sábado, 30 de mayo de 2009
Por obra del Espíritu Santo III, Rev. P. José María Iraburu
Tradición doctrinal
En el árbol inmenso de la sabiduría cristiana, lo primero que ha de afirmarse es la raíz de todo, el tronco, las ramas fundamentales que de él brotan: la Trinidad eterna, la Encarnación histórica del Hijo. Y así fue: la predicación antigua de los Padres, igual que los primeros Concilios, trata continuamente del formidable misterio trinitario, de la divinidad de Jesucristo, de la condición también divina del Espíritu Santo.
Esa luminosidad maravillosa de la fe de la Iglesia primera procede precisamente de aquí, de que ella está centrada en lo que realmente es el centro del misterio cristiano: la santísima Trinidad, la Encarnación del Hijo divino, la efusión maravillosa del Espíritu Santo... Esto es lo que predica la Iglesia primitiva, pues es lo que lleva en su corazón, y «de la abundancia del corazón habla la boca» (Mt 12, 34).
Con gran frecuencia, sí, y al mismo tiempo con toda profundidad y sencillez, los antiguos Pastores de la Iglesia, en un lenguaje a un tiempo preciso y asequible a los fieles, predicaban la fe en la Trinidad, la fe que nos salva. Y sobre esta fe escribían maravillosos tratados De Trinitate, como el de San Hilario (+367) o el de San Agustín (+430), decisivo éste para la tradición católica posterior.
La primera contemplación de los Padres va entendiendo que nuestro Señor Jesucristo es revelación del Hijo divino eterno. Y que al mismo tiempo, por su encarnación y su cruz, es Él la suprema revelación del Padre: «quien me ve a mí, ve al Padre» (Jn 14,9).Y que el mismo Cristo es la revelación del Espíritu Santo: «yo os enviaré de parte del Padre el Espíritu de verdad, que procede del Padre» (15,26).
Recordemos aquí el venerable símbolo de la fe Quicumque, llamado atanasiano -modernamente atribuido a San Ambrosio (+397) o a San Fulgencio de Ruspe (+532)-. Mediante ese texto grandioso, la fe de la Iglesia en la santísima Trinidad queda integrada para siempre en las liturgias de Oriente y Occidente:
«La fe católica es que veneremos a un solo Dios en la Trinidad, y a la Trinidad en la unidad; sin confundir las personas, ni separar la sustancia. Porque una es la persona del Padre, otra la del Hijo y otra la del Espíritu Santo; pero el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo tienen una sola divinidad, gloria igual y coeterna majestad.
«Cual el Padre, tal el Hijo, tal el Espíritu Santo.
«Increado el Padre, increado el Hijo, increado el Espíritu Santo. Inmenso el Padre, inmenso el Hijo, inmenso el Espíritu Santo. Eterno el Padre, eterno el Hijo, eterno el Espíritu Santo.
«Y sin embargo, no son tres eternos, sino un solo eterno, como no son tres increados ni tres inmensos, sino un solo increado y un solo inmenso.
«Igualmente omnipotente el Padre, omnipotente el Hijo, omnipotente el Espíritu Santo; y sin embargo, no son tres omnipotentes, sino un solo omnipotente.
«Así, Dios es el Padre, Dios es el hijo, Dios el Espíritu Santo; y sin embargo, no son tres dioses, sino un solo Dios. Así, Señor es el Padre, Señor el Hijo, Señor el Espíritu Santo: y sin embargo, no son tres señores, sino un solo Señor [...]
«El Padre por nadie fue hecho, ni creado ni engendrado. El Hijo fue por solo el Padre, no hecho ni creado, sino engendrado. El Espíritu Santo, del Padre y del Hijo, no fue hecho, ni creado, ni engendrado, sino que procede.
«...Y en esta Trinidad nada es antes ni después, nada mayor o menor; sino que las tres personas son entre sí coeternas y coiguales. De suerte que en todo hay que venerar lo mismo la unidad en la Trinidad que la Trinidad en la unidad.
«El que quiera, pues, salvarse, así ha de sentir de la Trinidad» (Dz 39-40/75-76).
Por esta fe en el misterio de la santísima Trinidad, muchos antiguos cristianos sufrieron prisión o destierro, destituciones o exilios, confiscación de bienes o muerte. Ellos sabían bien que en el árbol de la sabiduría cristiana esa fe en la Trinidad es la raíz de donde brota y fructifica el árbol entero.
Junio, Mes Dedicado al Sagrado Corazón de Jesús
El objeto de esta fiesta es Su Corazón, es decir, el Corazón físico del Hombre-Dios, junto con la humanidad y divinidad de Nuestro Señor, considerado como un miembro vivo y unido al todo orgánico. El Corazón corpóreo de Jesús como símbolo y expresión del amor de Cristo a los hombres, manifestado sobre todo en la redención por la Cruz y en el misterio de la Santísima Eucaristía: He aquí el verdadero objeto de esta fiesta. En el Corazón de Jesús, vemos, en último término, la misma persona de Jesús, la persona divina que, bajo el símbolo de Su Corazón de carne, nos muestra el amor divino y humano, de Nuestro Señor hacia nosotros. Los misterios de la Eucaristía, de la redención por la Cruz, de la venida del Espíritu Santo, de nuestra fututa resurección y de nuestra eterna posesión y goce de la vida divina se fundan, en último resultado, en el único misterio del Amor del Salvador hacia nosotros. Y con la fiesta del Sagrado Corazón de Jesús no se pretende otra cosa que honrar ese Amor divino-humano, y sumergirnos en él.
Dios y Hombre verdadero,
delicia de los Santos,
refugio de los pecadores y esperanza de los que en Ti confían;
Tú nos dices amablemente: Vengan a Mí;
y nos repites las palabras que dijiste al paralítico:
Confía, hijo mío, tus pecados te son perdonados,
y a la mujer enferma: Confía, hija, tu fe te ha salvado,
y a los Apóstoles: Confíen, Yo Soy, no teman.
