cielo; pero, en todo caso, si eventualmente existen hombres malvados, en el sentido de definitivamente malvados, su muerte física sería el final de su existencia. Existe sólo el cielo, y no junto a un infierno donde los hombres sufren el fuego y las penas para toda la eternidad. Va contra la naturaleza de Dios, que es Amor, el que los hombres sean castigados eternamente. Para mí, como hombre de fe, es impensable que, mientras que la alegría inunda el cielo, haya personas a dos pasos[47], en medio de sufrimientos infernales y eternos. No puede existir un infierno que sea el reverso de la alegría eterna del Reino de Dios. No existe más que el Reino de Dios"[48].

Una de las más grandes desgracias de los progresistas cristianos es que se creen más buenos que Dios. Sostienen que va contra la naturaleza de Dios, que "es Amor" (1 Jn 4, 16), ¡lo que ha revelado el mismo Amor encarnado! Pretenden enseñarle a la Sabiduría Infinita lo que pertenece o no a su naturaleza. Le indican al AmorSubsistente cómo debe ser su Amor. Da la impresión que nos consideran tan estúpidos que vamos a hacerles caso a ellos, en contra de Jesucristo.

Continua hipotizando: "Cielo e infierno son posibilidades antropológicas porque el hombre es finito, su libertad es finita, puede elegir el bien o el mal de una forma definitiva. Es un dato antropológico. Si existen estos hombres que optan por el mal, no lo sé. Pero aun admitiendo que existan, el infierno no existe[49]. No hay una vida infernal"[50]. Por algo se la llama muerte eterna. Pero eso no quiere decir que el infierno no exista. Mal que le pese al dominico belga de lengua flamenca, es dogma de fe definido que los demonios están condenados, ya, en el infierno, y, por tanto, éste existe; y, asimismo, es dogma de fe definido que "el hombre que muere en pecado grave tiene que vivir eternamente en el estado del infierno"[51], y, por tanto, éste existe.
A continuación, este teólogo "católico", muy suelto de cuerpo, afirma la vieja doctrina gnóstica de la aniquilación: "Si hay alguno que en su vida es capaz de separarse totalmente y de forma definitiva de la comunión con el Dios de la vida, éste está destinado a la aniquilación de su propio ser[52]. Schillebeeckx es peor que los nazis que mataban el cuerpo, pero no podían matar el alma; él no solo desintegra los cuerpos, sino que quiere que Dios desintegre las almas. ¡Qué poco respeto por la persona humana! ¿Dónde queda la inmortalidad del hombre? En su cerrazón quiere obligar a Dios que haga lo que Dios nunca hará. Ignora Schillebeeckx que Santo Tomás, quien debería ser su maestro, enseña: "Aunque por el hecho de que uno peca contra Dios, que es Autor del ser, merece perder el mismo ser; considerado, sin embargo, el desorden de su mismo acto, no debe perderlo: porque el ser se presupone para el mérito o el demérito, ni tampoco por el desorden del pecado se quita o se corrompe el ser. Y, por lo tanto, no puede ser adecuada pena de alguna culpa la privación del ser mismo"[53].

El Angélico Doctor sostiene que nada se aniquila y lo demuestra aún del punto de vista natural: "Las naturalezas de las criaturas demuestran que ninguna de ellas es aniquilada: porque o son inmateriales, donde no hay potencia para no existir; o son materiales, y estas subsisten siempre, por lo menos en cuanto a la materia, que es incorruptible como sujeto existente de la generación y corrupción. Tampoco pertenece a la manifestación de la gracia reducir algo a la nada, porque más se muestra la omnipotencia y bondad de Dios en la conservación de las cosas en su ser. Luego, debemmos decir simplemente [simpliciter] que ninguna cosa se aniquila"[54].

Continua teólogo feliz con expresiones semejantes a las que utilizaraaños antes a las que ya hice referencia: "Algunos teólogos me dicen: «Entonces no hay castigo para el mal que se comete». Respondo: no se entiende lo que se quiere decir estar con Dios durante toda la eternidad. Para los hombres no habría una vida de comunión con Dios... Es terrible. Dios no tiene sentimientos de venganza. Para mí es imposible esta coexistencia del cielo eterno para los buenos y el infierno para los malos, que reciben un castigo eterno. El «éschaton» o cumplimiento último es exclusivamente positivo: no existe un «éschaton» negativo. Es el bien, no el mal, el que tiene la última palabra. Este es el mensaje y esta la praxis de la vida de Jesús de Nazaret"[55]. El dominico de Nimega ignora que Dios triunfa por su misericordia con los que se salvan y triunfa por su justicia con los que se condenan, y que aún con éstos tiene misericordia "en cuanto son castigados menos de lo que lo merecen"[56].O como decía Santa Catalina de Siena en una oración dirigida al Padre celestial: "En el infierno resplandece tu gloria por la justicia que se verifica en los condenados; más también obra con ellos la misericordia, puesto que no tienen el castigo tan grande como habían merecido"[57].

Schillebeeckx ignora que el mensaje y la vida de Jesús de Nazareth incluye la clarísima enseñanza de que existe el infierno con su pena de daño: "Apartaos de mí, malditos...", con su pena de sentido: "...id al fuego...", con su eternidad: "...eterno...", y con sus habitantes: "E irán éstos a un castigo eterno". No deben creer que "Jesucristo ha venido en carne" (1 Jn 4, 2) quienes niegan verdad, autoridad y utilidad a todas sus palabras. Quienes creemos que Él es "el Verbo [que] se hizo carne" (cfr. Jn 1, 14) confesamos, y por ello estamos dispuestos a dar la vida si fuese necesario, a Cristo: "Tú tienes palabras de vida eterna" (Jn 6, 68). Y también son palabras de vida eterna sus palabras sobre el infierno.

Schillebeeckx sostiene que no hay simetría entre la noción de cielo y la de infierno, y por tanto, la noción de infierno no puede hacer de contrapunto a la del cielo, pero no se da cuenta que el más perfecto contrapunto del cielo es el "infierno" que él propone, ya que contrapone al mismo Ser Subsistente -que es el objeto de la visión y fruición del cielo-, el nihil -la nada- en que terminan los condenados, en su teoría.Para Santo Tomás no hay ningún contrapunto entre la predestinación y la reprobación. La primera es toda obra de Dios correspondida por el hombre; la segunda, comienza por la desviación de la criatura que prefiere la carencia a la plenitud del ser. En la aniquilación de Schillebeeckx no hay lugar para Dios; en el infierno revelado hay lugar para Dios que, naturalmente, está por esencia, presencia y potencia, y en la conciencia de los condenados que allí sí saben lo que perdieron por culpa propia. Tal vez en ningún otro punto de doctrina se vé tanto la asimetría entre la fe católica y la fe progresista, como en éste del infierno.

Por el contrario, la Iglesia Católica enseña, sin ir más lejos en mayo de 1979, con toda claridad que "Ella cree en el castigo eterno que espera al pecador, que será privado de la visión de Dios, y en la repercusión de esta pena en todo su ser... Esto es lo que entiende la Iglesia cuando habla del infierno..."[58]. Nosotros debemos hacer caso a quien Jesucristo prometió la indefectibilidad y no a los teólogos del disenso.

Me parece que la principal dificultad contra la doctrina católica del infierno brota, justamente, de no conocer lo que es el amor. Genialmente el Dante colocó en la entrada del infierno: "Los que entráis aquí, abandonad toda esperanza" ;

y agregó: "La Justicia movió a mi sublime Hacerdor;

Soy la obra del Divino Poder,

de la Suprema Sabiduría y del Primer Amor".

Comenta el P. Lacordaire: "Si fuese únicamente la justicia la que hubiese abierto el abismo, aún tendría remedio; pero es también el amor, el Primer Amor, quien lo ha hecho: he ahí lo que suprime toda esperanza. Cuando uno es condenado por la justicia, puede recurrir al amor; pero cuando es condenado por el amor, ¿a quién recurrirá? ... El amor no es un juego. No se es amado impunemente por un Dios, no se es amado impunemente hasta la muerte de cruz. No es la justicia la que carece de misericordia; es el amor mismo el que condena al pecador. El amor -lo hemos experimentado demasiado- es la vida o la muerte; y si se trata del amor de Dios, es la vida eterna o la eterna muerte"[59].