Animado con estas palabras acudo a Ti
con el corazón lleno de confianza,
para decirte sinceramente y desde lo más íntimo de mi alma:
Corazón de Jesús en Ti confío.
Sí, Corazón de mi amable Jesús,
confío y confiaré siempre en tu bondad;
y, por el Corazón de tu Madre,
te pido que no desfallezca nunca esta confianza en Ti,
a pesar de todas las contrariedades
y de todas las pruebas que Tú quisieras enviarme,
para que habiendo sido mi consuelo en vida,
seas mi refugio en la hora de la muerte
y mi gloria por toda la eternidad.
Amén.
martes, 26 de mayo de 2009
Por obra del Espíritu Santo II, Rev. P. José María Iraburu
1 Sagrada Escritura
Es de fe que «por la grandeza y hermosura de las criaturas, mediante la razón, se llega [es posible llegar] a conocer al Creador de ellas» (Sab 13,5; +Rm 1,19-20; Vaticano I: Dz 1806/3026).
Puede la razón, con sus propias luces, llegar a conocer que Dios existe, que es único, bueno, omnipotente, providente, etc. Pero nunca, sin la Revelación divina, podrá alcanzar a conocer el misterio de las tres Personas divinas.
La revelación del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo se realiza únicamente en Jesucristo.
Antiguo Testamento
En la Revelación divina que Israel recibe no se manifiesta en Yavé el misterio de la distinción eterna de Tres Personas divinas. La expresión «Espíritu Santo» se usa tres veces (Is 63,10-11.14; Sal 50,13).
Y así como en muchas ocasiones la antigua Escritura habla de Dios en modo antropomórfico, y así alude a la mano de Dios, a su boca, a su brazo, también habla, y con no poca frecuencia, del Espíritu de Dios, del Espíritu de Yavé (ruah Yavé): es decir, de su aliento vital. En el hombre, como en los animales, la respiración, el aliento, es la vida. Y en un sentido semejante se habla del Espíritu de Yavé; pero no, por supuesto, como Persona divina.
La Escritura antigua suele hablar del Espíritu divino en cuanto fuerza vivificante de la creación entera, ya desde su inicio (Gén 1,2; 2,7). Más aún: el Espíritu divino se revela innumerables veces como acción salvadora de Yavé entre los hombres. Es, en efecto, el Espíritu de Yavé el que impulsa a Sansón (Jue 13,25), establece y asiste a los jueces (Jue 3,10; 6,34) o a los reyes (1Sam 10,16), ilumina sobrenaturalmente a José (Gén 41,38; 42,38), a Daniel (Dan 4,5; 5,11), asiste con su prudencia a Moisés y a los setenta ancianos (Núm 11,17.25-26,29), y sobre todo, inspira a los profetas (Is 48,16; 61,1; Ez 11,5).
En todos estos casos, el Espíritu divino es dado a ciertos hombres elegidos, aunque todavía en escasa medida. Por otra parte, desde el fondo de los siglos, anuncia la Escritura que, en la plenitud de los tiempos, Dios establecerá un Mesías, en el que residirá con absoluta plenitud el Espíritu divino (Is 11,1-5; 42,1-9). Y también revela que, a partir de este Mesías, el Espíritu divino será difundido entre todos los hombres (Is 32,15; 44,3): «Yo les daré otro corazón, y pondré en ellos un espíritu nuevo; quitaré de su cuerpo su corazón de piedra, y les daré un corazón de carne, para que sigan mis mandamientos, y observen y practiquen mis leyes, y vengan a ser mi pueblo y sea yo su Dios» (Ez 11,19; +36,26-27; Zac 12,10; Joel 3,1-2).
Nuevo Testamento
La revelación plena de la Trinidad divina, y por tanto del Espíritu Santo, va a producirse en nuestro Señor Jesucristo. Es en los Evangelios donde el Espíritu divino se revela muchas veces en cuanto distinto del Padre y del Hijo. Hemos de ver todo esto más detenidamente en el capítulo próximo; pero aquí expongo brevemente los rasgos principales de la revelación del Espíritu Santo en el evangelio.
Es el Espíritu Santo el que encarna al Hijo divino en las entrañas de María (Lc 1,35). Es Él quien desvela este misterio a Isabel (Lc 1,41), a Zacarías (1,67), a Simeón (2,25-27).
Es el Espíritu Santo quien, en las orillas del Jordán, al mismo tiempo que se oye la voz del Padre, desciende en figura de paloma sobre el Hijo encarnado (3,22). Padre, Hijo y Espíritu Santo, por primera vez, se manifiestan en formidable epifanía como Personas divinas distintas.
Es el Espíritu Santo quien conduce a Jesús al desierto, para que luego, saliendo de él, inicie su ministerio como Profeta enviado por el Padre (Lc 4,1). Es Él quien alegra a Cristo, mostrándole la predilección del Padre por los pequeños (10,21). Por Él hace Jesús milagros admirables, revelando su condición mesiánica de Enviado de Dios (Mt 12,28).
En la última Cena, Jesús anuncia a sus discípulos que, una vez vuelto al Padre, vendrá sobre ellos el Espíritu divino: recibirán «el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi nombre» (Jn 14,26). Tres Personas distintas, las tres divinas e iguales en eternidad, santidad, omnipotencia...
Poco después, en la cruz redentora, «Cristo se ofreció a sí mismo inmaculado a Dios por el Espíritu eterno» (Heb 9,14). Es en el fuego del Espíritu Santo, en la llama del amor divino, en el que Cristo ofrece al Padre el holocausto redentor de su vida. La epiclesis eucarística nos lo recuerda cada día.
Y en seguida, en Pentecostés, nace la Iglesia, que, como Jesús, nace «por obra del Espíritu Santo» (+Hch 2). Él es, con los apóstoles, el protagonista de la evangelización: «llenos del Espíritu Santo, hablaban la Palabra de Dios con libertad» (4,31).
Los hombres que acogen con fe el Evangelio de Cristo vuelven a nacer, esta vez «del agua y del Espíritu» (Jn 3,5). Y son bautizados «en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28,19): tres distintas Personas divinas, en un solo Dios verdadero.
En adelante, pues, toda la vida sobrenatural cristiana será explicada en clave trinitaria. Los que viven en Cristo, iluminados y movidos por el Espíritu Santo, ésos son los hijos de Dios (+Rm 8,10-14). Y ellos se saludan entre sí en el nombre divino de la Trinidad:
«La gracia del Señor Jesucristo, la caridad de Dios y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros» (2Cor 13,13).
lunes, 25 de mayo de 2009
Reflexiones Sobre la Catequesis IV
Hemos visto cual ha de ser el perfil de la catequesis, ahora nos atrevemos a delinear un perfil de catequista, pues como dice San Pío X es «mucho más fácil es encontrar un orador grandilocuente y fecundo, que un catequista perfecto»(14).
Primero debemos definir a quienes nos referirnos cuando hablamos de catequistas, porque en verdad son muchos los que colaboran en este oficio de la Iglesia. No nos referiremos de manera expresa aquí a los Obispos, Sacerdotes y Diáconos que tienen en virtud del Orden la tarea primerisima de la catequesis. Tampoco queremos hacerlo, aunque de suyo estén incluidos, a los padres y padrinos. Enfocamos, en cambio, nuestras palabras hacia los que colaboran con la jerarquía en las Parroquias y colegios prestando este «servicio, por el celo de la gloria de Dios», queremos incluir también aquí a aquellos que cumplen la maravillosa vocación de la docencia, sin circunscribirnos a aquellos que enseñan la materia religión o catequesis, pues aquellos que enseñan las ciencias profanas siendo hijos de la Iglesia, por el Bautismo, tienen la grave obligación de trabajar y comunicar el mensaje del Evangelio a todos aquellos que Dios ponga en su camino, no solo en colegios católicos sino también en colegios laicos, teniendo ahí la gran tarea de la Evangelización, el anuncio y la enseñanza de la Verdad, iluminando con la luz del Evangelio la ciencia que enseñan. Los dirigentes de grupos parroquiales no están excentos de esta responsabilidad catequística, ya que deben ser luz para sus dirigidos y mostrarles a Cristo no solo en las charlas de formación sino en todas las actividades que se organicen, si falta este contenido tendremos grupos (como de hecho hay muchos) de amigos que se reúnen en las instalaciones de la Parroquia tal si fuera un club, ciertamente, los grupos parroquiales, independientemente del carisma propio, deben caracterizarse por ser escuelas de fe, oración y de caridad, entendiendo a esta en toda su expresion de amor a Dios y amor a los hombres por amor a Dios y no mero sentimentalismo que haga obras vacías de todo contenido.
Queremos por ultimo incluir también a aquellos que hacemos periodismo católico, también nosotros tenemos como primera misión la difusión de la Verdad.
Habiendo determinado a quienes nos referimos diremos cuales ha de ser el perfil que este debe tener.
- El celo por la Salvación de las almas y por la mayor Gloria de Dios: Ciertamente no se es catequista para tener gloria humana, ni para ocupar un lugar donde todos puedan vernos. Se es catequista para auxiliar y servir a esas almas a que descubran a Cristo, le amen y puedan vivir según su enseñanza, para alcanzar así la Gloria del Cielo.
- El conocimiento de la Doctrina Cristiana, debe saber recurrir a las Fuentes de la Fe Las Sagradas Escrituras, la Tradición y el Magisterio. Nadie puede dar lo que no tiene, el catequista no puede ser un improvisado ni tampoco lo que enseña. Su enseñanza ha de ser la de la Iglesia, a cuyo Magisterio ha de tener plena unión y fidelidad. «La constante preocupación de todo catequista, cualquiera sea su responsabilidad en la Iglesia, debe ser la de comunicar, a través de su enseñanza y comportamiento, la doctrina y la vida de Jesús. No tratará de fijar en sí mismo, en sus opiniones y actitudes personales, la atención y la adhesión de aquel a quien catequiza; no tratará de inculcar sus opiniones y opciones personales como si estas expresarán la doctrina y las lecciones de vida de Cristo»(15).
- Una profunda espiritualidad, pueden aplicarse al catequista las palabras del Obispo en la ordenación Sacerdotal: «Cree lo que lees; enseña lo que crees; vive lo que enseñas». «¡Qué contacto asiduo con la Palabra de Dios trasmitida por el Magisterio de la Iglesia, qué familiaridad profunda con Cristo y con el Padre, qué espíritu de oración, qué desapego de sí mismo ha de tener el catequista para poder decir: «Mi doctrina no es mía»»(16).
- Una vida sostenida por la Gracia de los Sacramentos. El catequista ha de confiar solo en la Gracia de Dios, sabedor de sus débiles fuerzas, solo se hace fuerte en Cristo y en Cristo Eucaristía.
- Confianza plena en el Espíritu Santo a quien invocará antes de cada charla. « A Dios rogando y con el mazo dando» No implica el invocar al Espíritu Santo que no se deba preparar la charla, por el contrario es necesario una delicada preparación, «si no se prepara con larga meditación y cuidado, nunca reportara frutos espirituales de la enseñanza de la doctrina a los niños o al pueblo»(17).Pero a pesar de esta preparación necesitamos de esa luz que nos auxilie a poner las palabras justas y a no apartarnos de la Verdad. Damos testimonio de cómo el Espíritu acude en auxilio de quienes con la debida preparación le invocan.
Concluimos, querido lector, estas reflexiones invocando a la Santísima Madre, Sede de la Sabiduría, para que cada uno de los que hemos sido llamados a colaborar en esta primerisima tarea de la Iglesia, podamos hacerlo en la fidelidad al Magisterio y con enorme celo apostólico. Ponemos también como intercesores al mismo San Pío X y a todos los santos catequistas que han consumido sus vidas por la enseñanza del Evangelio, en especial aquellos que expusieron y dieron su vida por no apartarse de su misión.