Por eso, sabiamente afirma Cornelio Fabro: "sin la eternidad de las penas del infierno y sin infierno la existencia se convierte en una gira campestre"[60], en un pic-nic. Cita a Kierkegaard: "Una vez eliminado el horror a la eternidad (o eterna felicidad o eterna condenación), el querer imitar a Jesús se convierte en el fondo en una fantasía. Porque únicamente la seriedad de la eternidad puede obligar, pero también mover, a un hombre a cumplir y a justificar sus pasos". Los progresistas han eliminado el horror a la eternidad y sus predicaciones, sus acciones pastorales, su evangelización ...¡son una fantasía! Sin eternidad el seguimiento de Cristo ...¡es una fantasía! No quieren la seriedad de la eternidad y por eso son incapaces de obligarse, moverse, cumplir y justificar sus acciones. Sin la posibilidad concreta de la eterna condenación, la eternidad del cielo es fútil, pueril, insignificante. La pérdida de la seriedad de la eternidad, y no la supuesta falta de vocación, está en la base de la claudicación de tantos sacerdotes y religiosas.

Quien no está convencido de la seriedad de la eternidad, no convence a nadie, sus palabras son aire que se lleva el viento y sus obras pesan lo que tela de araña. ¿A quién puede convencer la frivolidad del infierno gnóstico, producto de la cultura de la trivialización?

Todavía hay que decir más. Los que quieren extender en demasía la misericordia, en el fondo, la acortan. Así es. Algunos se creen muy misericordiosos, pero en el fondo son crueles, porque si se terminase el castigo para los ángeles malos y los condenados, no se ve porqué motivo no se terminaría la bienaventuranza para los ángeles y los santos. Enseña Santo Tomás: "Así como los ángeles buenos son bienaventurados por su conversión a Dios, del mismo modo los ángeles malos son reprobados por su aversión a Dios. Por tanto, si la miseria de los ángeles malos alguna vez hubiere de terminar, también la bienaventuranza de los buenos tendría fin, lo cual es inadmisible"[61]. Y en otra parte explica porque este error de Orígenes fue reprobado por la Iglesia: "porque, por una parte, extendía demasiado la misericordia de Dios, y por otra la coartaba demasiado. Pues la misma razón parece que hay para que los ángeles buenos permanezcan en la bienaventuranza eterna y que los ángeles malos sean castigados para siempre. De ahí que, así como afirmaba que los demonios y las almas de los condenados en un tiempo serían librados de las penas, así decía que los ángeles buenos y las almas de los bienaventurados volverían de la bienaventuranza a las miserias de la vida"[62]. Y aún: "Es totalmente irracional [pensar que terminará en algún tiempo el castigo de los condenados]. Del mismo modo que los demonios están obstinados en su malicia, y por eso estarán eternamente castigados, así están también las almas de los hombres que mueren sin caridad, dado que 'la muerte es para los hombres lo que la caída para los ángeles'[63] como dice San Juan Damasceno"[64].

NOTAS
[45] S.Th., Supl.99, 1.
[46] Dz.211.
[47] "...a dos pasos...", esto no es más que la imaginación del A. Si hiciese más caso al Evangelio de Jesucristo se daría cuenta que "entre nosotros y vosotros se interpone un gran abismo" (Lc 16, 26). El infierno no está a dos pasos del cielo como pretende Schillebeeckx.
[48] Soy un teólogo feliz, Entrevista con Francesco Strazzari, Soc. Educación Atenas, Madrid, 1994, pág. 100-101.
[49] Es claro que Schillebeeckx niega el infierno. Para él la lógica del bien, tal como se expresa en la praxis del reino, lleva, sobre la base de la promesa y de la gracia, al cumplimiento final de la felicidad eterna; la lógica del mal no lleva, en cambio, a ninguna parte; y si hay alguno que es capaz, en su vida, de separarse total y definitivamente de la comunión con el Dios de la vida, este está destinado a la aniquilación de su propio ser: "pero no hay ningún reino de sombras infernal junto al reino de Dios de la felicidad eterna.[...] El éschaton, o sea, lo que es último, es exclusivamente positivo. No hay ningún éschaton negativo. El bien, no el mal, tiene la última palabra. Este es el mensaje y la característica de la praxis humana de Jesús de Nazaret, a quien, por esto, los cristianos confiesan como el Cristo" (E. Schillebeeckx, El hombre, imagen de Dios).
[50] Idem., pág. 102.
[51] Michael Schmaus, Teología Dogmática, Ed. Rialp, Madrid, 1965, t. VII, pág. 429.
[52] Idem., pág. 101-102.
[53] S. Th., Supl., 99, 1, ad 6.
[54] S. Th., I, q. 104, a. 4, c.
[55] Idem., pág. 102.
[56] S.Th., Supl.,99, 2, ad 1.
[57] Taurisano, Preghiere ed elevazioni de S. Caterina, Roma, 1932, pág. 105.
[58] Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, Carta sobre algunas cuestiones referentes a la escatología, del 17 de mayo de 1979, publicada en Mundo Mejor del 4 de agosto de 1979.
[59] Conferencias de Nuestra Señora de París, conf. 72 (año 1851). Cfr. Obras completas, traducción del P. Castaño, Madrid, 1926, t.7, págs. 186-187.(Citado por Antonio Royo Marín, OP, Teología de la Salvación,BAC, Madrid, 1965, pág. 328).
[60] La aventura de la teología progresista, Eunsa, Pamplona, 1976, pág. 230.
[61] IV Sent.d.46, q.2, a. 3 sc.praet.
[62] IV Sent. d. 46, q.2, a.3, sol.1; cfr. Supl. 99, 2, c.
[63] De fide orth. lib.2, cap. 4.
[64] IV Sent. d. 46, q. 4, sol 2; cfr.Supl. 99, 3.
  1. http://www.padrebuela.com.ar/pag_res.asp?id=170
  2. http://catolicosapostolicosyromanos.blogspot.com/2009/02/un-infierno-light-por-rev-p-carlos_03.html
  3. http://catolicosapostolicosyromanos.blogspot.com/2009/02/un-infierno-light-por-rev-p-carlos.html

Ayuno y abstinencia según el Catecismo Mayor de San Pio X

Del cuarto mandamiento de la Santa Madre Iglesia

495.- ¿Qué nos manda el cuarto mandamiento de la Santa Madre Iglesia: AYUNAR Y ABSTENERSE DE COMER CARNE CUANDO LO MANDA LA SANTA MADRE IGLESIA? - El cuarto precepto de la Iglesia, con las palabras: Ayunar y abstenerse de comer carne cuando lo manda la Santa Madre Iglesia, nos manda que guardemos el ayuno en la Cuaresma (*); y nos abstengamos de tomar carne y su caldo en ciertos días.

496.- ¿En qué consiste el ayuno? - El ayuno consiste en no hacer más que una sola comida fuerte al día, permitiéndose la colación por la noche y la parvedad por la mañana, el Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo.

497.- ¿De qué sirve el ayuno? - El ayuno sirve para disponernos mejor a la oración, para hacer penitencia de los pecados cometidos y para preservarnos de cometer otros nuevos.

498.- ¿Quien está obligado al ayuno? - Al ayuno están obligados todos los cristianos desde los diez y ocho años cumplidos hasta los sesenta incoados, si no están dispensados o excusados por legítimo impedimento.

499.- ¿Están exentos de la mortificación los que no tienen obligación de ayunar? - Los que no tienen obligación de ayunar no están exentos de la mortificación, porque todos estamos obligados a hacer penitencia.

500.- ¿Para qué fin se instituyó la Cuaresma? - La Cuaresma se instituyó para imitar en alguna manera el riguroso ayuno de cuarenta días que Jesucristo practicó en el desierto y para prepararnos por medio de la penitencia a celebrar santamente la Pascua.

502.- ¿Para qué fin se ha instituido el ayuno de las vigilias? - El ayuno de las vigilias se ha instituido para prepararnos a celebrar santamente las fiestas principales.

(*) El ayuno obliga el miércoles de ceniza y el viernes santo.
  1. http://190.2.54.19/vthread.asp?idgroup=5406&idareathread=20673&acc=read&idthread=2142079

Mensaje Cuaresma 2009

MENSAJE DEL SANTO PADRE BENEDICTO XVI PARA LA CUARESMA 2009
"Jesús, después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre" (Mt 4,2)

¡Queridos hermanos y hermanas!