Suplirá, sin duda, la Gracia la enorme deficiencia de la pluma, que se atreve a estas reflexiones con el solo fin de contribuir a la Salvación de las almas y para mayor Gloria de Dios.
Marcelo Eduardo Grecco
Versailles, junto a la Virgen de la Salud
25 de Febrero de 2006
(14) AN V
(15) CT 6
(16) CT 6
(17) AN V
- http://www.caballero-ntra-sra.com.ar/0/0/35/0.htm
- http://catolicosapostolicosyromanos.blogspot.com/2009/05/reflexiones-sobre-la-catequesis-i.html
- http://catolicosapostolicosyromanos.blogspot.com/2009/05/reflexiones-sobre-la-catequesis-ii.html
- http://catolicosapostolicosyromanos.blogspot.com/2009/05/reflexiones-sobre-la-catequesis-iii.html
Por obra del Espíritu Santo I, Rev. P. José María Iraburu
El Espíritu Santo es la más ignorada de las tres Personas divinas. El Hijo se nos ha manifestado hecho hombre, y hemos visto su gloria (Jn 1,14). Y viéndole a Él, vemos al Padre (14,9). Pero ¿dónde y cómo se nos manifiesta el Espíritu Santo?
Por otra parte, la misión del Hijo es glorificar -manifestar y dar a amar- al Padre: «yo te he glorificado sobre la tierra» (17,4). Y la misión del Espíritu Santo es justamente la de glorificar al Hijo -darle a conocer y a amar por el ministerio de los apóstoles y de toda la Iglesia-: «él me glorificará» (16,14). Pero ¿quién se encarga de glorificar al Espíritu Santo?
Aquella ignorancia de los primeros cristianos efesios, «ni hemos oído nada del Espíritu Santo» (Hch 19,2), viene a ser ya una precaria tradición entre los cristianos hasta el día de hoy.
Es algo evidente, sin embargo, que la vida espiritual cristiana es la vida producida por el Espíritu Santo en los fieles de Cristo. Y que no podremos, por tanto, entenderla bien sino conociendo bien quién es el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, Dominum et vivificantem, y cómo es su continua acción en los cristianos.
Las primeras investigaciones de la teología se orientaron en seguida hacia el misterio de la Trinidad, y produjeron altísimas obras tanto en el Oriente como en el Occidente. Pensemos en los escritos de Ireneo (+200), Hilario (+367), Atanasio (+373), Basilio (+379), Agustín (354-430), etc.
Y la acción del Espíritu Santo en los cristianos, tema central de la espiritualidad antigua, halla su más precisa exposición, concretamente, en Santo Tomás de Aquino, cuando enseña su doctrina sobre los hábitos (STh I-II,49-54), las virtudes (ib. 55-67), y muy especialmente sobre los dones del Espíritu Santo (ib. 68). En su enseñanza, y en la que da directamente sobre el Espíritu Santo (I, 36-38) y la gracia (I-II, 109-113), hallamos la más profunda exposición teológica de la vida espiritual cristiana.
Con Santo Tomás, es preciso destacar en la doctrina de los dones del Espíritu Santo a otros tres grandes dominicos: el portugués Juan de Santo Tomás (1589-1644), el papa italiano León XIII (1810-1903), con su encíclica sobre el Espíritu Santo Divinum illud munus, y el español Juan González Arintero (1860-1928).
Ellos muestran, con otros muchos autores, que la vida espiritual cristiana alcanza su perfección sólamente cuando llega a ser mística, es decir, cuando en ella predomina el ejercicio habitual de los dones del Espíritu Santo. Esta doctrina teológica enseña claramente que, si todos los cristianos estamos llamados a la santidad, todos -sacerdotes, religiosos o laicos- estamos llamados a la vida mística. Y que la vida mística, por tanto, entra en el desarrollo normal de la vida cristiana de la gracia.
Hoy la Iglesia reconoce la veracidad de esta enseñanza con tan gran seguridad que la incluye en su Catecismo oficial: los dones del Espíritu Santo «completan y llevan a su perfección las virtudes de quienes los reciben» (n. 1831). Según eso, las virtudes cristianas solo pueden hallar su perfección cuando la persona, por los dones del Espíritu Santo, llega a participar de la vida sobrenatural al modo divino.
Sin embargo, siendo ésta la verdad, conviene repetir hoy lo que el dominico Menéndez-Reigada decía en 1948 al introducir la edición española de la obra de Juan de Santo Tomás:
Con frecuencia los teólogos «tratan muy a la ligera las cuestiones referentes a los dones, tal vez porque no se han dado exacta cuenta de la importancia máxima que tienen, lo mismo en el orden especulativo, para la verdadera ciencia teológica, que en el orden práctico, para formarse una idea exacta de lo que es o debe ser la vida cristiana» (15).
La ignorancia de los dones del Espíritu Santo, y en general de la vida sobrenatural en su forma pasiva-mística, implica un desconocimiento de la verdadera vida cristiana. Si nosotros tratáramos de explicar qué y cómo es una rosa a una persona que desconociera esta flor, y le describiéramos con todo cuidado cómo es un botón de rosa, que apunta en un tallo, o un capullo apenas abierto, no lograríamos comunicarle el conocimiento de lo que de verdad es una rosa; para eso sería preciso que le describiéramos esta flor en su estado de pleno desarrollo. Del mismo modo sucede con la vida cristiana. Quien sólo la conoce por las descripciones de su fase ascética inicial, ignora lo que la vida cristiana es en plenitud.
En este breve estudio desarrollo algunos temas que con José Rivera (+1991) ya escribí hace unos años en la Síntesis de Espiritualidad Católica (Fundación GRATIS DATE, Pamplona 19995: inhabitación 37-47, gracia, virtudes y dones 93-102).
Que estas páginas sean un homenaje a aquellos grandes maestros de la escuela dominicana que más han brillado en la doctrina de los dones del Espíritu Santo.
Dedico este librito con todo amor a la Virgen María, la llena de gracia, la Rosa mystica plenamente florecida «por obra del Espíritu Santo».
sábado, 23 de mayo de 2009
Meditaciones Sacristanescas sobre el Caso Cutié
Me uno al triquitraque mediático con algo de tardanza, pues he estado cumpliendo con la deuda de Adán - in sudore vultus tui vesceris pane (Gn, 3:19)- pero eso no obsta que pueda echar al mar de las zonceras sobre este tema, una modesta gota de meditación.
Pintoresco y recontra-mediático nos tocó el "Escándalo Católico" del Mes. Porque los global media ya tienen un genre fijo para cada luna: el "Escándalo Católico". Este vino el mes después de la revelación del "Padre de la Iglesia" Lugo y un mes y algo más después de las declaraciones "irracionales" sobre el preservativo en África (todavía ahí... si un PHD -o un HDP- en Ámsterdam no puede contenerse, imagínate a los negritos de por allá...qué iluso) de ese "gran enemigo de la humanidad" que es el Papa. Y dos después de la aparición de la flamante hija del " eficaz guía de la juventud" don Marcial Maciel. Y tres después de la "rehabilitación" del Obispo "negador" del "Holocausto".
(En verdad les fascinamos. No se aguantan las ganas de poner un poco de gregoriano e imágenes de iglesias góticas y anunciar con voz gangosa Escándalo en la Iglesia Católica. Paradoja de paradojas, que los medios anticristianos -o simplemente sensacionalistas pero igual lacras- gusten más del canto y arquitectura tradicionales de la Iglesia que ciertos ordinarios bastante ordinarios)
Pero ahora vino con Yapa. El "escandalado" -o escaldado- es ahora nada más ni nada menos que un cura ducho en artes mediáticas, talk-showero y miamiense, para más INRI. El padre Alberto, el de Hablando Claro y de Desde el Corazón de la Iglesia.
En una Playa en ameno Coloquio táctil con una Dama Divorciada. Y leyendo libros protestantes.
Ése si es un Cura que no le Da la Espalda al Pueblo.
Todos los indicios ahora apuntan a que no fue un simple pecado -que al fin y al cabo, nadie está libre de cometer- sino un calculado statement ideológico para revelar un estado que ya llevaba casi diez años.
La joya neoconservadora miamiense cayó en el pozo del liberalismo descarado. Nadie sabe para quién trabaja ¿Quién animará ahora los eventos especiales de EWTN junto con don Alejandro?
Cuidado, que esa Silla está Maldita.
Ahora, hay gente confundida. Gente sencilla, pero que destruida como está por la basura personalista que no pocas veces le fue infundida desde los púlpitos, cree que nuestra religión es principalmente "cosa de Hombres", y que cuando un Hombre cae, tambalea el Edificio Sacro del Cuerpo Místico de Cristo. Nada que ver.
Para los que sabemos en verdad lo que es un sacerdote (no una celebrity, no un animador, no un "líder", no un terapeuta, no un mercenario motivacional de grititos y superaciones, sino un Alter Christus, muerto para el Mundo, pero vivificado por el Espíritu Santo, para encabezar al Pueblo en el Sacrificio del Altar y dispensar los Sacros Misterios de Dios) estos escándalos no nos pueden sorprender ni afectar. Por el contrario, grave riesgo corren los que creen eso, especialmente si son curas. Árboles más grandes hemos visto caer.
Para los que sabemos en verdad lo que es la Iglesia (no una aglomeración de celebrities, no un club para ayudarnos a superar nuestros traumas, no una alegre Brady Bunch, ni siquiera principalmente un "Pueblo de Dios" medio trucho, sino el Cuerpo Místico de Cristo -que como el mismo cuerpo de Cristo sufrió de ayunos y privaciones en el Desierto, lloró, sudó sangre y fue cubierto de escupitajos-) esto tampoco nos sorprende.
Y no nos vengan con escándalos a nosotros. Porque ya lo hemos visto todo. Hasta el más horroroso de los escándalos antedichos no se puede comparar con las cosas que hemos visto en los últimos cuarenta años. Por ejemplo prohibir de facto la Misa que se celebró por 1500 años en la Iglesia y que santificó a tantas personas, y perseguir a los que querían celebrarla.
Eso sí fue un Escándalo.
Pero el Padre Alberto no ha sido el primero ni será el último. Así que no hay de qué preocuparse.
Reflexiones Sobre la Catequesis III
Queremos desarrollar un pequeño perfil que ha de tener nuestra catequesis, siguiendo a los Pontífices.
Lo primero que debemos decir es que la catequesis tiene como principal misión el hacer conocer a Cristo, por lo tanto debe ser su centro. La catequesis necesariamente ha de ser Cristocentrica. Ni la doctrina del Párroco, ni la del catequista, ni la del exegeta o teólogo de moda sino la de Cristo, que esta contenida y enseñada por la Iglesia en su Magisterio, Ella ha sido constituida en custodia del «tesoro de la Fe».
Debe enseñar toda la obra de Dios en el mundo, todo el plan de Salvación. La creación, el pecado original y sus consecuencias, la existencia del demonio, el camino hacia la Plenitud de los Tiempos en que el Hijo de Dios se encarno, el decálogo de la Ley de Dios, la Encarnación en María Virgen, la Cruz salvadora y la Resurrección triunfante, sus enseñanzas, la Iglesia como «columna de verdad» e «instrumento de redención universal»(11), la oración como unión con Cristo y la vida de los Sacramentos como alimento y escudo para alcanzar la fe. Aquí también entrará por cierto, la Antropologia Cristiana que a la luz de la razon y de la Revelación ayudará al hombre a descubrir su ser trascendente, su destino en la vida sobrenatural.