Al comenzar la Cuaresma, un tiempo que constituye un camino de preparación espiritual más intenso, la Liturgia nos vuelve a proponer tres prácticas penitenciales a las que la tradición bíblica cristiana confiere un gran valor —la oración, el ayuno y la limosna— para disponernos a celebrar mejor la Pascua y, de este modo, hacer experiencia del poder de Dios que, como escucharemos en la Vigilia pascual, “ahuyenta los pecados, lava las culpas, devuelve la inocencia a los caídos, la alegría a los tristes, expulsa el odio, trae la concordia, doblega a los poderosos” (Pregón pascual). En mi acostumbrado Mensaje cuaresmal, este año deseo detenerme a reflexionar especialmente sobre el valor y el sentido del ayuno. En efecto, la Cuaresma nos recuerda los cuarenta días de ayuno que el Señor vivió en el desierto antes de emprender su misión pública. Leemos en el Evangelio: “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto para ser tentado por el diablo. Y después de hacer un ayuno durante cuarenta días y cuarenta noches, al fin sintió hambre” (Mt 4,1-2). Al igual que Moisés antes de recibir las Tablas de la Ley (cfr. Ex 34, 8), o que Elías antes de encontrar al Señor en el monte Horeb (cfr. 1R 19,8), Jesús orando y ayunando se preparó a su misión, cuyo inicio fue un duro enfrentamiento con el tentador.

Podemos preguntarnos qué valor y qué sentido tiene para nosotros, los cristianos, privarnos de algo que en sí mismo sería bueno y útil para nuestro sustento. Las Sagradas Escrituras y toda la tradición cristiana enseñan que el ayuno es una gran ayuda para evitar el pecado y todo lo que induce a él. Por esto, en la historia de la salvación encontramos en más de una ocasión la invitación a ayunar. Ya en las primeras páginas de la Sagrada Escritura el Señor impone al hombre que se abstenga de consumir el fruto prohibido: “De cualquier árbol del jardín puedes comer, mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comerás, porque el día que comieres de él, morirás sin remedio” (Gn 2, 16-17). Comentando la orden divina, San Basilio observa que “el ayuno ya existía en el paraíso”, y “la primera orden en este sentido fue dada a Adán”. Por lo tanto, concluye: “El ‘no debes comer’ es, pues, la ley del ayuno y de la abstinencia” (cfr. Sermo de jejunio: PG 31, 163, 98). Puesto que el pecado y sus consecuencias nos oprimen a todos, el ayuno se nos ofrece como un medio para recuperar la amistad con el Señor. Es lo que hizo Esdras antes de su viaje de vuelta desde el exilio a la Tierra Prometida, invitando al pueblo reunido a ayunar “para humillarnos —dijo— delante de nuestro Dios” (8,21). El Todopoderoso escuchó su oración y aseguró su favor y su protección. Lo mismo hicieron los habitantes de Nínive que, sensibles al llamamiento de Jonás a que se arrepintieran, proclamaron, como testimonio de su sinceridad, un ayuno diciendo: “A ver si Dios se arrepiente y se compadece, se aplaca el ardor de su ira y no perecemos” (3,9). También en esa ocasión Dios vio sus obras y les perdonó.

En el Nuevo Testamento, Jesús indica la razón profunda del ayuno, estigmatizando la actitud de los fariseos, que observaban escrupulosamente las prescripciones que imponía la ley, pero su corazón estaba lejos de Dios. El verdadero ayuno, repite en otra ocasión el divino Maestro, consiste más bien en cumplir la voluntad del Padre celestial, que “ve en lo secreto y te recompensará” (Mt 6,18). Él mismo nos da ejemplo al responder a Satanás, al término de los 40 días pasados en el desierto, que “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios” (Mt 4,4). El verdadero ayuno, por consiguiente, tiene como finalidad comer el “alimento verdadero”, que es hacer la voluntad del Padre (cfr. Jn 4,34). Si, por lo tanto, Adán desobedeció la orden del Señor de “no comer del árbol de la ciencia del bien y del mal”, con el ayuno el creyente desea someterse humildemente a Dios, confiando en su bondad y misericordia.
La práctica del ayuno está muy presente en la primera comunidad cristiana (cfr. Hch 13,3; 14,22; 27,21; 2Co 6,5). También los Padres de la Iglesia hablan de la fuerza del ayuno, capaz de frenar el pecado, reprimir los deseos del “viejo Adán” y abrir en el corazón del creyente el camino hacia Dios. El ayuno es, además, una práctica recurrente y recomendada por los santos de todas las épocas. Escribe San Pedro Crisólogo: “El ayuno es el alma de la oración, y la misericordia es la vida del ayuno. Por tanto, quien ora, que ayune; quien ayuna, que se compadezca; que preste oídos a quien le suplica aquel que, al suplicar, desea que se le oiga, pues Dios presta oído a quien no cierra los suyos al que le súplica” (Sermo 43: PL 52, 320, 332).

En nuestros días, parece que la práctica del ayuno ha perdido un poco su valor espiritual y ha adquirido más bien, en una cultura marcada por la búsqueda del bienestar material, el valor de una medida terapéutica para el cuidado del propio cuerpo. Está claro que ayunar es bueno para el bienestar físico, pero para los creyentes es, en primer lugar, una “terapia” para curar todo lo que les impide conformarse a la voluntad de Dios. En la Constitución apostólica Pænitemini de 1966, el Siervo de Dios Pablo VI identificaba la necesidad de colocar el ayuno en el contexto de la llamada a todo cristiano a no “vivir para sí mismo, sino para aquél que lo amó y se entregó por él y a vivir también para los hermanos” (cfr. Cap. I). La Cuaresma podría ser una buena ocasión para retomar las normas contenidas en la citada Constitución apostólica, valorizando el significado auténtico y perenne de esta antigua práctica penitencial, que puede ayudarnos a mortificar nuestro egoísmo y a abrir el corazón al amor de Dios y del prójimo, primer y sumo mandamiento de la nueva ley y compendio de todo el Evangelio (cfr. Mt 22,34-40).

La práctica fiel del ayuno contribuye, además, a dar unidad a la persona, cuerpo y alma, ayudándola a evitar el pecado y a acrecer la intimidad con el Señor. San Agustín, que conocía bien sus propias inclinaciones negativas y las definía “retorcidísima y enredadísima complicación de nudos” (Confesiones, II, 10.18), en su tratado La utilidad del ayuno, escribía: “Yo sufro, es verdad, para que Él me perdone; yo me castigo para que Él me socorra, para que yo sea agradable a sus ojos, para gustar su dulzura” (Sermo 400, 3, 3: PL 40, 708). Privarse del alimento material que nutre el cuerpo facilita una disposición interior a escuchar a Cristo y a nutrirse de su palabra de salvación. Con el ayuno y la oración Le permitimos que venga a saciar el hambre más profunda que experimentamos en lo íntimo de nuestro corazón: el hambre y la sed de Dios.

Al mismo tiempo, el ayuno nos ayuda a tomar conciencia de la situación en la que viven muchos de nuestros hermanos. En su Primera carta San Juan nos pone en guardia: “Si alguno que posee bienes del mundo, ve a su hermano que está necesitado y le cierra sus entrañas, ¿cómo puede permanecer en él el amor de Dios?” (3,17). Ayunar por voluntad propia nos ayuda a cultivar el estilo del Buen Samaritano, que se inclina y socorre al hermano que sufre (cfr. Enc. Deus caritas est, 15). Al escoger libremente privarnos de algo para ayudar a los demás, demostramos concretamente que el prójimo que pasa dificultades no nos es extraño. Precisamente para mantener viva esta actitud de acogida y atención hacia los hermanos, animo a las parroquias y demás comunidades a intensificar durante la Cuaresma la práctica del ayuno personal y comunitario, cuidando asimismo la escucha de la Palabra de Dios, la oración y la limosna. Este fue, desde el principio, el estilo de la comunidad cristiana, en la que se hacían colectas especiales (cfr. 2Co 8-9; Rm 15, 25-27), y se invitaba a los fieles a dar a los pobres lo que, gracias al ayuno, se había recogido (cfr. Didascalia Ap., V, 20,18). También hoy hay que redescubrir esta práctica y promoverla, especialmente durante el tiempo litúrgico cuaresmal.

Lo que he dicho muestra con gran claridad que el ayuno representa una práctica ascética importante, un arma espiritual para luchar contra cualquier posible apego desordenado a nosotros mismos. Privarnos por voluntad propia del placer del alimento y de otros bienes materiales, ayuda al discípulo de Cristo a controlar los apetitos de la naturaleza debilitada por el pecado original, cuyos efectos negativos afectan a toda la personalidad humana. Oportunamente, un antiguo himno litúrgico cuaresmal exhorta: “Utamur ergo parcius, / verbis, cibis et potibus, / somno, iocis et arctius / perstemus in custodia – Usemos de manera más sobria las palabras, los alimentos y bebidas, el sueño y los juegos, y permanezcamos vigilantes, con mayor atención”.