El símbolo de la Fe el Credo ha sintetizado de manera admirable toda esta doctrina y la Iglesia a través de los tiempos ha elaborado estudios sistemáticos sobre esta doctrina ampliando y llevando a cada tiempo la misma doctrina, estos estudios son los llamados catecismos que han auxiliado a los fieles en el conocimiento de su fe.
Juan Pablo II dejó como herencia el Catecismo de la Iglesia Católica y junto a Benedicto XVI nos legó el Compendio de ese Catecismo que volviendo al estilo de preguntas y respuestas concisas son los vértices de la catequesis de nuestro tiempo.
En la catequesis no se puede suprimir, falsear o disminuir nada de la doctrina de Cristo y del Magisterio de la Iglesia. A cada edad y en cada momento se enseñará de manera distinta en la forma pero no en el contenido. Diremos, utilizando lenguaje de comunicación, puede cambiar el «como» pero no el «que». Ciertamente no es lo mismo hablarle a un niño de seis años que a un universitario, aunque quizás en ambos debamos darles catecismo básico. El contenido pues de la catequesis será el mismo cambiara la forma de comunicarlo.
Quien recibe la catequesis, afirma sabiamente Juan Pablo II «tiene derecho a recibir la «palabra de la fe» no mutilada, falsificada o disminuida, sino completa e integral, en todo su rigor y vigor. Traicionar en algo la integridad del mensaje es vaciar peligrosamente la catequesis misma y comprometer los frutos que de ella tienen derecho a esperar Cristo y la comunidad eclesial»(12).
La catequesis ha de ser:
«Una enseñanza sistemática, no improvisada, siguiendo un programa que le permita llegar a (su) fin preciso».
«Una enseñanza elemental que no pretenda abordar todas las cuestiones diputadas, ni transformarse en investigación teológica». A medida que se pueda ir desarrollando un crecimiento en la fe, irán aumentando los niveles de la enseñanza. Pienso en el maravilloso bien que hizo a la Iglesia la Acción Católica, que iba profundizando el estudio de los temas a medida que iban cambiando de rama los socios. Pienso también en los Cursos de Cultura Católica.
«Una enseñanza (...) bastante completa, que no se detenga en el primer anuncio del misterio cristiano» sino que profundice en el conocimiento de la doctrina de Cristo y que logre que esa iniciación ilumine integralmente al hombre en todas «las esferas de (su) vida cristiana»(13).
Una enseñanza de la doctrina unida profundamente a la vida de oración y de Gracia a través de los Sacramentos. Es el momento más importante para enseñarles a los chicos a contemplar el «Misterio de la Fe» en el Sacramento de la Eucaristia. Es el momento para enseñarles las mas hermosas devociones a Cristo Eucaristia, a María Santísima, a San José.
Una enseñanza que no este separada de la vida practica de cada día, por eso la catequesis no puede no mencionar a los Santos, por el contrarios debe iluminar con el ejemplo de sus vidas su enseñanza. Santo Domingo Savio, Santa María Gorretti, San Luis Gonzaga, Beata Laura Vicuña, San Tarcisio, Santa Inés y tantos otros deben servirnos para mostrarles a los niños y jóvenes que la vida de Santidad es posible y desde ahora, desde su misma niñez o juventud.
Notas:
(11) Declaración conciliar Lumen Gentium (LG) 9
(12) CT 30
(13) CT 21
lunes, 18 de mayo de 2009
Reflexiones Sobre La Catequesis II
La Iglesia ha recibido, de Cristo, la misión de anunciar a todos los hombres su Evangelio, por ello toda su obra «esta (...) ordenada a la santidad de sus miembros en Cristo»(5). Mediante el anuncio del Evangelio la Iglesia busca la conversión de las almas, una vez alcanzada la conversión, la Iglesia tiene la misión de acompañarle en el crecimiento de su fe.
Para muchos ese primer momento es el Bautismo para otros, en cambio, va en paralelo con la catequesis, ya que son muchos los niños y jóvenes que acuden a nuestras Parroquias sin haber recibido ningún alimento a su Fe y en algunos ni siquiera han recibido el anuncio de Cristo. Se transforma, entonces, en un componente muy importante en el proceso de evangelización, por ella la Iglesia quiere «hacer madurar la fe inicial y educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más profundo y sistemático de la Persona y del mensaje de Nuestro Señor Jesucristo»(6).
En virtud de ello, ha sido siempre para la Iglesia una tarea primordial sabiéndola no solo deber suyo, sino también un derecho. Ciertamente, afirma Pío XI, «es derecho inalienable de la Iglesia y a la vez deber suyo indispensable vigilar sobre toda la educación de sus hijos»(7).
Entiende la Iglesia, entonces, a la catequesis como «el conjunto de esfuerzos realizados (...) para hacer discípulos, para ayudar a los hombres a creer que Jesús es el Hijo de Dios, a fin de que, mediante la fe ellos tengan vida en su nombre»(8). Este conjunto de esfuerzos es hacia todos los hijos sin distinción de edades, pero no podemos dejar de pensar que se concentra de manera clara en los niños y jóvenes que al estar formándose sus personalidades necesitan ciertamente de la ayuda de la Iglesia que les ilumine ante tanta tiniebla. Ella con «preciosa providencia maternal (ha) de preservar a sus hijos de los graves peligros de todo veneno doctrinal y moral». Ciertamente que «sin la recta institución religiosa y moral -como sabiamente advierte León XIII- «toda la cultura de las almas será malsana; los jóvenes no habituados al respeto de Dios no podrán soportar norma alguna de honesto vivir, y sin ánimo para negar nada a sus deseos, fácilmente se dejarán arrastrar a trastornar los Estados» (Enc. Nobilissima gallorum gens, 8 febr. 1884)»(9)
Son tiempos en que la catequesis necesita una nueva fuerza, sobre todo la catequesis de nuestros niños y jóvenes porque son muchos los que peregrinan por el mundo a la difusa luz del error, son muchos los que beben el veneno moral y doctrinal que nos hablan los Papas. Una «multitud innumerable (...) dominada aquí y allí por la incertidumbre y el miedo, o seducida por la evasión en la droga y la indiferencia, incluso tentada por el nihilismo y la violencia»(10). «Multitud innumerable» que marcha sin rumbo, que están a los gritos desde lo más profundo de sus almas dicen, como el Señor en el Madero, «Tengo sed». Sed de lo eterno, sed de comprenderse a sí mismos como personas, buscan desesperadamente y no encuentran a Cristo, el único que puede apagar esa sed, porque ha sido destronado de todos lados. No esta en los medios, no esta en la música, no esta en las librerías, no esta en las escuelas ni universidades, no esta en las familias y a veces no esta ni siquiera en las Parroquias. No escuchan la voz de la Madre Iglesia que anuncia con fuerza al Verbo Encarnado y la alegría de seguirlo aún en la Cruz, aún en el dolor.
Esta es la Misión primera de la Iglesia, esta es la verdadera «opción preferencial por los pobres», pues como decía la santa de mi abuela «pobre es el diablo que perdió la gracia de Dios», entonces, todo aquel que no conozca a Cristo vive en la pobreza de su alma, independientemente de su situación ecónomica. A ellos debe dirigirse primariamente la acción de la Iglesia.
NOTAS:
5) Catecismo de La Iglesia Católica (CIC) 773
(6) Juan Pablo II Carta Encíclica Catechesi Tradendae (CT sobre la catequesis de nuestro tiempo)
(7) DIM 7
(8) CT 1
(9) DIM 7
(10) CT 35
sábado, 9 de mayo de 2009
Reflexiones Sobre La Catequesis I
durante estos treinta y cinco años de vida.
En especial a mis padres, a los hermanos Corazonistas
y a los Santos Sacerdotes que Dios puso en mi camino,
Con particular cariño a los Padres Lojoya, Nadal, Sato, Pouse
y tantos otros que ayudaron y ayudan a nuestro crecimiento espiritual
Marcelo Eduardo Grecco
Los gravisimos males de nuestro tiempo tienen «por causa primaria y principal la ignorancia de las cosas Divinas»(1)y esto es una «gran mancha» - en el decir de Pío XI- a las naciones católicas y a la Salvación de las almas. A esta ignorancia denunciada una y otra vez por los santos Pastores de comienzo del siglo XX, vino en su ayuda el «veneno doctrinal y moral»(2) que ha penetrado en el seno mismo de la Iglesia de manos del progresismo.
Muchos son, entonces, los hombres que caminan por el mundo «sumidos en la más completa ignorancia de las verdades necesarias para la salvación eterna»(3). Muy contrariamente a lo que muchos piensan, esta ignorancia, no esta dada de manera más dura en aquellos de condición humilde, aunque en los últimos años y con la fuerza del progresismo son muchos los humildes y pobres que han bebido de este veneno doctrinal. Pero también y fundamentalmente, diría yo, son sometidos a esta ignorancia, como bien afirma el Papa de la Catequesis, «aquellos que no careciendo de instrucción y talento, como lo prueba su erudición en las ciencias profanas, en materia de religión viven con lamentable temeridad y con ciega imprudencia. Es increíble la oscuridad que acerca de esto los envuelve y, lo que es peor, se mantienen en ella con la más perfecta tranquilidad»(4). Basta conversar con jóvenes universitarios y se vera cuanta es la ignorancia en las cosas de Dios, claro Dios no da rédito económico y entonces ¿cuan poco le dedicamos a conocerle y amarle? Porque ¿quien puede amar y seguir a quien no conoce?. No podemos dejar pasar sin decir que ciertamente en la educación de nuestras universidades y colegios no solo se ignora la fe sino que se ataca vilmente a todo lo católico. Siguiendo, seguramente aquello de que la religión es el «opio de los pueblos» se niega en pos de una supuesta libertad cuyas consecuencias están a la vista de aquellos que quieran verlas.
Todo el bien hecho al mundo es tirado al tacho de basura, se insulta y calumnia la Cristiandad, el tiempo en que el hombre había logrado estar en un mundo verdaderamente mejor y más sano, pero el lobo no tenía, el rebaño a su albedrío, porque había pastores santos y custodios del rebaño que no dudaron dar la vida por él, siguiendo e imitando al Maestro.
Y, con dolor lo decimos, no están exentos de esta ignorancia aquellos que pasan por nuestras Parroquias, colegios y universidades, basta conversar con los jóvenes o conocer sus costumbres para darnos cuenta que no hemos sido capaces de mostrarles a Cristo, el Verbo Encarnado que se hizo hombre para nuestra Salvación, ni para lograr que de El se enamoren, ni tengan una vida sacramental. Ni siquiera somos capaces de darles las herramientas para que puedan «discernir lo que es recto y aceptar lo que es bueno».
Nuestros seminarios religiosos, los profesorados catequisticos han bebido, en su gran mayoría, del veneno progresista y hoy vemos su esterilidad.
Busca el hombre entenderse pero no podrá sin Cristo pues, como afirma el Concilio, «el misterio del hombre solo se resuelve a la luz del Verbo Encarnado».
Estas cosas que aquí exponemos nos llevan, desde nuestra miseria, a reflexionar sobre la catequesis y su perfil, porque es menester que renovemos el anuncio del Dios Encarnado dado que corre serio peligro la salvación del hombre y hemos sido llamados a trabajar para que Cristo sea acogido por las almas de todos los hombres, si esto no ocurriere ¡hay del hombre! Pues como dice San Hilario «¿Qué hay más peligroso para el mundo que no acoger a Cristo?»