Queridos hermanos y hermanas, bien mirado el ayuno tiene como último fin ayudarnos a cada uno de nosotros, como escribía el Siervo de Dios el Papa Juan Pablo II, a hacer don total de uno mismo a Dios (cfr. Enc. Veritatis Splendor, 21). Por lo tanto, que en cada familia y comunidad cristiana se valore la Cuaresma para alejar todo lo que distrae el espíritu y para intensificar lo que alimenta el alma y la abre al amor de Dios y del prójimo. Pienso, especialmente, en un mayor empeño en la oración, en la lectio divina, en el Sacramento de la Reconciliación y en la activa participación en la Eucaristía, sobre todo en la Santa Misa dominical. Con esta disposición interior entremos en el clima penitencial de la Cuaresma. Que nos acompañe la Beata Virgen María, Causa nostræ laetitiæ, y nos sostenga en el esfuerzo por liberar nuestro corazón de la esclavitud del pecado para que se convierta cada vez más en “tabernáculo viviente de Dios”. Con este deseo, asegurando mis oraciones para que cada creyente y cada comunidad eclesial recorra un provechoso itinerario cuaresmal, os imparto de corazón a todos la Bendición Apostólica.

Vaticano, 11 de diciembre de 2008

BENEDICTUS PP. XVI
© Copyright 2008 - Libreria Editrice Vaticana


  1. http://www.vatican.va/holy_father/benedict_xvi/messages/lent/documents/hf_ben-xvi_mes_20081211_lent-2009_sp.html

viernes, 20 de febrero de 2009

Expulsión de Mons. Williamson

CARmpgroups comenta este hecho publicando un link hacia el sitio de la BBC latinoamerica en que se encuentra un mas extenso informe junto con un video en que se repiten las declaraciones de Mons. Williamson:

El ministerio del interior de la República Argentina, por medio de la Dirección Nacional de Migraciones ha dado 10 dias de plazo a Mons. Williamson para abandonar el pais "bajo apercibimiento de tener decretada su expulsión".

Las declaraciones efectuadas por Mons. Williamson, que son puestas como causa de su expulsión, en palabras de Florencio Randazzo, Ministro de los Kirchner, "agreden profundamente a la sociedad argentina, al pueblo judio y a la humanidad toda".

Los hermanos que desconocen las declaraciones de Mons Williamson sobre el holocausto pueden verlas en el sitio de la BBC que vinculamos directamente.
  1. http://190.2.54.19/vthread.asp?idgroup=5406&idareathread=20673&acc=read&idthread=2042897

Monseñor Williamson expulsado de Argentina

Información y comentarios desde el blog "Santa Iglesia Militante", el artículo completo puede leerse en el link que mas abajo indicamos

EL GRUPO FACINEROSO, BLASFEMO Y JUDAICO QUE USURPA EL GOBIERNO EXPULSA A MONS. WILLIAMSON DE LA ARGENTINA

Los delincuentes intelectuales y no intelectuales, malparidamente enriquecidos, masónicos y judíos, que usurpan la casa de Gobierno, tiránicamente han decidido la expulsión de Mons. Williamson.

Llamando delito a lo que no es, siendo alcahuete y partícipe de las malditas altas logias y sinagogas, se legitima a sí mismo con la falacia y perversión de la democracia liberal y el sufragio universal.

Este blog va a seguir haciendo lo que para ellos es "apología del delito", y a mucha honra. Por el Reinado de Nuestro Señor Jesucristo!

* * *
"El Gobierno expulsa de la Argentina al obispo que negó el Holocausto

Es Richard Williamson, quien fue director del seminario de La Reja. El Ministerio del Interior lo conminó a "hacer abandono del país en el plazo perentorio de 10 días".

El Gobierno argentino decidió expulsar del país al obispo lefebvriano Richard Nelson Williamson, quien se ubicó en el centro de una fuerte polémica al negar el Holocausto. La medida la tomó el ministro del Interior, Florencio Randazzo, a través de la Dirección Nacional de Migraciones.

En la disposición, reflejada a través de un comunicado oficial, el organismo estatal conmina al prelado a "hacer abandono del país en el plazo perentorio de diez días bajo apercibimiento de tener decretada su expulsión".

Una de las argumentaciones de la medida es que "el obispo ha fraguado reiteradamente el verdadero motivo de su permanencia en el país ya que declara ser un empleado administrativo de la Asociación Civil 'La Tradición', cuando en realidad su verdadera actividad era la de Sacerdote y Director del Seminario lefebvrista que la Fraternidad San Pio X posee en la localidad de Moreno".

También se tiene en cuenta "la notoriedad pública luego de sus declaraciones antisemitas a un medio Sueco, en las cuales puso en duda que el pueblo judío haya sido víctima del Holocausto".

En el comunicado, el Gobierno sostiene que "manifestaciones como estas que agreden profundamente a la sociedad argentina, al pueblo judío y a la humanidad toda, pretendiendo negar una comprobada verdad histórica". Y sostiene que "decide hacer uso de las facultades que le confiere la ley de conminar al obispo lefebvrista a abandonar el país o someterse a la expulsión"."
  1. http://santaiglesiamilitante.blogspot.com/2009/02/el-grupo-facineroso-blasfemo-y-judaico.html

lunes, 9 de febrero de 2009

Se cosumó el asesinato de Eluana

Desde el portal de noticias chileno http://www.emol.com/ . El link número dos comparte la inforrmación publicada por la agencia noticiosa H20 este 5 de febrero

Neurólogo de Eluana dijo que la mujer murió "de improviso"
El doctor Carlo Alberto Defanti, había sostenido que Eluana viviría entre 12 y 14 días desde que se suspendiera su alimentación.

ROMA.- El neurólogo que siguió el caso de Eluana Englaro desde hace años, Carlo Alberto Defanti, afirmó este miércoles que la muerte de la mujer italiana -de 38 años y que llevaba 17 de ellos en estado vegetativo- se debió a "una crisis" que acabó con su vida "de improviso".

Según la agencia Agi, Defanti aseguró que no se esperaba la muerte de Eluana, ya que sólo habían transcurrido tres días desde que se interrumpió su nutrición.

El propio Defanti había previsto que Eluana viviría entre 12 y 14 días desde que se suspendiera su alimentación. El neurólogo añadió que la autopsia arrojará luz sobre la naturaleza de su muerte.

El portavoz de los senadores conservadores italianos, Maurizio Gasparri, afirmó hoy que el fallecimiento de Eluana Englaro ha sido "claramente" un caso de "eutanasia". Además señaló que hace falta saber qué sucedió en el centro "La Quiete" de Udine (noreste de Italia), donde permanecía ingresada Eluana y que, a su juicio, se puede llamar "la clínica de la muerte".

Otras voces se han sumado a la petición de esclarecer el fallecimiento de la joven italiana, como el neurólogo de la Universidad de Udine, Giangluigi Gigli, quien ha pedido que "La Quiete" sea cerrada. Gigli solicitó, además, un examen toxicológico para aclarar si alguna sustancia externa pudo provocar la muerte de la joven.

  1. http://www.emol.com/noticias/internacional/detalle/detallenoticias.asp?idnoticia=344012
  2. http://www.youtube.com/watch?v=P3rtrDop1iI

jueves, 5 de febrero de 2009

MISTICISMO DE SATAN

EL SACRAMENTO DEL ABORTO
Escrito por el Padre Frank Pavone
Sacerdotes por la Vida

El Sacramento del Aborto es el titulo de un libro escrito por Ginette Paris y publicado en 1992. En este libro la autora declara que el aborto es un acto sagrado, un sacrificio a Artemis (conocida a los Romanos como Diana).

Artemis es tanto una protectora de animales salvajes y una cazadora que los mata con certera puntería. ¿Como pueden estos papeles contradictorios existir en la misma deidad femenina? El punto de vista propuesto en este libro es que una madre puede cuidar propiamente a la vida solo si posee el poder total sobre la misma vida y muerte. La muerte en veces es algo preferible. El que puede proveer la muerte, para que uno pueda escapar una vida infeliz, esta en verdad amando al que es matado.

El aborto, entonces, es visto, como una “expresión de responsabilidad maternal y no un fracaso del amor materno”. “Artemis significa el rehusar dar vida si el don no es puro y sin mancha...Así Artemis puede matara a un animal herido que dejarlo sufrir miserablemente, así una madre desea evitarle a sus hijos un destino doloroso”.

Artemis es la misma diosa cuales devotos se sintieron tan amenazados por la proclamación de San Pablo del evangelio en Efesio, donde un disturbio estuvo a punto de explotar y una vasta multitud grito por dos horas, “¡Grande es Artemis de los Efesios!” Los adoradores de Artemis hoy deberían igualmente sentirse amenazados, porque la proclamación del Evangelio de Cristo es que solo El tiene autoridad sobre la vida y la muerte. Ni la madre ni el padre, ni el estado, ni el individuo mismo, puede reclamar dominio absoluto sobre la vida. “Nadie vive como su propio amo, y nadie muere como su propio amo. Mientras vivimos, somos responsables al Señor, y cuando morimos, morimos como Sus sirvientes. Tanto en vida y muerte, somos del Señor” (Rom. 4:7-8).

El hecho que algunos defienden al aborto como un acto sagrado debería alertarnos sobre la profundidad de la guerra espiritual que esta librándose. El aborto nunca a sido meramente o primariamente un tema político. Es una falsa religión. Por ejemplo cuando gente pro-vida ora enfrente de una fábrica de abortos, no es simplemente que los pro-vidas se oponen a la medicina falsa. Es la verdadera Iglesia enfrentándose a la falsa Iglesia. Un hombre que había sido guardia de seguridad en una clínica de abortos, después de convertirse a la fe, reconoció por que había tenido tanto coraje contra los consejeros pro-vidas. “Venían a protestar enfrente de nuestra iglesia. Esa clínica es donde practicábamos nuestro culto.”

Que todos los fieles y su clero, tomen renovada fuerza para hablar contra el aborto. El hacerlo no solo es consistente con la proclamación del Evangelio; es la proclamación del Evangelio.

martes, 3 de febrero de 2009

Un infierno light, por Rev. P. Carlos Miguel Buela i.v.e II

II. El castigo infligido por las creaturas o pena de sentido.

No sólo es un dogma de fe definida la existencia y eternidad del infierno, tal como fue declarada por el Concilio IV de Letrán: "... para que reciban según sus obras, ya hayan sido buenas o malas, los unos con el diablo pena perpetua, y los otros con Cristo gloria sempiterna"[13]; es tambien de fe definida que los condenados padecen pena de daño, como se enseña en la constitución "Benedictus Deus": "...según común ordenación de Dios, las almas de los que mueren en pecado mortal actual en seguida después de su muerte descienden a los infiernos, donde son atormentadas con penas infernales"[14], es también de fe definida la existencia y eternidad de la pena de sentido, como se enseña en el Símbolo "Quicumque": "...y los que hicieron bien, irán a la vida eterna; los que hicieron mal, irán al fuego eterno. Ésta es la fe católica: a no ser que uno la crea fiel y firmemente, no podrá salvarse"[15].

En el Concilio Vaticano II, en la Constitución dogmática sobre la Iglesia, Lumen gentium, 48, se enseña la necesidad de una constante vigilancia, para que "no como a siervos malos y perezosos (cf. Mt 25, 26) se nos mande apartarnos al fuego eterno (cf. Mt 25, 41), a las tinieblas exteriores, donde habrá llanto y rechinar de dientes (Mt 22, 13 y 25, 30). Estas palabras se introdujeron en el texto para afirmar "la pena eterna del infierno". En efecto, dice la Comisión teológica: "Se introdujeron en el texto las palabras de nuestro Señor acerca de la pena eterna del infierno, como fue pedido explícitamente por muchos Padres"[16]. (Más adelante indicaremos porqué las explicaciones de la Comisión teológica constituyen la explicación oficial del texto). Asimismo, donde se habla de "la resurrección de vida" y de "la resurrección de condenación", en el mismo número, estas palabras se conciben como complemento de las otras palabras referidas al infierno que citamos anteriormente. Dice la Comisión teológica: "tomando razón de la precedente enmienda, por la lógica interna de la exposición y para más satisfacer los deseos de los Padres, se introdujeron las palabras acerca de la resurrección de vida o de juicio" [17].

La principal pena de sentido es el fuego, de ahí que diga el rico epulón: "estoy atormentado por estas llamas" (Lc 16, 24). Como lo afirman los Santos Padres y Doctores, y autores eclesiásticos antiguos, por ejemplo:

+San Ignacio de Antioquía: "No erréis, hermanos míos: los perturbadores de las familias no heredarán el reino de Dios. Si, pues, aquellos que han obrado estas cosas según la carne, están muertos, ¿cuánto más si alguno corrompe, con prava doctrina, la fe de Dios, por la que Jesucristo fue crucificado? Ese tal, estando manchado, irá al fuego inextinguible; de modo semejante, el que le presta oído"[18].

+El autor del "Martirio de San Policarpo": "Y atendiendo a la gracia de Cristo, [los mártires] despreciaban los tormentos mundanos, liberándose, con la duración de una hora, de la pena eterna. Les parecía frío el fuego de los crueles verdugos. Porque tenían ante los ojos el huir de aquel que es eterno y nunca se extinguirá"[19].

+El autor de la llamada 2da. carta a los Corintios: "Y los incrédulos verán la gloria de él y su fuerza y se admirarán viendo el dominio del mundo en Jesús, diciendo: Ay de nosotros, porque tú eras y ni lo supimos ni lo creímos ni obedecimos a los presbíteros, que nos predicaban de nuestra salvación; y el gusano de ellos no morirá y el fuego de ellos no se extinguirá, y serán un espectáculo para toda carne...[los justos] verán cómo son castigados con terribles tormentos y fuego inextinguible, los que erraron y negaron a Jesús con palabras y obras darán gloria a su Dios"[20].

+San Justino: "...en ningún modo puede suceder que a Dios se le oculte el maligno, o el avaro, o el insidioso, o el dotado de virtud, y que cada uno va o a la pena eterna o a la salvación eterna según los méritos de sus acciones. Porque si estas cosas fuesen conocidas por todos los hombres, nadie elegiría el vicio para un breve tiempo, sabiendo que iría a la condenación eterna del fuego; sino que se contendría totalmente y se adornaría de virtud, ya para conseguir los bienes que están prometidos por Dios, ya para huir los suplicios"[21].

+San Ireneo: "la pena de aquellos que no creen al Verbo de Dios, y desprecian su venida, y vuelven atrás, ha sido ampliada; haciéndose no sólo temporal, sino eterna. Porque a todos aquellos a los que diga el Señor: Apartaos de mí, malditos, al fuego perpetuo, esos serán siempre condenados"[22].

+Discurso a Diogneto: Los mártires se admirarán al ver el castigo de "la muerte verdadera, que es reservada para aquellos que serán condenados al fuego eterno, que será suplicio hasta el fin para los que le son entregados"[23].

+Tertuliano habla de: "fuego continuo"[24], "fuego eterno"[25], "fuego perpetuo"[26], "fuego eterno de la gehenna para la pena eterna"[27].

+San Cipriano: "La gehenna siempre ardiente quemará a los que le son entregados, y una pena voraz con llamas vivaces; ni hay posibilidad de que los tormentos tengan alguna vez descanso o fin. Las almas con sus cuerpos serán conservadas para infinitos tormentos de dolor ... Creerán tarde en la pena eterna los que no quisieron creer en la vida eterna"[28].

+San Agustín: "será un fuego corpóreo"[29].

+San Juan Crisóstomo dice que todos los padecimientos de esta vida, por grandes que se los suponga, son pálida imagen de las torturas del infierno y ni llegan a ser sombra de aquellos suplicios[30].

+San Gregorio Magno: "No dudo en afirmar... es corpóreo"[31].

+Santo Tomás de Aquino: "Es preciso decir que el fuego que atormentará a los cuerpos de los condenados es corpóreo"[32].

+Santa Catalina de Siena: "Hija, la lengua no es capaz de hablar sobre estas infelices almas y sus penas... El primero es verse privados de mí, lo cual les es tan doloroso, que, si le fuera posible, antes que estar libres de las penas y no verme, elegirían el fuego y atroces tormentos con tal de verme... El cuarto tormento es el fuego, que arde y nunca se acaba. El alma, por su propio ser, no se puede consumir, por no ser algo material, sino incorpórea. Pero yo, por justicia divina, he permitido que la queme sufriendo, que la aflija y no la consuma. La quema y hace sufrir con penas grandísimas, de modos diversos según la diversidad de los pecados, a unos más y a otros menos en conformidad con la gravedad de la culpa"[33].

+Santa Teresa de Jesús: "...como del dibujo a la verdad, el quemarse acá es muy poco en comparación de este fuego de allá"[34].