NOTAS:
(1) San Pío X Carta Encíclica Acerbo Nimis (AN) 1
(2) S.S. Pío XI Carta encíclica Divini Illius Magistra sobre la educación cristiana de la juventud (D.I.M.) 7
(3) AN 1
(4) Idem
viernes, 8 de mayo de 2009
INCORRECTA TRADUCCION DEL PADRENUESTRO
La deuda abarca todo lo que le DEBEMOS a Dios (la vida, la salud, el alimento, el vestido, la familia, la gracia, la redención, etc.). La DEUDA abarca, pues, TODO, naturalmente que también las ofensas que le hacemos.
La palabra DEBITA en latín se traduce literalmente como DEUDA. Al decir ofensa sólo pedimos a Dios que nos condone lo que debemos por el pecado (ofensas) y no todo lo demás que también le debemos. Traducir la palabra DEBITA como OFENSA es restrictivo. A Dios le debemos TODO, no sólo por nuestras ofensas.
La Virgen -cuando vivía en la tierra- no habría podido rezar la nueva traducción del padrenuestro porque Ella nunca pecó y por lo tanto jamás ofendió a Dios, en cambio si se traduce literalmente -que es lo más correcto- si lo podría haber rezado -probablemente lo hizo-, porque aún Ella debía todo al Señor. La Virgen tenía para con Dios, la deuda de la Vida (de haber sido creada), de haber sido preservada de todo pecado, de ser la Madre de Dios, etc. Todo esas eran DEUDAS (¡y, por supuesto, no eran ofensas!).
Luego, la traducción "OFENSAS" hace restrictivo el sentido original de esta oración enseñad por N.S. Jesucristo. Siempre será más correcto decir "DEUDAS", que como ya hemos explicado incluye, también, las ofensas.
Pidamos a Dios, que nos perdone TODO lo que le debemos, incluyendo nuestras ofensas. Recemos frecuerntemente esta oración. Y no olvidemos que, con el padrenuestro, estamos pidiendo al Padre que nos perdone en la medidad que perdonamos nosotros. Si queremos que nos perdone, debemos nosotros también perdonar.
martes, 5 de mayo de 2009
Se burlan de S.S. Benedicto XVI
¿Debemos los católicos callar ante esta burla? Pidamos a Dios la conversión de los enemigos de su Iglesia y hagamos actos de reparación por esta burla blasfema. Es evidente que los enemigos de la Iglesia están en contra de cualquier medida para su unidad interna y los actos decretados para ello por el Vicario de Cristo.
¡Perdónalos Señor!
Manifestación contra la apertura de un centro de abortos en Villalba, Madrid, España
Querido amigo de DAV, buenos días:
En noviembre de 2007 la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid dio el permiso provisional para la construcción de uncentro de abortos en Collado Villalba, centro neurálgico del Noroeste y de la Sierra de Madrid. Con él ya son 9 los centros de "interrupción voluntaria del embarazo", es decir, abortorios, existentes en la Comunidad de Madrid, aunque no todos están en funcionamiento.
El ayuntamiento de Villlalba concedió las licencias necesarias y actualmente el establecimiento está listo para empezar a realizar abortos; sólo está a la espera de la licencia definitiva por parte de la Consejería de Sanidad.
A principios del año 2008 se creó la Plataforma Ciudadana Villalba por la Mujer para mostrar el rechazo ciudadano a la apertura de este centro y para pedir que se implanten programas sociales de ayuda a la mujer embarazada. En este tiempo hemos recogido8000 firmas gracias a la colaboración, entre otros, de Hazteoir.org y de Derecho a Vivir. Estas firmas fueron depositadas hace nueve meses en la Consejería de Sanidad presidida por Juan José Güemes sin que por le momento hayamos recibido una respuesta.
Recordatorio: el jueves estás invitado a un Concierto por el Derecho a Vivir, en recuerdo de las víctimas del aborto. Los datos de la convocatoria:
7 de mayo (este jueves)
20 h.
Parroquia San Jerónimo el Real - Calle Moreto 4, Madrid
También se han promovido conferencias, cineforum y diversas actuaciones para sensibilizar a nuestro pueblo de la masacre que se pretende implantar en nuestras calles. En septiembre se convocó una manifestación a la que acudieron 500 personas, todo un éxito considerando el tamaño de nuestro municipio. Un mes más tarde, el alcalde, Juan Pablo González Durán, recibió a la plataforma, durante el encuento comparó el centro de abortos con cualquier otro establecimiento y, refugiándose en la legalidad, declaró que otorgaría la licencia pues hacer otra cosa "sería prevaricar".
Hace un mes se solicitó autorización para una nueva manifestación y la Delegación de Gobierno de Madrid prohibió terminar la manifestación en donde se encuentra ubicado el abortorio porque podíamos "intimidar" a las mujeres que audieran al centro vituperando "lemas antiabortistas". Considerando que el derecho de reunión está protegido por la Constitución y que el centro no está todavía en funcionamiento y por lo tanto a él no acuden "pacientes", es decir, víctimas del aborto, se ha solicitado un nuevo autorizo pidiendo que la marcha concluya en dicho punto.
La manifestación tendrá lugar el domingo 10 de mayo en Villlaba y recorrerá las calles principales.
Los datos de la convocatoria son:
Manifestación en Collado Villalba, zona estación
Domingo 10 de mayo
12 h. del mediodía
Inicio: plaza de la estación de Cercanías de Villalba: http://maps.google.es/maps?f=q&source=s_q&hl=es&geocode=&q=plaza+de+la+estaci%C3%B3n.+collado+villalba+madrid&sll=37.26531,1.032715&sspn=8.634984,9.580078&ie=UTF8&ll=40.62721,-4.006147&spn=0.01609,0.035019&z=15
Fin: centro de abortos Anacaona C/Camino del Berrocal nº6
Te pedimos que hagas el esfuerzo de venir a Villalba, contamos con tu asistencia.
Es muy importante que los medios de comunicación que acudan al acto se encuentren con un nutrido grupo de ciudadanos y que el número de asistentes sea aún mayor que el de la anterior manifestación.
Un afectuoso saludo,
Carmen de Ribera