+San Alfonso de Ligorio: "Como el pez en el agua se halla rodeado de agua por todas partes, así el condenado se halla por completo sumido en el fuego"[35].

+San Juan Bosco cuenta un sueño que tuvo del infierno donde fue obligado a poner su mano en la pared y dice que al día siguiente "observé que la mano estaba efectivamente hinchada; y la impresión imaginaria de aquel fuego tuvo tal fuerza, que poco después la piel de la palma de la mano se desprendió y cambió"[36].

+La Virgen de Fátima el 13 de julio de 1917, en su tercera aparición, según contó Lucía: "...abrió de nuevo sus manos. El haz de luz que de ellas salía parecía penetrar la tierra, y vimos como un mar de fuego, y mezclados en el fuego los demonios y las almas como si fuesen brasas transparentes negras o bronceadas, con forma humana, que se movían en el fuego llevadas por las llamas, que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo, cayendo hacia todos lados, así como caen las chispas en los incendios, sin peso ni equilibrio, entre gemidos de dolor y desesperación, que horrorizaban y hacían estremecer de pavor... Aterrados, levantamos la mirada hacia Nuestra Señora, quien nos dijo con bondad y tristeza: -Han visto el infierno a donde van a parar las almas de los pobres pecadores. Cuando recen el Rosario, digan después de cada misterio: -¡Oh Jesús mío! perdónanos nuestras culpas, presérvanos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas, y socorre especialmente a las más necesitadas de tu misericordia"[37].

Pablo VI en el "Credo del Pueblo de Dios" afirma que los que hayan rechazado hasta el final el amor y la piedad de Dios: "serán destinados al fuego que nunca cesará"[38].

Por último, por el modo de hablar de los documentos y del magisterio ordinario, que así se ha expresado durante tantos siglos, es de fe que la pena de daño y la pena de sentido son realmente distintas y no se puede reducir la pena de sentido a la mera aflicción psicológica producida por la privación de la vista de Dios[39].

Frente a esta nube de testigos, ¿se puede, cuerdamente, dudar de la realidad de este "lugar de castigo" (cfr. Lc 16, 28)? ¿No sería más cuerdo vivir de manera de no ir a él?

Por tanto, teniendo en cuenta el sentir moralmente unánime de los Santos Padres y teólogos, el magisterio ordinario de la Iglesia, etc., afirmamos con ellos que el fuego del infierno no es metafórico (no existe tan sólo en la mente de los condenados[40]), sino verdadero, real, corpóreo (en cuanto es un agente material, que existe en su objetiva realidad y que atormenta a los réprobos). Así como afirmamos su corporeidad, afirmamos que no conocemos su materialidad porque es un fuego especial, sui generis, ya que tiene propiedades diferentes al fuego de la tierra. Es un fuego no extinguible, sino inextinguible (no necesita de combustible para ser alimentado); no temporal, sino eterno; no para confort de los cuerpos, sino para castigo de las almas y de los cuerpos; y que atormenta a los réprobos sin destruirlos. Es un fuego que sin matar, abrasa; sin consumir, quema; sin alumbrar, arde; y que, a pesar de sus llamas, envuelve a los condenados en opacas tinieblas y noches sempiternas.

Ni la más escabrosa y estrafalaria descripción de las penas de sentido, ni siquiera la más truculenta y grotesca, podrán llegar a mostrar con fidelidad, lo que esas penas son. Los que se horrorizan de esas pinturas o de esas descripciones, más bien deberían apartarse de sus pecados que les impiden ver, con toda su hondura, al fin al que se encaminan por propia culpa.

Por eso, teniendo en cuenta la importancia de la pena de daño sobre la pena de sentido, decía San Juan Crisóstomo: "Hay muchos hombres que, juzgando absurdamente, desean ante todo evitar el fuego del infierno; pero yo creo que incomparablemente mayor que la pena del fuego será la pena de haber perdido para siempre aquella gloria; ni creo que sean más dignos de llorarse los tormentos del infierno que la pérdida del reino de los cielos; pues este tormento es el más acerbísimo de todos"[41]. En otro lugar dice: "La pena del fuego del infierno es ciertamente intolerable. Pero, aunque imaginemos mil infiernos de fuego, nada habríamos adelantado para comprender lo que significa haber perdido la bienaventuranza eterna, ser rechazado por Cristo, oír de él aquellas palabras: No os conozco"[42].

Es que la pena de sentido, por muy grande que sea, es finita, mientras que la pena de daño es infinita. Enseña Santo Tomás: "La pena es proporcionada al pecado. En el pecado hay que distinguir dos aspectos. El primero es la aversión del bien imperecedero, que es infinito; y por este motivo el pecado es también infinito. El segundo es la conversión desordenada a un bien perecedero; y en este sentido el pecado es finito, tanto por parte del objeto al que se convierte, que es finito, como por el acto pecaminoso en sí mismo, ya que los actos de la creatura no pueden ser infinitos. Por consiguiente, por parte de la aversión le corresponde al pecado la pena de daño, que es infinita, ya que es la pérdida de un bien infinito, como es el mismo Dios. Y por parte de la conversión desordenada a la criatura, le corresponde la pena de sentido, que es finita"[43].

Por muy difícil que sea a la sensibilidad del hombre moderno, lo que está revelado, revelado está. Y no hay forma cuerda de evadir esa realidad. Un autor después de afirmar la existencia del fuego material y corpóreo -aunque no como el nuestro- nada menos que ... ¡lo identifica con el Espíritu Santo!: "¡El fuego del infierno es, de algún modo, el mismo Dios! Es la misma llama de amor viva -que es el Espíritu Santo- que purifica en esta vida y en el purgatorio y atormenta eternamente en el infierno"[44].

NOTAS:
[13] Dz. 429 [801].
[14] Dz. 51 [1002].
[15] Dz. 40 [76].
[16] "Introducta sunt in texto verba Domini nostri circa poenam aeterna inferni, sicut explicite a multis Patribus petitum est (E/2639 2675 2676 et 11 alii, E/ 2682 2695 2716 2720". Textus emendatus Capitis VII Schematis Constitutionis de Ecclesia, Relatio de nº 48, pág. 181, lin 22 (Romae 1964), pág. 13.
[17] "Ratione habita praecedentis emendationis, ob internam logicam expositionis et ut amplius desideriis Patrum satisfieret, introducta sunt verba de resurrectione vitae vel iudicii (E/ 2788 2838 cum 13 aliis)".Ibid. nota 5, lin 26.
[18] A los Efesios 16, 1s.
[19] Martirio de San Policarpo, 2, 3; cfr. San Ireneo, Ad haer., 4, 39; San Ambrosio, Comentario a San Lucas, 7, 20.
[20] 2da. epístola a los Corintios, 17, 5ss.
[21] Apología, 1, 12.
[22] Adversus haereses, 4, 28, 2.
[23] 10, 7s.; Funk, 1, 408-410.
[24] Apologeticus,48; PL 1, 527.
[25] Idem, PL 1, 528; y en De poenitentia, 12; PL 1, 1247.
[26] De praescriptione haereticorum,13; PL 2, 845.
[27] De resurrectione, 35.
[28] Ad Demetrianum, 24; ML 4, 561s.
[29] La ciudad de Dios, 21,10.
[30] Ad Pop. Ant., Hom.49: "Haec omnia ludicra sunt et risus ad illa supplicia. Pone ignem, pone ferrum, quid nisi umbra sunt ad illa tormenta?" (Todo esto son juegos y risas en comparación con aquellos suplicios. Considera los tormentos del fuego y del hierro, ¿qué son sino sombras en comparación con aquellos tormentos?).
[31] Diál. IV, 29; PL 77,368.
[32] S. Th., Supl. 97, 5.
[33] El diálogo, ....................pág. 120.
[34] Libro de la Vida, cap. 32, 4. Describe la Santa Doctora una visión del infierno que tuvo y dice que "fue una de las mayores mercedes que el Señor me ha hecho" (ibid. 5).
[35] o.c., pág.662.
[36] Biografía y escritos, BAC, Madrid, 1955, pág. 647.
[37] Pbro. Julio Triviño, Teología, espiritualidad y profetismo del Mensaje de Fátima, en Universitas, nº 41, setiembre 1976, pág. 17.
[38] Solemne Profesión de fe el 30 de junio de 1968, n. 12; comentario teológico por Cándido Pozo, SJ., 2da. edición, BAC, Madrid, 1975, pág. 21.
[39] Cándido Pozo, S.J., Teología del más allá, BAC, Madrid, 1968, pág. 197.
[40] Como sostenía en la antiguedad Orígenes y en la actualidad, por ejemplo, el Diccionario Teológico de Rahner (Herder, Barcelona, 1967, pág. 514).
[41] Ad Theodorum lapsum, I, 12; MG 47, 292.
[42] In Mt., hom. 23, 8.
[43] S.Th., I-II, 87, 4.
[44] Palabra de Comunión, 71 (texto policopiado); entiendo que el A. cae en el error lógico de la suppositio terminorum que lo lleva a una fallacia equivocationis, porque del fuego real y corpóreo, pasa a significar el fuego del amor de Dios -¡El Espíritu Santo!-, lo cual es una falacia por tomar de modo equívoco el mismo término en un mismo silogismo; también me parece que se confunde por identificar el fuego del infierno con el del purgatorio, entendiendo el fuego del purgatorio según la concepción de los Padres griegos. (En una oportunidad, tomando como titular un exámen de Escatología, el profesor vocal sostenía que "el fuego del infierno podía ser un cancer"; como puede apreciarse si uno se maneja en exégesis arbitrariamente, se le puede hacer decir a las palabras cualquier cosa. Así "fuego" podría ser agua, viento, nube, dulce de leche, caramelo, hojaldre, lavandina o cualquier cosa).
  1. http://www.padrebuela.com.ar/pag_res.asp?id=170

EL PLAN MAESTRO PARA DESTRUIR LA IGLESIA

El Enemigo al acecho

Este trabajo tiene un interés extraordinario por su actualidad. La primera edición fue sacada a la luz en julio de 1973.
Por su gravedad y trascendencia merece la atención de todos, y en particular de la Jerarquía Eclesiástica.
¡Más que nunca es necesario encomendarnos al Arcángel San Miguel para que desbarate el diabólico plan!

CAPÍTULO I: EL MASTERPLAN

Alguien dejó olvidado en mi oficina médica un sobre grande, cerrado. Después de dos meses nadie lo reclamó. Lo abrí para averiguar la identidad de su dueño. ¡Lo que encontré fue una sorpresa!:

EL MASTERPLAN PARA DESTRUIR LA IGLESIA. Nadie firmaba, no se daba ninguna dirección, nada más que un plan riguroso para destruir la Iglesia de Cristo. Según el Masterplan, la Iglesia deberá estar "arruinada" para el año 1980. Me he animado a publicarlo porque estoy seguro que ayudará a abrir los ojos a muchos sacerdotes y buenos cristianos antes de que sea demasiado tarde. ¡Alerta, amigo! Alguien trabajará muy en contra de la Iglesia. ¡Abre tus ojos! No duermas, que el Demonio está despierto. El "Masterplan" parece algo perfecto. Lo segundo: cómo llevarlo a cabo paso a paso. Lo tercero: quién lo va a realizar.

CAPÍTULO II: IGLESIA UNIVERSAL EN LUGAR DE IGLESIA CATÓLICA

El Masterplan señala en principio que de todas las Iglesias que se llaman cristianas, el bloque más firme, el que las mantiene a todas, es la Santa Iglesia Católica, y una vez que ésta se tambalee, toda la cristiandad caerá por su peso. Hay que quitarle el nombre de Santa, porque así está llamando constantemente la atención sobre Dios, es algo sagrado, y esto sobra. Y para quitarlo es fácil, basta con insistir que debemos acercarnos más a los hermanos protestantes, y que los católicos digan que la Iglesia es Santa, ofende a éstos, y por lo tanto, los católicos no deben insistir en eso. Y así de fácil, para el año 1980 nadie dirá: Una, Santa, etc. Otra palabra que sobra es "Católica", porque es muy arraigada con la adoración a Dios, a Cristo, y a la Santísima Virgen, y eso hay que derrumbarlo. Para hacerlo es fácil: hay que sustituir lo de "Católico" por "Universal", al fin es lo mismo, parece que dice lo mismo, pero se quita el sabor sagrado de adoración a Dios y a Cristo que lleva el nombre católico. En el año 1980 quedaría en todo el mundo así la "Iglesia Universal" con todas las iglesias unidas, donde quedarían incluidos también los judíos, los musulmanes, los hindúes, etc.

El primer mandamiento de esta "Iglesia Universal" y el único, sería: "amar al prójimo como a ti mismo" ¡Porque en éste seguiría existiendo un Dios toda bondad!. Pero un Dios que es tan bueno que no castiga; y como no puede castigar, todo el mundo se olvidará de Él muy pronto. Porque el Dios que no infunde respeto, que no se le teme, la gente lo olvida. Pero todo esto, repito, es el fin del plan. El plan debe ser cosa sencilla, quitar cosas "poco importantes", sembrar una "piedad falsa" de compasión para los no católicos, acercarse a los no católicos, abrir las puertas de la Iglesia a los que no lo son, quitar las cosas "sin importancia" que los puedan herir.

lunes, 2 de febrero de 2009

El gobierno argentino inicia el acoso a Mons. Williamson

Desde Panoráma Católico Internacional, imágen desde Fraternidad Sacerdotal San Pio X - Católicos.

Buenos Aires, 2 de febrero. Fuentes propias.

Fuentes inobjetables de la dirigencia política nos señalan que el gobierno argentino, ha iniciado una ofensiva con miras a plantear cargos legales contra Mons. Williamson y expulsarlo del país. El procedimiento está siendo llevado por el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia) que preside la ex diputada radical María José Lubertino, política profesional de amplia militancia en lobbies pro aborto, que apoyó tenazmente las leyes de perspectiva de género y matrimonio gay.

La cuestión, nos informan, no es solo ideológica sino que responde también a una situación política de tensión interna en el gobierno de los Kirchner.

Buenos Aires, 2 de febrero. Fuentes propias.
Fuentes inobjetables de la dirigencia política nos señalan que el gobierno argentino, ha iniciado una ofensiva con miras a plantear cargos legales contra Mons. Williamson y expulsarlo del país. El procedimiento está siendo llevado por el INADI (Instituto Nacional contra la Discriminación y la Xenofobia) que preside la ex diputada radical María José Lubertino, política profesional de amplia militancia en lobbies pro aborto, que apoyó tenazmente las leyes de perspectiva de género y matrimonio gay.

La cuestión, nos informan, no es solo ideológica sino que responde también a una situación política de tensión interna en el gobierno de los Kirchner.

Lubertino condenó recientemente en forma pública la intervención armada de Israel contra la población de Gaza. Simultáneamente, el ex funcionario y piquetero profesional, Luis D’Elía, muy cercano a Néstor Kirchner, realizó una manifestación contra un conocido empresario judío argentino, en “repudio a los ataque de Israel contra la Franja de Gaza”. Esto generó la respuesta inmediata de la DAIA (Delegación de Entidades Israelitas Argentinas), cuyo presidente acudió a solicitar el apoyo de la embajada de los Estados Unidos, con todo éxito.

La situación interna del equipo gobernante se deterioró notablemente, cuanto el actual Jefe de Gabinete de Ministros, Sergio Mazza, desautorizó a D’Elía. Lubertino, por su cargo, debería actuar en contra del piquetero D’Elia aplicando las leyes antidiscriminatorias en vigencia.

Protegido por el favor del ex presidente Kirchner, y por su excelente relación con el estado de Irán y con el presidente Chávez de Venezuela, D’Elía desafía a la comunidad israelita. Lo cual hace necesario que el INADI, y en particular su presidenta, Lubertino, se vea en la necesidad de encontrar un chivo emisario que zanje sus internas políticas y dé cierta satisfacción a las entidades judías sin tocar a D’Elía.

En este plan, han decidido un acoso sistemático al obispo Williamson, residente en la Argentina. En un programa emitido por Radio América la semana pasada, del que participó este redactor, la Lubertino amenazó a Mons. Williamson con la aplicación de leyes antidiscriminatorias si llegaba a hacer declaraciones del tenor de las que generaron el revuelo internacional por todos conocido. Ante el silencio del obispo, se sabe que ha comenzado a acosarlo, buscando motivos para un proceso penal. Naturalmente, el primer punto indagado fue el de su residencia como extranjero, que resultó perfectamente regular. Ahora se lo presiona para que se pronuncie sobre el mismo tema del que se le había advertido no hablase, bajo apercibimiento de iniciar acciones legales.

Poco o ningún fundamento legal tiene el embate del INADI, y ninguna legitimidad política mientras no se procese al piquetero D’Elía, se retracte la propia Lubertino de sus dichos contra el genocidio israelí en Gaza, ni se repudie al régimen de Chávez, cuyos sicarios asaltaron el sábado último la sede de la Sociedad Israelita de Venezuela, destruyendo sus instalaciones, con particular saña hacia los objetos sagrados y de culto, como los rollos de la Ley. Hasta ahora el Presidente Chávez no ha manifestado voluntad alguna de castigar a los culpables.

En los próximos días se esperan novedades.

M.G.
  1. http://panodigital.com/el-gobierno-argentino-incia-el-acoso-contra-mons-williamson

Un infierno light, por Rev. P. Carlos Miguel Buela i.v.e

Así como hay cerveza sin alcohol, café sin cafeína, sal sin sodio, azúcar sin glucosa, tabaco sin nicotina, hombres sin sustancia y sin humanidad, o sea, "sin fundamento, sin misión, sin fin último"[1]; y estos son todos productos "light"; así existen, también, cristianos "light" que son partidarios de un infierno "light".

Nos podemos preguntar, ¿qué es un infierno "light"? Es un "infierno" carenciado. Es un infierno "liviano": sin pena de daño, sin pena de sentido, sin eternidad y/o sin habitantes. Sobre la base de estas cuatro carencias las variantes son muchas y las hay para todos los gustos. Algunos son plenamente "light" y sostienen las cuatro negaciones, otros son más medidos y aceptan sólo algunas variantes "light" o les ponen atenuantes.

En muchos textos de la Sagrada Escritura se fundamentan las verdades reveladas acerca del infierno. Pero, para mi intento, son suficientes tan sólo dos mitades de dos versículos. Se enseña la pena de daño, o sea, la privación de la vista de Dios, en "Apartaos de mí, malditos,..." (Mt 25, 41); la pena de sentido, o sea, el sufrimiento que proviene de cosas sensibles, en " ...id al fuego..." (id); la eternidad de las penas, que no terminarán jamás, en "...eterno." (id); y acerca de sus habitantes: "Éstos irán al castigo eterno..." (Mt 25, 46). Para los que tenemos el convencimiento de que la Biblia es Palabra de Dios, no son necesarios más textos. Serán los cuatro puntos de la primer parte de este artículo.

1ra. parte.
I. La privación de la vista de Dios o pena de daño.

Ésta es la pena esencial del infierno. Si con la imaginación más tropical y el corazón más calenturiento imaginásemos las torturas más refinadas e increíbles, las penas de sentido más espantosas que jamás se hayan pensado, y si aún dejásemos como nenes de pecho a la imaginería barroca acerca del infierno, a la tortura china y a los modernos torturadores con sus refinadas técnicas, si el infierno tuviese todos esos tormentos sensibles incluso elevados a la enésima potencia, pero si no hubiese pena de daño, el infierno no sería infierno sino más bien paraíso, ya que se vería a Dios. Por el contrario, si en el infierno no hubiese pena de sentido, pero sí privación de la vista de Dios, el infierno sería infierno y tan insufrible como el que tuviese los más espantosos y horribles castigos infligidos por las creaturas.

Lo más dramático del infierno no es lo que más asusta a la mayoría, a saber, las penas sensibles. Lo que aterra del infierno es no ver a Dios: "...no los conocerá aquel Dios a quien no quisieron conocer en la vida"[2]. Por eso decía sabiamente San Alfonso, Doctor de la Iglesia: "todas las demás penas apenas si son penas comparadas con esta pena"[3]. Ni el "fuego inextinguible"[4], ni el pestilencial olor, ni la companía insoportable de los demonios y de los otros condenados, ni el lugar espantoso[5], ni el tormento de los sentidos corporales internos y externos, ni el "gusano que no muere"[6] roedor de la conciencia, ni "el llanto y crujir de dientes"[7], ni "las tinieblas exteriores"[8], ni ninguna otra de estas cosas, ni todas ellas juntas, forman el infierno, sino el haber perdido a Dios.

Dicho de otra manera, ¿cuál es el bien que pierde el condenado? Pierde a Dios que es un Bien infinito. El dolor y la pena son, por tanto, infinitos[9]. Lo formal del castigo es estar alejados de Dios. Así como el dolor sustancial de la Pasión del Señor son los dolores interiores y no los sensibles, así como en el temor de Dios es más importante el temor filial y el temor servil debe conducirnos a ese[10], así como en la penitencia lo esencial es el dolor interior por los pecados cometidos y la penitencia externa es sólo fruto y acicate para la interna -y si no fuese así no serviría para nada, pudiendo incluso ser pecado-[11], así, de manera parecida, es la pena de daño respecto de la pena de sentido.

Claro que esto al mundano no le llama la atención, ya que de hecho en esta tierra vive como si Dios no existiese y esa futura lejanía de Dios ni le preocupa, porque la imagina como una prolongación de la lejanía placentera y actual de Dios. Claro que esto al pecador que vive revolcándose en el retortero de innumerables pecados esto no le preocupa, ya que de hecho vive ofendiendo siempre a Dios y esas ofensas le parece que no le acarrean ningún castigo ahora, prolongando hacia el futuro en su imaginación esa ausencia -aparente- de castigo. Claro que esto no lo ve el que vive en las tinieblas de su casi invencible estupidez y por su misma estupidez es incapaz de abrir los ojos. Claro que esto no lo ven quienes viven sumergidos en la fugacidad del tiempo que pasa, en los miles de productos de los supermercados que ansían y en el ensimismamiento de su voluntad permisiva. El tiempo les impide ver la eternidad, el tener les obstaculiza captar la primacía del ser y el creerse los autores de su libertad a no notar la presente esclavitud, ni temer la futura inexorable; su materialismo les impide considerar la posibilidad de un castigo esencialmente espiritual. En última instancia, la pérdida del sentido de Dios, los lleva a la pérdida del sentido del pecado, y ésta los lleva a no percibir la realidad del justo castigo por el pecado.

Niegaan el infierno los que primero han deformado o negado a Dios, en algunas de sus carácterísticas, como ser personal, espíritu puro, libre, providente y trascendente. Cuando no hay Dios no hay forma de trascender los horizontes de este mundo y el hombre queda clauso en la concreción de la inmanencia. La realidad del infierno es demasiado clamorosa para quien ignora que tiene un verdadero Padre en los cielos. En su libro "Discusión", Jorge Luis Borges, sostiene "la blasfemia de decir que todo el que cree en el infierno "es irreligioso", con lo que caen en la Irreligión casi toda la Humanidad, menos Borges; e inclusive Jesucristo..."[12]. Algunos nunca encontraron la salida de sus tortuosos laberintos interiores.

Lo espantoso de la pena de daño sólo lo comprenden aquí en la tierra las almas santas y fervorosas. Los mundanos, los que viven en pecado, lo comprenderán tarde, sólo se les abrirán los ojos cuando entiendan que, por culpa propia, perdieron un Bien infinito.

NOTAS
[1] cfr. Dr. Mario Caponetto, La Kábala y el gnosticismo, AICA, nº2063, 3 de julio de 1996, pág. 21. Antes les decíamos "tilingos".
[2] San Agustín, Serm. 251, E.B. app.: "Ultra nescientur a Deo, qui Deum scire noluerunt".
[3] Obras ascéticas, BAC, Madrid, T.II, pág. 669.
[4] cfr. Mc 9, 42; Lc 3, 17; etc.
[5] Llamado abismo (Lc 8, 31; Ap 9, 11; 20, 1-3), horno de fuego (Mt 13, 42 y 50), estanque de fuego y azufre (Ap 19, 20; 20, 9.15; 21, 8), fuego eterno (Mt 18, 8; 25, 41), perdición, destrucción (Mt 7, 13; Fil 3, 19; 1Tim 6, 9; 2 Tes 1, 9), muerte segunda ( Rom 6, 21; Ap 20, 6. 14; 21, 8), tártaro (2 Ped 2, 4), fuego inextinguible, tinieblas exteriores, etc.
[6] cfr. Is 66, 24; Jud 16, 21; Eclo. 7, 19 y Mc 9, 43 ss.
[7] cfr. Mt 15, 50; etc.
[8] cfr. Mt 8,12; 22, 13; 25, 30; etc.
[9] Santo Tomás, S.Th.,1-2, 87, 4: "Poena damni est infinita, quia est amissio boni infiniti".
[10] cfr. San Ignacio de Loyola, Exercicios Spirituales, [370].
[11] idem, [82].
[12] Leonardo Castellani, El Evangelio de Jesucristo, Dictio, Bs. As., 1977, pág. 489.
  1. http://www.padrebuela.com.ar/pag_res.asp?id=170